miércoles, 26 de octubre de 2016

Overlord v11 c5

Traductor: Erb
http://overlord-es.blogspot.com/
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Volumen 11 - Capítulo 5
 Lord Dragón de Escarcha


Parte 1

Era la mañana siguiente. Ainz había decidido partir temprano para recuperar la Capital Enana, Feoh Berkanan, pero justo cuando estaba por partir, un rostro familiar apareció en la puerta.

Era Gondo.

Ainz inclinó la cabeza a un lado. No tenía idea de por qué podría haber venido.

"—¿Vienes a despedirte?"

"No, he venido a servirle de guía."

Ainz parpadeó. Por supuesto, había mencionado que necesitaría a un Enano para que le mostrase el camino. A juzgar por la forma en la que el Consejo había accedido de inmediato a esa solicitud, Ainz infirió que la misión de este Enano sería mantenerlo vigilado, así que pensó que podrían seleccionar a un Enano que él no conociera.

"Ayer, después despedirme de usted, oí muchas cosas de los otros herreros rúnicos. Siento que conozco la ruta hacia la Capital Real mejor que cualquier otro Enano."

"Entonces, ¿eres capaz de encontrar una ruta alterna si es que el túnel hacia la Capital colapsara? Es posible que tengas que adaptarte a los cambios en la situación a medida que surjan. ¿Está bien?"

"He estudiado tanto como pude sobre las rutas. Por favor, permítame servirle de guía."

"Umu."

Ainz comenzó a pensar.

En verdad, llevar a Gondo consigo entrañaba más deméritos que méritos. Sin embargo, si el Consejo lo había aprobado, y luego si Ainz era quien lo rechazaba y pedía un cambio, las posibilidades de conseguir a otra persona como guía serían muy bajas.

"...¿Eres un guerrero, o tienes alguna forma de luchar?"

"No, no la tengo. No confío en mis habilidades relacionadas con ese campo. Sin embargo, estoy preparado para enfrentar cualquier peligro, y nadie le echará la culpa si perezco. Además tengo la capa de mi padre. Ésa fue una de las razones por las que me escogieron."

La capa de invisibilidad prestó mucho peso a su argumento.

Aunque Ainz había planeado proteger a su guía de todos modos, se sentía incómodo de llevar a un Enano sin habilidad de combate. Y aunque seguía siendo posible resucitarlo con magia si moría (siempre que tuviera los niveles suficientes), En ese caso, Gondo podría acabar pensado que "todo había terminado".

"¿Necesitarás verificar si he expulsado a todos los Quagoa de la Capital Real? Si mueres a mitad de camino, las cosas se harán muy difíciles para mí... y luego está el asunto de los herreros rúnicos. Preferiría mucho que te quedaras aquí."

Gondo se acercó lentamente a Ainz y le dijo en voz baja:

"La Capital Real posee una vasta Tesorería. Si no ha sido saqueada aún, entonces contendrá muchos tesoros Enanos. En ese lugar también deberían estar algunas de las armas de mi padre y manuscritos técnicos de la familia real. Quién sabe, incluso podría haber un manual secreto dejado atrás por los herreros rúnicos de antaño."

"Ooh..."

Con esa respuesta, Ainz le indicó a Gondo que debía continuar.

"Me gustaría obtenerlos en secreto. ...Aunque parezca de mala educación pedirle este tipo de cosas a Su Majestad, ¿podría pedirle por favor que se haga la vista gorda sobre esto cuando recupere la Capital?"

"...Antes de eso, ¿tienes alguna forma de abrir la Tesorería?"

"No. Sin embargo... creo que Su Majestad debería ser capaz de hacer algo tan simple como eso, ¿cierto?"

(¿De verdad cree que puedo hacer cualquier cosa?)

"¿Así que quieres que me convierta en cómplice de un ladrón de poca monta?"

"Creo que la explicación correcta de lo que podría suceder es que Su Majestad deseaba ver si la Tesorería había sufrido un robo, por lo cual tuvo que abrirla. Entonces, se distrajo brevemente, sólo por el tiempo suficiente. Yo sería ese ladrón de poca monta, sin relación alguna con Su Majestad."

"...La línea de sucesión de la realeza Enana ha sido cortada. ¿Es correcto? ¿Existe algún registro de los tesoros que deberían encontrarse al interior de las bóvedas?"

"Me temo que no."

"Es muy importarte asegurarse de eso. Sería muy peligroso si existiera dicho registro, ¿sabes? No puedo aprobar esto. ...Más importante aún, ¿ese tesoro no le pertenece a tu país? ¿No te avergüenza robarlo?"

Gondo se rió con desdén.

"Bueno, esos manuales no significan nada para un país que nos entregó a nosotros y a la artesanía rúnica, ¿no le parece?"

(¿Es traición, entonces?) Aunque ese pensamiento le pasó por la cabeza a Ainz, la verdad era que a él no le haría daño. Al contrario, sería un desperdicio permitir que esos libros se pudrieran en la nación Enana.

Más concretamente, el robo de Gondo rompería por completo sus lazos con el Reino Enano. Ellos no tolerarían a un criminal que había saqueado su tesorería. Este asunto podía usarse como una forma de chantaje, y se convertiría en un grillete que imposibilitaría por completo que Gondo traicionara al Reino Hechicero.

Sin embargo, también podía usarse contra Ainz de manera similar.

"...En efecto. Tampoco tiene sentido dejárselos a aquellos que no los necesitan. Efectivamente, mis ojos podrían fallarme en ese momento. Sin embargo, como mencioné antes, tienes que buscar cualquier registro de los tesoros. Me gustaría evitar cualquier conflicto futuro."

"Entendido. Haré como ordena Su Majestad."

"Entonces, dejaremos las cosas así."

Aunque se había apartado a cierta distancia para discutir esto, alguien con oídos agudos podría estar escuchándolos.

"Cambiemos el tema. Háblame sobre los peligros que podríamos enfrentar antes de llegar a la Capital Enana. Una descripción a grandes rasgos estará bien."

"Buena pregunta. Todos los que desean llegar a la Capital Enana deben pasar por tres pruebas."

"¿Pruebas? Interesante. Resúmelas."

"Mm, la primera prueba es la Gran Grieta. Hay una pendiente más allá de la puerta que lleva hacia la fortaleza. Pasando la fortaleza es la Gran Grieta la que divide la tierra. Ahora que han tendido un puente colgante, difícilmente califica como una prueba. Sin embargo, al cruzarlo, se debe estar preparado para recibir los ataques concentrados del enemigo."

"¿Los Quagoa poseen armas?"

"Umu, no he oído hablar de eso antes. Pero, podría ser peligroso asumir que no, ¿cierto?"

Eso tenía mucho sentido. También existía la posibilidad de que pudieran usar las armas mágicas de la fortaleza.

"A continuación, la siguiente prueba es una zona con un río de lava. Incluso el aire caliente puede ser fatal por sí solo. Se debe cruzar por un estrecho camino de piedra cortada. Además, de cuando en cuando ha habido avistamientos de un monstruo enorme."

"¿Un monstruo, dices?"

La figura de Guren, el Guardián de Área del 7mo Piso, le vino a la mente.

Si ése monstruo se parecía a él, las cosas efectivamente se pondrían muy molestas.

(...Ahora que lo pienso, los Slimes y las sociedades humanas están estrechamente relacionados. ¿Será ése el caso en este país también? Si tuvieran Slimes poco comunes, me gustaría llevármelos a casa.)

Justo cuando Ainz pensaba sobre los Slimes que vivían junto a los filtros de alcantarillado, Gondo pasó a la última prueba.

"La prueba final es el Laberinto de la Muerte. Es una cueva con incontables ramales, llena de vapores venenosos. Si se inhalan estos vapores, las extremidades se paralizarían y el corazón dejaría de latir."

Gondo miró hacia Aura y a Shalltear.

Ese gesto parecía decir que Ainz podría estar bien, pero que ellas dos estarían en problemas.

(Estarán bien... Bueno, supongo que puedo decírselo cuando lleguemos allí)

"¿Y cuál es el camino correcto a través de las cuevas?"

"Lamentablemente, no lo sé. Pregunté a todas mis conexiones, pero ni siquiera los mayores lo sabían. Tampoco los miembros del Consejo. Tal vez podría estar registrado en un archivo..."

"Pero no lo encontraste tampoco, ¿verdad? Bueno, dudo que puedas localizar fácilmente un documento así de crítico para la seguridad nacional. Reuniremos información cuando llegue el momento y nos adaptaremos a la situación."

Ainz memorizó la información sobre estas tres pruebas, y les hizo un gesto a los otros.

"Vamos, entonces."

Ainz, Shalltear y Aura tomaron la delantera. Gondo se unió a unos diez soldados y a su comandante que iban camino a recuperar la fortaleza, y entonces las puertas se abrieron lentamente. El hedor de la muerte se filtraba a través de la abertura, así que tenían idea de lo podían esperar, pero entonces la horripilante escena se reveló a todos los presentes.

El túnel ligeramente inclinado hacia abajo era ancho y había sido nivelado para facilitar el paso. Sin embargo, las paredes y el piso estaban cubiertos de sangre, vísceras y trozos de carne. El suelo estaba cubierto de cadáveres Quagoa.

"¡Urk!"

El hedor a muerte, sangre y vísceras inundó el cuarto. Fue demasiado para Gondo, que no tenía experiencia como guerrero, y comenzó a vomitar. Las caras de los soldados Enanos se pusieron verdes, y no fue por efecto de la luz.

El cuerpo de Ainz no conocía el concepto de la nausea, así que no le causó ningún problema. Sin embargo, no le agradaba este olor.

Un sonido húmedo vino de debajo de sus pies. Parecería que había pisado las entrañas que un Quagoa partido en dos había dejado caer.

Ainz suspiró y luego lanzó [Volar en Masa], permitiéndoles volar a todos.

Parecía que los Caballeros de la Muerte se habían deleitado con su carnicería en este lugar. Cualquiera que se resbalara y cayera en este túnel de sangre seguramente perdería la fuerza ante la inmundicia y la pestilencia. Más importante aún, la visión de alguien cubierto de sangre y dando tumbos al lado de uno era desagradable.

El grupo descendió por el pasaje inclinado, completamente limpios debido al hechizo de vuelo.

Gracias a las rocas tenuemente brillantes incrustadas en el camino, había algo de luz para poder ver. Sin embargo, el espacio entre roca y roca estaba cubierto por la oscuridad. Por supuesto, Ainz poseía visión nocturna, y no le representaba ningún problema.

Después de bajar por la pendiente —una distancia de unos 100 metros— pudieron ver la entrada de la fortaleza ante ellos. No, sería más exacto decir que era la puerta trasera de la fortaleza.

Una vez que cruzaran esa puerta al interior de la fortaleza, podrían atravesarla y cruzar el puente colgante más adelante. Luego de viajar al oeste por varios días desde ese lugar, deberían ser capaces de ver la antigua Capital Enana.

La entrada de la fortaleza estaba cubierta de cadáveres Quagoa. Algunos parecía que no habían sido asesinados por los Caballeros de la Muerte, sino que habían sido comidos. Éstas debían ser las víctimas de los zombis de los Caballeros de la Muerte.

La detección de no-muertos de Ainz no obtuvo respuestas. Probablemente porque los zombis habían vuelto a ser cadáveres regulares después de que los Caballeros de Muerte fueron destruidos.

Ainz miró alrededor. En este momento no había reacciones no-muertas, pero si los dejaba así como estaban, las cosas podrían volverse peligrosas, dadas las características de los no-muertos de este mundo.

"Es comúnmente aceptado que dejar desatendidos a los cadáveres resultará en la aparición de no-muertos. ¿Qué planean hacer?", preguntó Ainz a los soldados que habían estado siguiéndolo.

"Sí, señor. Lo limpiaremos," respondió el comandante. "Bueno, decimos limpiar, pero es más bien arrojarlos a la Gran Grieta en un lugar donde no importará incluso si atraemos a un monstruo."

"Y después de eso, ¿tendrán que reparar la fortaleza y averiguar cómo atacaron los Quagoa? Parece que tienen mucho trabajo por delante."

Era aquí donde se separarían de ellos. Los únicos que tomarían parte de la recuperación de la Capital Enana serían Ainz, Aura, Shalltear y Gondo. Bueno, los Hanzos también estaban cerca, pero no había necesidad de que ellos lo supieran.

Los Enanos sonrieron con amargura. Aunque era verdad que las investigaciones eran arriesgadas —corrían el riesgo de encontrar Quagoa, después de todo— no era nada a comparación de la tarea de Ainz de atacar el campamento principal de los Quagoa. Probablemente era eso lo que querían transmitir.

"Entonces, ingresaremos a la fortaleza. Nosotros iremos primero para garantizar que es seguro, así que esperen afuera hasta entonces. Como precaución, ¿podrían proteger a Gondo?"

Después de la respuesta afirmativa del comandante, Ainz atravesó la puerta abierta.

De pie al centro de la tragedia, Ainz le hizo una pregunta a Aura, que se encontraba detrás de él.

"Aura, ¿puedes sentir si alguien aquí está usando alguna habilidad de sigilo?"

"Nop. No hay nada con vida en la fortaleza."

Aura colocó la mano al lado de su larga oreja, haciendo un gesto de escucha al mismo tiempo que respondía. Si la ranger Aura lo decía, entonces no había nada vivo dentro de esta fortaleza.

Aun así, no podían bajar la guardia.

La persona que había derrotado a los Caballeros de la Muerte de Ainz debería de haber pasado por aquí. Si esa persona había tomado muchas clases especializadas en sigilo, podría ser capaz de burlar las habilidades de percepción de Aura.

Pese a ello, alguien así por lo general tendría un pobre poder de ataque, y sería fácil lidiar con él incluso si los emboscaba.

Había muchos cadáveres al interior de la fortaleza, pero a diferencia del pasaje anterior, eran cadáveres de Enanos los que se encontraban por todas partes.

Ainz atravesó la fortaleza hacia la puerta que estaba enfrente de la que habían usado para ingresar. Después de abrirla, vio las fauces de Gran Grieta abriéndose frente a él, y ni siquiera la visión de Ainz pudo ver el fondo.

Ya que más allá no había Quagoas, parecía que se habían retirado sin montar una base de operaciones en el lugar.

"Ésta debe ser la Gran Grieta..."

Ainz se volvió para mirar de izquierda a derecha.

"Pero no parece haber nada parecido a un puente colgante... no, ¿ésa es una parte del puente? Si está ahí, entonces significa que..."

"Es posible que el enemigo haya destruido el puente durante su retirada," dijo Shalltear desde un costado.

"Hm..."

Si el enemigo era un ser poderoso que podía derrotar fácilmente a un Caballero de la Muerte, ¿qué necesidad había de destruir el puente? Si lo habían hecho para bloquear un contraataque, entonces significaba que no tenían mucha confianza en su fuerza — No.

Ainz agitó la cabeza.

Los Caballeros de la Muerte no eran comunes en este mundo. Por lo tanto, el enemigo debía de haber supuesto que había una entidad poderosa controlando a los dos Caballeros de la Muerte. Siendo así, perder el puente no sería una gran pérdida.

"No está mal... Dile a los Enanos que el camino es seguro."

"¡Entendido!"

Mientras Ainz observaba a Shalltear dirigirse hacia los Enanos, vio a Aura en cuclillas. Quiso preguntarle qué estaba haciendo, pero dada su expresión diligente, sería mejor no interrumpir su concentración.

Ainz volvió a mirar la Gran Grieta, luego tomó una piedra y la arrojó dentro. No había un significado especial en ello; lo había hecho por un capricho. Sin embargo, no pudo oír la piedra golpeando el fondo.

"Su profundidad es desconocida, Su Majestad," dijo el comandante que Shalltear había traído consigo. Él debía de haber visto lo que Ainz estaba haciendo. "Enviamos dos expediciones para investigarlo, pero ninguna de ellas regresó."

"Ya veo. Probablemente haya monstruos allá. ...¿Esas cosas han salido alguna vez?"

"Señor, nada como eso ha sucedido hasta la fecha. Por lo tanto, decidimos no enviar más expediciones. Explorar demasiado en lo profundo sería poco prudente."

"Bueno, es verdad."

Ainz podía crear no-muertos incorpóreos parecidos a fantasmas, y al usar magia para compartir sus sentidos, podía llevar a cabo una investigación a fondo. Sin embargo, no había tiempo para ese tipo de cosas.

Dadas las circunstancias actuales, investigar la Gran Grieta tenía poca prioridad. Aun así, tenía que hacerse. En Yggdrasil, los lugares como estos casi siempre ocultaban objetos valiosos o mazmorras.

(Si estuviera en manos de los desarrolladores de mierda, podrían haber ocultado un túnel al fondo de la Gran Grieta, y en ese túnel podría haber minerales poco comunes. No, ellos definitivamente harían eso. De hecho, ya ha pasado antes.)

"—Entonces, cruzaremos al otro lado y perseguiremos a los Quagoa que huyeron hasta llegar a la Capital Real."

El hechizo de vuelo seguía estando activo, así que eso no era un problema en sí mismo. Sin embargo, lo que preocupaba a Ainz era si algo podría salir arrastrándose de la oscuridad.

Era un incidente ocurrido en Yggdrasil, pero Ainz no pudo evitar recordar el momento en que había estado cruzando un lago y descubrió a un monstruo gigante parecido a una serpiente nadando debajo. No era un recuerdo agradable, pero había hecho uso de esa experiencia durante la creación del 5to Piso—

Después de despedirse del comandante, los cuatro levantaron el vuelo, con Shalltear y Aura vigilando abajo de ellos. Sin embargo, sus preocupaciones de hace un momento eran infundadas y llegaron al otro lado sin lograr ver nada debajo.

Dicho esto, Ainz dejó escapar un silencioso suspiro de alivio al sentir sus pies firmemente plantados en tierra firme una vez más. Por supuesto, tenía que mantenerlo en secreto de los demás.

Ainz inspeccionó sus alrededores.

Aquí sólo había cuatro cadáveres enemigos, lo que significaba que los Caballeros de la Muerte habían sido derrotados en este lugar.

"Shalltear, hay unas cuantas cosas que debo decirte ahora."

Luego de llamar a Shalltear, Ainz le echó un vistazo a Aura, y vio que estaba inspeccionando el suelo.

(Tal vez sería mejor llamarla a ella también.) Pensó eso, pero luego meditó que esta vez quería dejarle el papel principal a Shalltear. Luego podría explicarle una versión resumida a Aura.

"¡Espere un momento, Ainz-sama!"

Shalltear sacó una libreta de notas y la abrió.

"Por favor continúe."

"Oh. Umu. Un bloc de notas, eh... Muy atento de tu parte. ¡Ejem! Eh— ahora estamos por entrar a una zona muy peligrosa. En cuanto a por qué es peligrosa, es debido a que hay un ser capaz de derrotar a dos de mis Caballeros de la Muerte. Aunque compararte a un Caballero de la Muerte es casi un insulto—"

"—Nada de eso, Ainz-sama. Usaré toda mi fuerza para enfrentarme a cualquier ser poderoso capaz de derrotar a los Caballeros de la Muerte que usted creo."

"No, no debes usar toda tu fuerza."

"¿Por, por qué? Si el enemigo es fuerte, ¿no debería atacarlo con seriedad? — ¡perdóneme por hacerle una pregunta así, Ainz-sama!"

"En absoluto. Tu pregunta tiene mucho sentido."

Ainz colocó las manos detrás de su espalda, y luego le explicó cómo hacer frente a un enemigo desconocido.

"Sin embargo, debes tener en cuenta cómo es que nuestros enemigos esperan que actuemos. Lo que más desea el enemigo es información — nuestras habilidades de batalla, en otras palabras. Podrían usar tropas desechables para medir nuestra fuerza de combate. Es decir, verificarán nuestras habilidades y cuando sientan que pueden obtener la victoria, atacarán de manera tal que no puedan perder y que nosotros no podamos escapar."

"Y pensar que en realidad harían eso..."

"Por supuesto, no sabemos si el enemigo llegará a esos extremos—"

"Ah... Ainz-sama..."

Aura lo llamó un poco nerviosa, algo muy inusual en ella. Bajo circunstancias normales, él habría detenido su explicación a Shalltear y escuchado a Aura.

Sin embargo, estaba de muy buen humor ya que ésta era una oportunidad de hablar largo y tendido sobre una de sus especialidades.

Por lo tanto, Ainz se volvió hacia Aura y se llevó el dedo índice a la boca.

"¡Ah, sí!"

Aura se dio cuenta. Ainz estaba dando una sentida lección, así que quería que guardara silencio. Había entendido lo que Ainz estaba tratando de decir.

"Como estaba diciendo, Shalltear. Yo haría lo mismo si estuviera luchando contra un enemigo fuerte. No, mis amigos también harían lo mismo."

"¿Los Seres Supremos harían eso también? Pero, comparar a este enemigo con los Seres Supremos es un poco..."

"¿En verdad? Deberías asumir que el enemigo puede hacer todo lo que yo puedo. Sólo los tontos pensarían que son especiales y se confiarían. Permanece siempre cautelosa. En cualquier caso, no deseo que el enemigo conozca nuestra fuerza de lucha total."

Mantener ocultos a los Hanzos también era para desestabilizar los planes del enemigo.

"Por lo tanto, Shalltear, te impondré varias restricciones para nuestro viaje a la Capital Enana — antes de que lleguemos al cuartel del enemigo."

"¡Sí! ¿Qué tipo de restricciones son ésas?"

"Umu. En lo concerniente a la magia... aunque te permito usar hechizos hasta de décimo nivel, no debes usar demasiados hechizos diferentes. Como mucho, limítate a uno o dos."

"...Ya veo, esto es para engañar al enemigo, hacer que se confíe, y luego derrotarlo con un contraataque. Siendo ése el caso... ¿Por qué no limitarme al quinto nivel de magia o uno más bajo?"

"No, de esa forma no lograremos hacerle sentir una falsa sensación de confianza al enemigo. En el momento en el que crean tener la medida de nuestra verdadera fuerza y busquen destruirnos por completo, tendremos la oportunidad para herir mortalmente al enemigo. En mi caso, si viera a mi enemigo atacándome con sólo un par de técnicas y ningún hechizo superior al quinto nivel, inmediatamente concluiría que el enemigo está tratando de ocultar sus habilidades."

"En ese tipo de situación, ¿qué es lo que haría contra esa clase de enemigos?"

"Trataría de pensar en cómo averiguar más sobre ellos. Por ejemplo, podría abandonar brevemente una base prescindible. Luego, reuniría información lentamente. Una vez que el enemigo obtenga la base, sentirán la necesidad de conservarla. Ese tipo de actitud limitará sus acciones, e inevitablemente revelará sus verdaderas intenciones."

"¿Es necesario ser así de cautelosos?"

En un juego, seguía siendo posible recuperarse de una pérdida. Sin embargo, en este mundo, existía la posibilidad de que no pudieran hacerlo. Esto era especialmente cierto en el caso de Ainz, que no había terminado sus experimentos sobre la muerte de jugadores.

"Todas éstas son cosas que se hacen en respuesta a las circunstancias. Shalltear, es necesario pensar, ¿cierto?"

En cualquier caso, debería dejar las cosas allí. Ainz se volvió hacia Aura.

"Entonces, Aura, ¿qué sucede?"

"No, no es nada."

Los ojos de Aura estaban brillando.

Ainz no tenía idea de qué había provocado eso, pero tal vez ella se había sentido impresionada con las tácticas que él le había explicado a Shalltear.

(Hm~ es posible que sean los fundamentos básicos, pero supongo que también debería darle alguna orientación a Aura, ¿cierto? ¿Debería prestarle aquel libro de tácticas PK? Pero eso es lo único que tengo que me da una ventaja sobre los NPCs... ¿Qué debería hacer? Además, alguien me dijo antes que no es bueno dejar que la información se difunda demasiado...)

Justo cuando Ainz se sumía en sus pensamientos, Gondo habló.

"Siento interrumpirlos mientras discuten estrategias, pero ¿no deberíamos seguir avanzando? Si el camino colapsara, tendríamos que buscar otra ruta."

"Es verdad... ¿Deberíamos viajar en bestias mágicas?"

"Podría ser mejor no hacerlo. Podríamos encontrar pasajes pequeños en el camino, y si estamos montados, tendremos que dejar a las bestias allí."

Ainz había pensado en usar criaturas no-muertas que se pudieran montar como los Devoradores de Almas. Si había algún problema simplemente podía volverlas a crear. Sin embargo, sería prudente hacerle caso a las palabras de su guía.

"Lo entiendo. Vamos, entonces."

***

"¡Su Majestad ha partido!"

Cuando oyeron esto, seis de los Concejales Enanos — el Sumo Sacerdote de la Tierra, el Director de la Producción de Alimentos, el Secretario del Gabinete, el Maestro Cervecero, el Maestro de Cuevas y minas, y el Maestro del Gremio de Mercaderes — se estremecieron de la alegría.

Era verdad que el Rey Hechicero no había hecho nada hasta el momento. Sin embargo, no podían descansar en paz con un ser no-muerto —que odiaba a los vivos— de tal poder caminando por las calles.

Las personas en este lugar estaban reunidas para garantizar la seguridad de la ciudad y de su gente. Por lo tanto, tenían que considerar los peores escenarios posibles que podrían ocurrir antes de comprometerse a un plan de acción. Por ejemplo, el Rey Hechicero podría haberse tornado violento de repente y comenzado a masacrar niños. Estas preocupaciones los plagaban todo el día, y consideraban numerosas contramedidas y propuestas útiles.

Ahora que el objeto de su discreta discusión ya no estaba aquí, ¿qué había de malo en saborear la dulce liberación de sus cargas?

"¡Traigan el vino! ¡Traigan el vino!"

Así como la tierra seca anhelaba la lluvia, el alcohol era esencial para sanar los corazones exhaustos.

Nadie podría objetar a eso.

"Aun así, va a volver, ¿verdad?"

El aire se volvió pesado de pronto, y el abatimiento se apoderó de todos ellos.

Sus apretados puños cayeron sin fuerzas hacia abajo.

"¿Deberíamos escapar?"

"¿A dónde podríamos ir? Si huimos después de haber firmado ese pacto con él... Además, le pedimos que recuperara la Capital Real por nosotros, ¿cierto? Si estuviéramos en su lugar, ¿no estaríamos enojados ante esto?"

"Bueno, él podría enojarse... pero yo no tendría la confianza para tomar una postura inflexible contra un ser como ése."

"Ah. Sí, entiendo cómo te sientes."

"...¿Eso realmente es correcto? ¿Qué pasó con tu orgullo, Maestro del Gremio de Comerciantes?"

"Bueno, no es como si fuera posible llegar a un acuerdo justo con una criatura así, ¿correcto? En términos generales, los acuerdos sólo son posibles entre dos partes iguales en circunstancias iguales, ¿correcto? Por lo tanto, en la práctica es imposible llegar a un trato razonable con alguien que es mucho más poderoso que tú."

Los Enanos suspiraron como si fueran uno.

Ninguno de los presentes sentía que el Rey Hechicero fallaría en recuperar la Capital Real. Eso era evidente con sólo darles un vistazo a las bestias mágicas que había dejado atrás. Y luego, estaba el hecho de que era una persona capaz de darse el lujo de dejar atrás monstruos como esos cuando sabía que había un Dragón esperando por él.

"Entonces, cambiemos de tema. ¿Alguien puede estimar cuándo regresará?"

"¿Cómo podríamos saberlo? No es como si pudiéramos preguntarle al hombre directamente. Si se riera y dijera 'Justo ahora', estoy casi seguro que me orinaría."

Esa fueron palabras vergonzosas, pero ninguno de los Enanos se rió de ellas.

"...No hay remedio. Si me dijera eso a mí, también me orinaría."

"Igual aquí. Incluso podría cagarme en los pantalones."

Se miraban el uno al otro mientras pronunciaban esas crudezas.

"¿Nos hemos enterado de algo nuevo? ¿Sabemos algo sobre ese Gondo?"

"Nada en absoluto, sólo que reunió a los herreros rúnicos."

"¿Los herreros rúnicos? ¿Se trataba acerca de ir al Reino Hechicero?"

"¿Quién sabe? ¿Por qué no convocamos a uno de ellos y le preguntamos?"

"Es buena idea, pero ¿eso no le revelaría nuestras cartas a Su Majestad? Actuar precipitadamente es demasiado peligroso. Sólo un idiota tocaría un crisol caliente, después de todo."

"Si ése es el caso, entonces tendremos que decirles a los herreros rúnicos que queremos que vayan al Reino Hechicero. Luego podremos preguntarles de manera casual sobre ello. ¿Qué les parece?"

"...No confío mucho en mi capacidad de hacerlo."

Los enanos murmuraron, "Igual que yo" en respuesta.

"Muy bien, entonces olvidémonos de preguntarles. Sería tonto cavar agujeros innecesarios y terminar muriendo al caer en ellos."

Todos estuvieron de acuerdo con eso. Muchas vidas podrían perderse si se entrometían demasiado y hacían enfadar a Ainz.

"Entonces, les informaremos a los dos de nosotros que no están presentes sobre los asuntos de mañana y que no deben interferir con los herreros. Escuché que el Comandante en Jefe vendrá después, pero ¿qué hay del Maestro Forjador?"

"Yo iré, entonces," dijo el Secretario del Gabinete. "Estoy interesado en qué clase de obra maestra producirá. Además, me estoy preguntando qué tipo de metal fue el que le entregó el Rey Hechicero."

"Lo único que dijo fue que era un metal poco común, pero no hay nada más raro que la adamantita, ¿correcto?"

"Por lo tanto, deber ser más como orichalcum, ¿no?"

Los Enanos eran una raza subterránea. Incluso si sus profesiones no tenían nada que ver con la metalurgia, ellos estarían muy interesados en un metal que no habían visto nunca.

"Si sólo pudiéramos agarrarlo y hacer que nos lo muestre. Ha estado muy ocupado últimamente, ¿verdad?"

Después de recibir el metal del Rey Hechicero, el Maestro Forjador regresó a toda prisa a su taller. Todos sabían cuál era la razón de su prisa, así que no lo detuvieron.

"Bueno, la forja ya debe estar bastante avanzada, teniendo en cuenta que se trata de él. Crear una cota de malla debería resultar en unos cuantos bucles adicionales, así que tal vez podamos tomar prestados algunos."

Tras de un coro de aprobación, la sesión del Consejo se disolvió.

Después de eso, sus cansados cuerpos ansiaban descanso, pero los Enanos eran una raza que organizaba fiestas con alcohol incluso cuando hablaban de tomar un descanso.

"El vino sabe especialmente bueno en el lugar de trabajo," dijeron mientras tomaban las bebidas de alto contenido de alcohol, especiales y exclusivas de los Enanos. En medio de todo esto, al Secretario del Gabinete de pronto se le ocurrió algo y se escabulló de la sala de reuniones convertida en bar.

Naturalmente, estaba yendo a reunirse con el Maestro Forjador.

El taller del Maestro Forjador era enorme, como le correspondía a un hombre que era responsable de la herrería de la nación Enana. Con toda seguridad, era uno de los edificios más grandes en Feoh Gēr. Empleaba a muchos artesanos Enanos y su calor —que podía fundir adamantita— y el golpear de sus martillos sobre yunques nunca se habían detenido antes.

Sin embargo, hoy estaba en silencio — un acontecimiento que le puso los pelos de punta al Secretario del Gabinete.

Estaba seguro de que los crisoles estaban encendidos.

Eso se debía a que la temperatura se elevaba mientras se acercaba a ellos.

En ese caso, ¿a qué se debía este silencio?

El Secretario del Gabinete aceleró el paso, como impulsado por la inquietud fluyendo de él.

Ya había venido aquí antes, así que no dudo al momento de dirigirse al crisol en dónde debían haber estado trabajando los herreros.

Vio a los herreros, todas las caras le eran familiares.

Incapaz de contenerse, suspiró aliviado. Sin embargo, cuando se percató de las miradas de preocupación en las caras de los herreros y de la dirección a la que todos miraban, la inquietud que se había apoderado de su corazón pareció volver a la vida.

"¿Pasa algo malo?"

Cuando preguntó, los ojos de los herreros se iluminaron, como si hubiera llegado su salvador.

"Se ha encerrado allí y se niega a salir."

Aparte de sus gigantescos crisoles, esta fundición también contenía un taller personal para el uso del Maestro Forjador, aunque por derecho propio era más una fundición en miniatura. El Maestro Forjador era un trabajador dedicado, y cuando se hacía cargo de proyectos importante, muy a menudo se encerraba a sí mismo en su interior y no salía por varios días.

Ése era un suceso bastante común. Los discípulos del Maestro Forjador y los otros herreros no deberían de tener esas expresiones de angustia.

"...Pero no es extraño, ¿verdad?"

"Es verdad que se encierra bastante a menudo... pero no se oyen los sonidos del martillo. Y ya ha pasado medio día — no, casi un día entero.'

"...¿Tal vez únicamente está elaborando los planes para el diseño?"

"Eso nunca ha sucedido antes."

El Secretario del Gabinete acarició su barba.

No sentía que esto fuera particularmente sorprendente. Sin embargo, si todos los forjadores sentían lo mismo, entonces probablemente debía ser una emergencia.

"¿Entonces por qué no abren la puerta? ¿Está cerrada?"

"No, no está cerrada. Sin embargo, cada vez que el Maestro Forjador se retira a ese cuarto, odia que la gente abra esa puerta."

"Ya veo. ...Así que quieren que la abra yo, ¿estoy en lo cierto?"

Era algo difícil para los discípulos del Maestro Forjador. Pero alguien de rango equivalente podría tener una mejor oportunidad de no incurrir en la ira del Maestro Forjador.

(Saqué la pajita más corta. Bueno, no hay remedio.)

"Entiendo. Entonces, déjenme hacerlo. Ustedes deberían marcharse primero. Simplemente tómenlo como si yo mismo hubiera insistido en ingresar y no se verán envueltos."

Luego de las gracias de los herreros, el Secretario del Gabinete avanzó y llamó a la puerta.

Sin embargo, no hubo respuesta, sin importan cuántas veces tocaba.

Temiendo lo peor, abrió la puerta con todas sus fuerzas.

Era la misma habitación familiar. Sorprendentemente no hacía calor, aun cuando estaba sólo a una puerta de distancia del gran crisol. Eso se debía al acondicionamiento mágico del aire. Cuando desvió la mirada, vio una llama carmesí ardiendo en las profundidades del crisol.

Y entonces, vio a alguien frente al fuego.

(¿Qué?, ahí está, ¿verdad?) Justo cuando el Secretario del Gabinete estaba por suspirar aliviado, una vez más, contuvo el aliento.

Eso fue porque pudo sentir algo extraño e inexplicable en el aire. ¿Por qué el Maestro Forjador estaba en silencio? De acuerdo a los herreros de afuera, debía de haber reaccionado de inmediato a la intromisión.

"Oye."

Esas palabras fueron poco más que aliento exhalado, pero el hombre debería de haberlas oído. Sin embargo no hubo respuesta de parte del Maestro Forjador.

"¡Oye!"

Ahora el Secretario del Gabinete estaba nervioso y gritó, pero como esperaba, el Maestro Forjador no reaccionó.

Jadeando profusamente, se acercó al lado del Maestro Forjador.

"—¡Oye!"

"¿Qué?"

Una respuesta al fin. El secretario del gabinete, casi se derrumbó a causa de la fuerza que avandonaba sus extremidades.

"¿Qué? ¿Qué? No hagas que—"

Las palabras del Secretario del Gabinete se perdieron.

¿Por qué el Maestro Forjador no se daba la vuelta para mirarlo?

Preocupado por su amigo, el Secretario del Gabinete dio un rodeo para mirarlo a la cara.

Se veía diferente de lo habitual — como si fuera un animal acosado. Más importante aún, tenía una expresión espantosa en la cara, como si estuviera listo para masacrar a su propia gente.

"...¿Qué pasó?"

La cara del Maestro Forjador finalmente se movió en respuesta a las palabras que se le habían escapado por sí solas. No, sus globos oculares se movieron, volviéndose a mirar al rostro del Secretario del Gabinete.

"¿Qué pasó? ¿Qué... pasó? ¡Hmph!"

La mano del Maestro Forjador se movió. Tomó sus tenazas, sacó un lingote de metal ardiente de las llamas del crisol, y luego se lo arrojó al Secretario del Gabinete.

"¡Uwaaaaah!"

El Secretario del Gabinete se apartó con desesperación, y el lingote aterrizó en el suelo con un ruido sordo.

"¡Bastardo! ¡¿Estás intentando matarme?!"

No podía tolerar esto, ni siquiera de un amigo.

El Maestro Forjador sin embargo, sonrió fríamente.

"¿Matarte? Bueno, podrías pensar eso."

Luego, estiró la mano y tomó el lingote. Los herreros típicamente usaban guantes resistentes al calor, pero lo sorprendente era que el Maestro Forjador no estaba usándolos. Tampoco estaba usando ningún objeto mágico que le otorgara tal efecto.

Había tomado el lingote de metal calentado con la mano desnuda.

Tan imprudente y ridícula fue la acción, que el Secretario del Gabinete imaginó poder oler y oír el chisporrotear de la carne del Maestro Forjador. El Maestro Forjador prácticamente escupió sus palabras ante los ojos abiertos del Secretario del Gabinete.

"¡No se calentó!"

"¿Qué, qué fue lo que dijiste?"

"¡Esta maldita cosa no se ha calentado para nada!"

Antes de darse cuenta, el Secretario del Gabinete había cogido el lingote arrojado hacia él. Por un momento, imaginó que estaba emitiendo un calor abrazador, pero no estaba caliente en absoluto. De hecho, estaba sorprendentemente frío.

¿Qué, qué es esto?

Esa pregunta carecía de sentido. Dentro de todo el conociendo que el Secretario del Gabinete poseía, sólo había una cosa que correspondía con la descripción de un metal que se mantenía frío incluso cuando era calentado. Por lo tanto, la pregunta no era más que una formalidad.

De hecho, las siguientes palabras del Maestro Forjador confirmaron sus sospechas.

"¡Es el lingote que ese maldito no-muerto me dio! ¡Lo he calentado todo un día y se mantiene frío! ¡Lo he martillado y no cambia de forma! ¡Ni siquiera puedo dejar una marca en él! ¡¿Cómo demonios se supone que voy a hacer una armadura con eso?!"

"¿No, no crees que te dio un metal que ni siquiera él podía trabajar?"

"Me gustaría pensar eso también. ¡Pero mira, está esta espada hecha del mismo material! ¡Con ella puedo dejarle una marca al lingote! ¡¿Qué demonios significa eso de 'el artesano más experimentado'?! ¡No soy más que un idiota que lo único que puede hacer es quedarse mirando estúpidamente un trozo de metal desconocido!"

El Secretario del Gabinete se esforzó por pensar en cómo reconfortar al alterado Maestro Forjador.

"Entonces, entonces, ¿qué tal si le preguntas cómo trabajarlo a ese ser no-muerto?—"

"¿Aquellos que preguntan cuando no saben son más sabios que aquellos que no lo hacen? Algo como eso, ¿cierto? Es verdad. Los Enanos de antaño tienen razón. Pero — ¿qué valor tiene mi experiencia? Mira estas manos."

Extendió las manos con fuerza. Era un par de manos de artesano; gruesas, pesadas y llenas de cicatrices de antiguas quemaduras. Cualquier artesano se enorgullecería de tales manos.

"He trabajado el metal desde que era un estúpido discípulo. Lo he hecho por más tiempo que cualquiera, hasta ahora. Debido a eso, es natural ser elogiado como el artesano más sobresaliente por mis compañeros. ¡Y la razón de eso es porque he trabajado más duro que cualquier otro!"

La cara del Maestro Forjador estaba retorcida.

"He dedicado mi vida a la herrería. No pienso que haya imposibles, y siempre he creído que a cualquier metal se le puede dar cualquier forma. —¡Qué ridículo que soy! ¡Jaja! ¡¿Qué he estado usando para engañarme?! ¡No era más que una pequeña rana en un pozo! Y pensar que me atreví a llamarme a mí mismo genio. Fui tan tonto."

"No, todo lo que tienes que hacer es comenzar a aprender de nuevo, ¿verdad?"

"Así es. Sí, tienes razón. Aunque me duele oírlo..."

El Maestro Forjador se aferró fuertemente al lingote en su mano.

El hecho de que la cara del Maestro Forjador se había quedado por completo en blanco preocupaba al Secretario del Gabinete.

"Está bien. Tienes razón. Todo lo que tengo que hacer es comenzar a aprender de nuevo. Entonces, ¿qué estás haciendo aquí?"

"Qué estoy... tú... Ah, olvídalo. Ese rey no-muerto ha dejado la ciudad. Mañana celebraremos una reunión del Consejo, y vine a decírtelo. Y también, no interfieras con los herreros rúnicos."

"Así que es eso... lo entiendo. Entonces, te veré mañana."

El Secretario del Gabinete seguía sintiéndose inquieto, pero no se atrevió a mostrarlo.

La fatiga del cuerpo se traducía en la fatiga del espíritu. El Maestro Forjador probablemente se recuperaría luego de una buena noche de descanso. Después de obligarse a aceptar esa explicación, el Secretario del Gabinete regresó a casa.

Sin embargo, al día siguiente, se enteró de que el Maestro Forjador había desaparecido con el lingote.


Parte 2

Se decía que había tres pruebas a lo largo del camino hacia la antigua Capital Real de los Enanos.

La primera era la Gran Grieta.

Naturalmente, no podía cruzarse a pie. Por supuesto, se podía buscar una ruta alterna, pero eso incrementaba las probabilidades de encontrar monstruos. Los monstruos que yacían a la espera al interior de tal terrero eran una amenaza aterradora para los Enanos.

Era muy difícil evadir una emboscada lanzada por monstruos que podían sentir las pisadas de sus presas y atacaban de debajo de la tierra. Un paso en falso podría conducir a ser tragado y digerido. Adicionalmente, había monstruos que podían lanzar ataques psíquicos y asestar golpes mortales mientras las mentes de sus víctimas seguían confundidas.

En lugares como estos, los humanoides como los humanos, Enanos y Elfos eran poco más que presas.

Aunque la forma más segura de cruzar sería siguiendo la ruta exterior que atravesaba la cordillera de montañas, ese camino seguía siendo peligroso incluso para los habitantes de la superficie. Uno debía preocuparse de ser atacado desde arriba por criaturas como Perytons, Harpías, Itsumades, Agilas Gigantes y otros monstruos, así como también por grandes animales voladores. Ya que los humanos tenían un campo visual estrecho hacia arriba hacia abajo de ellos, un descuido momentáneo podría significar no percatarse de una emboscada desde el cielo, y esto a su vez presentaba el riesgo de morir de un solo golpe.

Por lo tanto, simplemente cruzar la Gran Grieta representaba una prueba en sí misma.

Debido a eso, los Enanos habían construido una ciudad en las cercanías y habían tendido un puente colgante. Una vez que el puente cayera, nadie sería capaz de cruzar, y la Gran Grieta serviría como barrera infranqueable para proteger la ciudad.

Ahora que el puente colgante había sido cortado por los Quagoa, la Gran Grieta era un desafío imponente.

Sin embargo—

No les causó ninguna molestia a Ainz y compañía. Después de todo, el uso del hechizo [Volar] lo convertía en un obstáculo trivial.

Luego estaba la segunda prueba — la tierra de lava fundida.

Este mar de calor abrasador brillaba con un resplandor cegador. Era una región extremadamente peligrosa en la que inhalar una sola bocanada del aire ardiente podría carbonizar los pulmones al interior del pecho.

La razón por la que la lava podía fluir a incontables kilómetros por debajo de la tierra era probablemente porque éste era un mundo mágico. Había portales mágicos formados naturalmente, similares a los [Portales] en poder, y estos unían los flujos de magma de esta región a otras distantes.

En medio de este océano abrasador acechaba la razón de que este lugar fuera considerado una prueba.

Se trataba del monstruo que nadaba perezosamente a través del mar ardiente.

Era un monstruo gigantesco de más de 50 metros de largo y parecido a un pez. Para ser más precisos, parecía un pez pescador. Sin embargo, no tenía cebo en la cabeza sino un tentáculo que le servía de manos. Éste podía tomar a un enemigo distante y depositarlo en las fauces descomunales del monstruo.

Su piel era robusta y resistente, y tenía escamas como un pez ordinario, pero su dureza sobrepasaba por mucho incluso al orichalcum.

Muchos monstruos se hacían poderosos porque vivían por largo tiempo. Estos individuos tenían la fama de ser especímenes superiores, y en muchos casos serían clasificados como un tipo diferente de su raza de origen. Este monstruo había completado una forma especial de evolución, y se había convertido en un ser único, imposible de encontrar en cualquier otra parte del mundo.

Y así, estos eran los tres gobernantes del Monte Rappaslea, tal como estaban vinculados por el [Portal]—

El Lord Fénix, que gobernaba el cielo.

El Dragón de Llamas Ancestrales, que gobernaba la tierra.

Y el Lord La-Angler de Lava, que gobernaba el mar subterráneo de magma.

Si fuera clasificado en base a los estimados de dificultad de los aventureros, el señor del océano fundido obtendría alrededor de 140. Con toda certeza, no se podría sobrevivir a un combate contra él.

Afortunadamente, no era muy hábil al enfrentar objetivos terrestres. Uno no podía ser atacado si se mantenía fuera del magma. Sin embargo, la ruta hacia la Capital Real Enana recorría un estrecho camino inestable que se encontraba sólo un poco más elevado que el mar de roca fundida debajo de él.

Un buen número de Quagoa había caído al magma durante su invasión. Sus cuerpos temblaban incapaces de resistir el aire sobrecalentado que soplaba desde abajo, lo que los hacía caer dentro del mar de roca fundida.

Sin embargo—

Cruzar no planteaba problemas para viajeros preparados con inmunidad al fuego y magia de vuelo. Ellos volaron por el aire, muy por encima del alcance del Lord La-Angler de Lava, y ninguno de los dos grupos se percató de la presencia del otro.

De esta manera Ainz y compañía cruzaron el mar de magma.

Hasta ahora las pruebas habían sido fácilmente superadas con la magia de vuelo, así que casi era difícil considerarlas pruebas. Sin embargo, la prueba final era un reto en el sentido real de la palabra; eran una serie de cuevas extensas, sinuosas y con muchas bifurcaciones.

Sin duda calificaba para el título de "laberinto".

Sin embargo, eso por sí solo no contaría como una prueba. No había monstruos en esta zona, así que siempre y cuando uno se tomara algo de tiempo creando un mapa, eventualmente se podría llegar a superarla. Y si eso era todo lo que hacía falta, entonces sólo calificaría de prueba para los que carecieran de alimento y agua — o, en otras palabras, aquellos con tiempo limitado.

Sí — había otra razón por la que este lugar era considerado una prueba.

Esta zona estaba llena de respiraderos que arrojaban columnas de gases volcánicos a intervalos regulares, y había lugares en los que se los gases se acumulaban. En otras palabras, era un área infernal de un veneno invisible y mortal, azotada por fuertes vientos.

Había varias rutas que conducían a la salida, pero sólo había una que lo hacía y a la vez evitaba el gas. E incluso esa ruta podría terminar llenándose de gas si no era atravesada con la suficiente rapidez.

Incluso el uso del hechizo de [Volar] —que había superado cada reto hasta ahora— lo único que les permitiría hacer era avanzar pegados al techo. Pero el gas liberado llenaría con veneno incluso el airea a esa altura. Como mucho, todo lo que les permitiría hacer sería evitar las áreas en las que el gas se había asentado y reunido.

Sin embargo—

Ainz y los Guardianes poseían contramedidas adecuadas contra los ataques portadores de gas, así que para ellos no representaba ningún problema. Más bien, el único que podría ser afectado por ataques de gas era Gondo. Los no-muertos tenían sus inmunidades, y los gases que no infligieran daños de acido o fuego no los dañarían en absoluto. Aura tenía un objeto mágico que la rodeaba de una burbuja de aire fresco, así que el simple gas no serviría de nada contra ella.

En otras palabras, siempre y cuando mantuvieran protegido a Gondo con magia, podría caminar con seguridad a través de los vapores ondulantes de la muerte.

Y así, las tres pruebas —peligros del terreno que eran infranqueables para los que no estuvieran preparados o que no tuvieran conocimientos previos— fueron conquistadas fácilmente por Ainz y su grupo.

El hechizo de Ainz — la [Bendición de Titania], que le indicaba al usuario la mejor ruta a través de una mazmorra— se disipó lentamente. Eso o significaba que su duración había expirado, o que su propósito había terminado.

"...Hm. Parece que hay un cadáver fresco de Quagoa al interior de esa cueva. Pero no los hemos alcanzado aún. Supongo que un día hace una gran diferencia."

"Sin embargo, hemos acortado la brecha en gran medida. En este momento, casi los hemos alcanzado," dijo Aura luego de inspeccionar las huellas en el suelo.

"...En serio. Entonces, discutamos qué haremos luego. ...Gondo, pronto llegaremos a la Capital Real, ¿cierto?"

"Sí. Sólo he oído hablar de ella en leyendas, pero si esas cuevas eran el legendario Laberinto de la Muerte, entonces deberíamos estar allí pronto." Una expresión amarga se formó en la cara de Gondo. "Sin embargo, ¿ése realmente fue un Laberinto de la Muerte?... Las leyendas decían que aquellos que no sabían el camino sólo encontrarían la muerte al final de su viaje..."

Ainz no podía responder a esa pregunta. Después de todo, había sido un reto demasiado simple. Tal vez sólo era una estratagema, para hacerles creer eso a los enemigos que habían logrado salir y luego activar la verdadera trampa. Eso no estaba descartado del todo.

"...Cuando eso suceda, todo lo que debemos hacer es liberarnos de cualquier trampa que nos aguarde. Dicho esto, activar una trampa colocada de antemano es el colmo de la insensatez. Reduzcamos la velocidad y avancemos estando alertas."

Se habían estado moviendo a grandes velocidades para alcanzar al enemigo. Sin embargo, aún no lo habían hecho, incluso después de llegar a este lugar. Así que debían replantear su estrategia y operar bajo el supuesto de que el enemigo ya había regresado a su base.

"Entonces, hay que considerar qué haremos una vez que lleguemos a los cuarteles del enemigo."

Luego de verificar que todos habían asentido, Ainz se volvió hacia Gondo.

"Para comenzar, Gondo y yo tomaremos el Palacio Real. Yo me encargaré del Dragón allí."

Ni los Guardianes ni Gondo objetaron a esto.

Los Dragones del más alto rango eran algunos de los oponentes más fuertes en Yggdrasil. Era muy peligroso separarse de los Guardianes mientras no supieran cuál era la fuerza del enemigo. Sin embargo, Ainz tenía un Objeto de Clase Mundial. Éste poseía muchos poderes, y uno de ellos era muy efectivo contra los Dragones. Por lo tanto, incluso en el peor de los escenarios, él debería ser capaz de escapar del Dragón.

Al contrario, si llevaba a los Guardianes consigo y el enemigo resultaba ser más poderoso de lo esperado, entonces tendría que esforzarse más para lograr escapar.

Con Gondo al lado, lo peor que podría pasar era que Ainz tendría que abandonarlo. Él no podía abandonar las vidas de los hijos de sus amigos. Por lo tanto, la mejor solución era no llevarlos consigo en primer lugar.

(Dragones, eh... lo espero con ansias.)

En Yggdrasil, los Dragones eran enemigos poderosos y también un botín de riquezas.

Ellos dejaban caer buenos cristales de datos, y la probabilidad que tenían de dejar caer artefactos era mayor que la de los monstruos normales. Uno podía recolectar su piel, carne, sangre, colmillos, garras, ojos, escamas y otras partes de sus cuerpos para diversos propósitos.

Se podría decir que eran enemigos deliciosos.

Saber que pronto encontraría a su primer Dragón en este mundo, le llenaba el corazón con una mezcla de inquietud, anticipación y deseo. Ainz estaba tan contento que casi no podía contenerse.

De acuerdo a los Enanos, el poderoso Dragón de Escarcha que había asolado la ciudad occidental podría estar aquí. Si las cosas iban mal, él podría enfrentar otra batalla con pocas probabilidades de obtener la victoria, similar a la que había tenido con Shalltear.

(¿Podría ser que ese Dragón derrotó a los Caballeros de la Muerte? Tengo posibilidades de lograrlo si se trata de la misma entidad, pero será un problema si se trata de alguien más. ¿Debería permanecer oculto y llevar a todos excepto a los Hanzos? — no, ésta debería ser la decisión correcta.)

"—¿Ainz-sama?"

"¿Hm? Ahh, Shalltear. Perdóname, estaba perdido en mis pensamientos. Entonces, también les daré sus órdenes a ustedes dos. Aura y Shalltear, ustedes enfrentarán a los Quagoa y los someterán a mi autoridad. Si se atreven a rehusarse, ¡entonces les mostrarán el poder de Nazarick!"

Las dos Guardianas respondieron con afirmaciones contundentes.

La mirada de Ainz se desplazó hacia Gondo. No parecía que él tuviera algo que decir. Esa actitud parecía indicar que aceptaría cualquier decisión que Ainz tomara.

Aunque Ainz había acordado deshacerse de los Quagoa, no tenía la intención de exterminarlos por completo. Sencillamente, sentía que el genocidio de una raza que no existía en Yggdrasil era un desperdicio. En efecto, matarlos a todos podría eliminar su raza por completo del mundo. No, incluso si no era así, en el futuro ellos podrían terminar siendo beneficiosos para Nazarick.

Por supuesto, también podrían ser perjudiciales para Nazarick. Sin embargo, extirparlos antes de verificar eso sería un desperdicio.

(Exterminarlos es fácil, pero revivirlos es difícil. Por lo tanto, sólo hay un camino que puedo tomar. Y además—)

"Si son tontos que no me jurarán su lealtad, entonces reduzcan sus números a alrededor de 10'000. Intenten dejar con vida a los fuertes. Sin embargo, después de considerar los posibles problemas futuros, no los seleccionen únicamente en base a la fuerza. Deben asegurarse de que la mitad de sus números sean mujeres. Además, no deben dejar que ninguno escape, ¿lo entienden? Especialmente el que es el equivalente de su rey."

"Pero... Ainz-sama..."

Ainz instó a Aura —que parecía deprimida— a continuar hablando.

"No sabemos con exactitud qué tan grande es la Capital Enana, pero parece ser un área bastante amplia. Será difícil que sólo nosotras dos podamos asegurarnos de que los Quagoa no escapen de un espacio tan amplio. ¿Qué deberíamos hacer?"

"Hm. Una pregunta razonable. Debido a eso— Aura, es tu momento de brillar. Usa el Objeto de Clase Mundial que te di antes."

"¿E, eso en verdad estará bien?"

"Umu. Es ahora cuando debe usarse."

"¡E, entendido!"

La tensión estaba escrita en todos sus rostros.

"Aunque ese Objeto de Clase Mundial no tiene un límite de usos, si el enemigo cumple determinadas condiciones y escapa, la propiedad del Objeto les será transferida de inmediato a ellos. Ése es el peor escenario y debemos evitarlo a toda costa."

Ainz recordó el incidente en el que Ainz Ooal Gown tomó posesión del Objeto.

¿Cuántos correos había enviado el enemigo, rogándoles que "se lo devolvieran"?

Ainz resopló.

"Si no querían perderlo, no deberían haberlo usado", fue su firme respuesta. No había nada más estúpido que un gremio que no podía aceptar una conclusión así de racional. Si no querían perderlo, deberían de haberlo ocultado en su tesorería y nunca haberlo sacado. Por lo tanto, Ainz seguía haciendo hincapié en ello, aun cuando sentía que no habría problemas en usarlo.

"Además, debes tener cuidado de los oponentes que no puedas meter en su interior, porque tales oponentes poseen Objetos de Clase Mundial también."

"Eso significa que usted tampoco podrá entrar, ¿cierto, Ainz-sama?"

"No cuando se abra. Sin embargo, hay formas de ingresar si escoges hacerlo. Es necesario prestar atención al desfase del tiempo cuando eso suceda... Muy bien, vamos, entonces."

Guiados por Aura, el grupo emprendió el camino.

Tal vez era porque estaban cerca a la Capital Real Enana, pero incluso las cavernas formadas naturalmente eran fáciles de recorrer. Todas las estalactitas y estalagmitas habían sido cortadas, probablemente para facilitar el paso. Caminaron durante un tiempo, rodeados de la labor de los Enanos.

Aura —que caminaba a la cabeza— se detuvo de pronto. Luego acercó una mano a su larga oreja, escuchando con atención.

Ainz y los otros guardaron silencio, esperando la respuesta de Aura.

"Ainz-sama, puedo oír a muchos seres vivos más adelante, son cientos. No puedo estimar la distancia con exactitud, pero creo que haremos contacto con ellos en unos minutos."

"Ooh... ¿Ya los alcanzamos?"

"No, no parece que estén moviéndose. Se siente como si estuvieran esperando..."

"Ya veo. ¿Se percataron que los perseguimos? ¿Son tropas de emboscada?"

Si ése era el caso, probablemente habían usado algún tipo de magia de adivinación para espiar a Ainz y a los otros.

Ainz esbozó una sonrisa.

Hasta ahora, no habían dejado que el enemigo observara el poder que tenían. Y debido a eso, ahora querían enfrentar a su unidad contra Ainz para observar sus habilidades.

Por la firmeza del enemigo y por sus acciones, Ainz podía deducir la ansiedad y la disposición que tenían para sacrificar vidas con el fin de averiguar más sobre ellos. Y eso hizo que Ainz sintiera que había ganado la batalla de ingenios contra sus oponentes.

"Ainz-sama, ¿deberíamos capturarlos?"

"Hm, ahora que lo pienso, no les hemos mostrado muchas de nuestras habilidades todavía. Por lo tanto, reunamos algo de información antes de aplastar su cuartel general de un solo golpe."

"¡Entendido!"

Además, incluso si en verdad obtenían información sobre ellos, no podrían idear una contra-estrategia con facilidad.

Había dos tipos principales de personajes en Yggdrasil.

Estaban aquellos especializados en un campo en particular, y aquellos cuyas habilidades estaban uniformemente distribuidas.

En el primero de los casos, incluso si obtenían información de un enemigo, tendrían dificultades para encargarse de él si es que la información no correspondía con la especialidad que tenían. En el segundo caso, era posible que pudieran lidiar con sus enemigos, pero debido a la repartición uniforme de las habilidades de poseían, dichas contramedidas en su contra no serían infalibles.

Por supuesto, podría haber gente como Ainz que conocía muchos hechizos y que poseía muchos objetos dejados atrás por sus camaradas, y que por lo tanto eran capaces de de adaptarse a las circunstancias, o gente como Touch Me, con habilidades en general muy altas, pero esas personas eran la excepción a la regla. Por lo tanto, sólo había una cosa de la que tenían que preocuparse.

(...El número de entidades poderosas. El hecho de no conocer ése número me asusta un poco. Teniendo en cuenta que no puedo verificar ese punto por completo, debería seguir teniendo en mente la idea de una retirada — hm. Bueno, en cualquier caso, no podemos proceder sin golpearlos y ver qué es lo que el enemigo tiene bajo la manga. —Ohh, parece que el espíritu de Yamaiko-san está poseyéndome...)

"Shalltear. No perderás el control esta vez, ¿verdad?"

"¡Por supuesto!"

Shalltear preparó su Lanza Spuit.

"Muy bien. Normalmente, deberíamos evitar revelarle al enemigo que poseemos objetos de clase divina. Sin embargo, no podrán enterarse si es que no poseen excelentes habilidades de detección. Está bien, vamos."

"¡Entendido!"

***

Al interior de Feoh Berkanan —La majestuosa y magnífica antigua Capital Real de los Enanos, construida durante la flor de su civilización— el edificio más grande además del Palacio Real, era el Gremio de Mercaderes, ya que contenía muchos cuartos, usados durante las reuniones, y bóvedas temporales, usadas para almacenar recursos por corto tiempo.

Este edificio era usado por muchos Enanos, y era la estructura más grande de toda la ciudad. Y ahora, era la residencia del Jefe de los Clanes Quagoa, Pe Riyuro.

Para cuando Yozu regresó, Riyuro se encontraba sentado —casi hundido— en un gran y suave cojín. Su actitud era la que tendría de forma normal, sin ningún rastro de ira o ansiedad, incluso luego de oír sobre el fracaso de Yozu.

Yozu hizo una reverencia, y describió lo que había ocurrido.

Aunque lo importante ya había sido transmitido con un mensajero, él estaba aquí para explicar los detalles. En particular, tenía que explicar en detalle las cartas del triunfo de los Enanos, las armaduras que había visto con sus propios ojos.

Riyuro escuchó en silencio, y luego movió la mano lentamente, metiéndola en la jaula que tenía al lado. Tomó un lagarto, que no paraba de chillar; un lagarto gordo, redondo y jugoso, un aperitivo digno de un rey.

Riyuro extendió la mano que sostenía el lagarto hacia Yozu.

"—¿Quieres un poco?"

"No, no gracias."

"¿De veras?, murmuró Riyuro. Luego aplastó la cabeza del lagarto con sus mandíbulas, y Yozu pudo percibir el débil aroma de la sangre y las entrañas."

Los 20 centímetros del lagarto desaparecieron en la boca de Riyuro al cabo de tres bocados.

Riyuro se limpió las manos y la boca empapadas de sangre con una toalla cercana.

"—Y entonces te retiraste. ¿Qué fue de tus perseguidores?"

"No estamos seguros de eso. Sin embargo—"

Ya que el puente colgante había caído, no pensaba que el enemigo continuaría con la persecución. Y francamente, tenían a los Enanos de la garganta. Todo lo que los Enanos podían hacer era reforzar sus defensas, encontrar y sellar la ruta alterna, y luego, tal vez, podrían montar un contraataque en este lugar.

La razón por la que habían enviado sólo a esas dos armaduras negras, era o bien porque probablemente eran lo suficientemente estúpidos como para dividir sus fuerzas, o bien porque ésa era toda la fuerza militar que poseían.

Ésta era la opinión de Yozu, la cual compartió con Riyuro.

"No sería extraño si hubieran una o dos más de ellas."

Riyuro pareció sentir la demostración inconsciente de sorpresa de Yozu. Manoseaba repetidamente a los lagartos en la jaula mientras explicaba perezosamente lo que había querido decir.

Los Enanos estaban confiados de la capacidad defensiva de su fortaleza. Si ésta caía, ellos sentirían que las probabilidades de perder la ciudad eran demasiado altas. Por lo tanto, no era un error asumir que las armaduras negras que habían enviado eran una parte significativa de sus fuerzas totales.

Sin embargo, ya que ellos no sabían exactamente cómo había sido conquistada la fortaleza, comprometer a todas sus fuerzas sería una apuesta peligrosa. Si había múltiples rutas de infiltración, entonces estarían perdidos.

Aunque no era una situación en la que podían dividir sus fuerzas de a pocos, tampoco tenían la información suficiente como para comprometerla toda en un solo contraataque.

Por lo tanto, incluso si había más armaduras, probablemente sólo habría uno, o tal vez dos más. Esto era lo que se le había ocurrido.

Yozu sintió que las cosas eran exactamente como las había descrito su Señor, y estaba lleno de admiración ante la sabiduría que demostraba.

"Entonces, ¿quién crees que pueda derrotar a esos Golems?"

"¡Estoy seguro que usted podría hacerlo, mi Señor!"

Riyuro era el ser más poderoso entre los ocho clanes Quagoa. En efecto, su capacidad de lucha era ejemplar.

Él bien podría ser capaz de luchar contra toda la raza Quagoa por sí solo y emerger victorioso. Nunca antes había habido alguien como él en la historia de los Quagoa.

Yozu recordó la visión de Riyuro luchando contra un monstruo en el pasado. Estaba completamente seguro de que la fuerza de Riyuro era superior a la de los Golems.

"Basta de palabrerías. ¿Realmente lo crees?"

"¡Sí! ¡Lo creo!"

Riyuro rió con amargura, pero la respuesta de Yozu era sincera. No tenía otra respuesta que ofrecerle además de esa.

"...¿En cuál de los Clanes fue que naciste?"

Una pregunta inesperada. Después de que Yozu respondiera con su clan de nacimiento, Riyuro se sumió una vez más en sus pensamientos.

"Ya veo... En ese caso, realmente debes pensar que puedo ganar, ¿cierto?"

"¿Qué, qué significa eso?"

"Simplemente sospechaba que podrías haber pensado que ésta era una oportunidad para deshacerte de mí. Es verdad que soy más fuerte que cualquiera en nuestra especie. Debido a eso, podrías buscar hacerme luchar contra los Golems al haber subestimado su fuerza. Entonces, los Golems me matarían. Bueno, si hicieras eso, nadie podría derrotar a los Golems... pero recibirían daños en su batalla contra mí, y entonces podrías ser capaz de acabar con ellos usando los números."

Aunque el Señor al que le había jurado lealtad había dejado caer sus sospechas sobre él, el corazón de Yozu no estaba lleno con nada más que con respeto.

Si él estuviera en el lugar de Riyuro, podría no haber reflexionado tan profundamente sobre el tema.

Yozu creía firmemente que Riyuro era el verdadero Señor de los Quagoa, y su lealtad se hizo incluso más profunda.

Riyuro no entendió del todo al hombre frente a él, y le hizo una pregunta.

"...¿Por qué no respondiste de inmediato que no tenías ese tipo de intenciones?"

"¡Sí! ¡Mis, mis más profundas disculpas! ¡Simplemente estaba hipnotizado por sus profundas reflexiones, mi Señor! ¡Como dijo, no albergaba tales intensiones!"

Riyuro rió en voz alta.

"¡Eres un tipo muy interesante! ...Los hombres que te asigné fueron perdidos sin razón, así que debe haber un castigo. Pero no infligiré heridas en ti, eso podría afectar tu desarrollo futuro. A decir verdad, te enteraste de los Golems y regresaste luego de percatarte de que era información importante. Además, que hayas anticipado la persecución del enemigo y que hayas asignado parte de las tropas a la defensa de la ciudad demuestra la agudeza de tu mente."

"¡Muchas gracias!"

Yozu se inclinó profundamente.

"Ahora, tengo una pregunta para un excelente líder como tú. ¿Cómo reuniremos más información sobre esos Golems?"

"Atacando la nación de los cortos."

"Ésa es una forma de hacerlo. Si hicieras eso, podríamos enterarnos de si realmente tienen Golems en la reserva."

"¡Sí! Si ya no hay más, entonces debemos conquistar la ciudad tan pronto como nos sea posible, sin importar las pérdidas que suframos."

"Umu", asintió Riyuro.

Si se tratara de una cuestión de vidas, entonces sería necesario mucho tiempo para concebirlas y criarlas. Sin embargo, los Golems sólo necesitaban ser construidos. El tiempo no estaba de su parte, sino de parte del enemigo.

"¿Qué otros métodos hay?"

"Perdóneme, pero no puedo pensar en nada por el momento."

Riyuro extendió la mano hacia la jaula llena de lagartos y tomó otro.

"...¿Te gustaría éste?"

(¿Me veo así de hambriento?)

Era verdad que había escapado hasta aquí con todas sus fuerzas, y que hasta ahora ni siquiera había comido o descansado adecuadamente. Sin embargo, no estaba lo suficientemente sediento o hambriento como para mendigar comida de la mesa de su Señor.

"No, gracias."

"Ya veo," respondió Riyuro. Luego, arrancó la cabeza del lagarto de un mordisco tal como había hecho con el anterior. Cuando terminó de devorarlo de manera similar, Yozu le hizo una pregunta.

"Entonces, mi Señor. ¿Ha pensado en algún otro método?"

"Ah, sí. Podemos preguntárselo a ese tipo. Su sabiduría es mucho mayor que la mía... Aunque, lo preocupante es que el pago que demandará será igualmente elevado."

"Pago, eso quiere decir... ¡podría ser!"

Por lo que había dicho, Yozu lo adivinó de inmediato.

"Correcto. Debemos darle a los Dragones—"

Justo cuando Riyuro estaba a punto de continuar, hubo una perturbación en el exterior, y las puertas se abrieron estrepitosamente.

"¡Jefe del Clan!"

Era uno de los guardias.

"Parece urgente, ¿qué ha pasado?"

"¡Sí! ¡Parece ser que alguien viene camino a la ciudad!"

"¿De dónde están viniendo?"

De acuerdo al guardia, venían del flanco en el que Yozu había posicionado a sus tropas. En otras palabras, venían de la nación Enana.

"Así que han enviado a sus tropas de persecución... He subestimado a los cortos."

Con eso, Riyuro se puse de pie.

Los ojos de Yozu parecían preguntarle a dónde se dirigía. Riyuro sintió eso, y respondió:

"Parece que nos hemos ahorrado una gran cantidad de decisiones. Ahora Iré a ver a los Dragones."

"¿Les preguntará sobre los Golems?"

"No. Voy a convencerlos de que se encarguen de los cortos que se aproximan. Ya que son cortos, seguramente tendrán a sus Golems con ellos. Así que, haremos que luchen con los Dragones y debilitaremos a ambos bandos. ...Hmph. Bien podríamos dejar que se ganen el pan que comen."

El Jefe de los Clanes estaba profundamente furioso por cómo los Dragones habían tomado el mejor lugar de la ciudad —el Palacio Real— para sí mismos. Esto era algo que sólo lo sabían sus confidentes más cercanos, además de la forma en la que el Jefe de los Clanes había ocultado astutamente esos sentimientos y se había postrado ante los Dragones.

Había una abrumadora diferencia de poder entre los Dragones y los Quagoa.

Por lo tanto, tenían que fingir un aire de servidumbre hasta que pudieran reducir la fuerza de los Dragones. Sin embargo, en la cordillera de montañas, eran muy pocos los seres que podían luchar en igualdad con los Dragones. Salvo una importante excepción, esos probablemente serían los Gigantes de Hielo.

Y ahora, la oportunidad había llegado, dijo Riyuro.

"Yozu, no es muy probable, pero sólo por si acaso, comiencen a movilizarse al distrito en ruinas. No quiero que se vean envueltos en las batallas de los Dragones."

Uno de los distritos de la Capital Real Enana había sido completamente destruido antes de que los Quagoa se apoderaran de ella. Los Quagoa no habían reconstruido esta área con el fin de usarla como un lugar de concentración para reunir a un gran ejército. Parecía que finalmente sería usada.

"Entendido."

"Entonces... ¿puedes ayudarme a preparar algunas ofrendas para la reunión con los Dragones? Les gustan las joyas, así que prepara algunas. Confío en que también sabes que son muy codiciosos y que no aceptarán de inmediato el pago inicial. Seguramente incrementarán el precio. Con eso en mente, prepara algunos objetos de poco valor también."

Después de asentir con la cabeza hacia Riyuro para mostrarle que lo entendía, Yozu comenzó de inmediato con los preparativos.

***

Los Dragones eran la más poderosa de las especies de este mundo. Había razas que podían adaptarse a las duras tierras a las que la humanidad no podía acceder. La Cordillera de Montañas Azellisia no era la excepción, y los Dragones gobernaban aquí.

Estos Dragones eran conocidos como Dragones de Escarcha.

Usualmente, los dragones tenían cuerpos esbeltos. Cuerpos que no recordaban a las figuras reptantes de los lagartos tanto como recordaban a las de los gatos. Entre ellos, los Dragones de Escarcha eran incluso más delgados, parecidos a serpientes.

Sus escamas eran blanco azuladas, pero cuando se hacían mayores, se volvían blancas como la nieve. Habiéndose adaptado a su entorno, poseían inmunidad al frío, pero a cambio, eran vulnerables al fuego.

Además, estaba la carta del triunfo de las razas Dracónicas. Poseían el aterrador poder del aliento congelante de Dragón.

El Señor de estos Dragones de Escarcha, Olasird'arc Haylilyal, enrollado alrededor de su trono, miraba desde lo alto al Quagoa que ansiaba una audiencia con él.

"Así que, has venido. ¿Qué sucede?"

"Sí, estoy profundamente honrado de que se me haya concedido una audiencia con el poderoso Lord Dragón Blanco, Olasird'arc Haylilyal—"

"Ahórrate las formalidades. Ve al grano."

Dicho esto, los ojos de Olasird'arc se estrecharon ligeramente.

Ser un Lord Dragón tenía un significado especial entre los Dragones. Era un título otorgado a aquellos que habían alcanzado la categoría de edad más alta (Ancestral) entre los Dragones, o a poderosos Dragones que poseían poderes especiales, o a aquellos que podían usar magia exótica. Estos Dragones excepcionales recibían el título de Lord.

Era muy agradable que se dirijan a uno por un título así de glorioso.

"¡Sí! En primer lugar, deseo agradecerle por concederme una audiencia."

El Quagoa esperando detrás del Señor Quagoa sacó un fardo viejo y destartalado.

Lo abrieron, y como esperaba, el brillo del oro fluyó de dentro.

No era suficiente para satisfacerlo, pero esa cantidad debería haber sido todo lo que los Quagoa pudieron reunir, así que tenía que aguantarlo.

"Muy bien entones, ¿Qué es lo que quieren?"

"¡Sí! En realidad, hay algunos visitantes inesperados con intenciones que amenazan nuestro hogar, así que estaba preguntándome si podíamos invocar su inigualable fuerza, Lord Dragón Blanco-sama."

"Hm..."

Para Olasird'arc, los Quagoa eran una especie inferior. Eran seres que debían reverenciar a los poderosos Dragones, y eran comparables a sus posesiones. Era un poco irritante permitir que alguien los matara cuando quería. Sin embargo, era igualmente indignante que él tuviera que hacer algo en nombre de formas de vida así de inferiores.

La mirada de Olasird'arc recayó sobre su resplandeciente trono — una pequeña montaña de oro y piedras preciosas.

Un hábito que unía a todos los Dragones era su amor por los metales preciosos, las joyas, los objetos mágicos y las riquezas relacionadas. Olasird'arc no era la excepción a ese respecto.

Sin embargo, aunque podría ser capaz de excavar túneles y extraer metales o gemas preciosas crudas, él no podía procesarlas. Además, los poderosos no debían hacer ese tipo de cosas. Para eso estaban los esclavos.

Por lo tanto, no importaba si tenía que molestarse en nombre de sus esclavos. Su corazón rebosaba con ese tipo de sentimientos generosos.

"¿Y quiénes son estas personas?"

"No estamos seguros. Aún no hemos logrado averiguar sus verdaderas identidades. Sin embargo, deben de ser Enanos."

"Enanos. ...Umu."

Olasird'arc le echó un vistazo a la gran puerta detrás de él.

A espaldas de esa puerta se encontraba la antigua tesorería de la Ciudad Enana.

Sin importar cuantas veces la había atacado, ésta no se abría ni era destruida. La magia protectora utilizada en ella por los herreros rúnicos Enanos había defendido sus tesoros de todos los ataques a los que él la había sometido.

Hace mucho que su obsesión con los contenidos de la bóveda se había desvanecido, y ahora esa puerta era poco más que un poste para afilar sus garras. Sin embargo, cuando oyó sobre los Enanos, las cenizas humeantes en su corazón se encendieron una vez más.

Si estos Enanos habían podido llegar hasta aquí, entonces tal vez tendrían una forma de abrir la bóveda.

(¿Llegó el momento de abandonar a los Quagoa? Los Enanos son más útiles, de diversas formas.)

Mientras Olasird'arc reflexionaba estos asuntos, miró fríamente al Quagoa debajo de él, y las súplicas del Señor de los Quagoa finalmente llegaron a su fin.

"Estoy seguro que usted será capaz de derrotar a los Enanos o a cualquiera con despectiva facilidad, Lord Dragón Blanco-sama. ¡Por favor, préstenos su fuerza! Por supuesto, cuando sean derrotados le ofreceremos el doble de la suma de hace un momento, ¡sin importar lo que nos cueste!"

Con esto último estimulando su codicia, la cara de Olasird'arc se contrajo.

"...Ya veo. Lo tendré en cuenta."

"¡Por favor espere! ¡Lord Dragón Blanco-sama, el enemigo está cerca! ¡Y los Enanos buscan recuperar esta ciudad!"

Olasird'arc volvió su perspicaz mirada hacia el Quagoa.

"¿Qué quieres decir con eso? ¿Estás insinuando que estos Enanos miserables son capaces de expulsarme de mi nido?"

"¡No quise decir eso! ¡Pero, no hay cómo saber lo que esos Enanos están planeando! ¡Por lo que sabemos, incluso podrían tener una manera de destruir esta ciudad!"

"¿No crees que ya lo habrían hecho si ése fuera el caso?"

"¡Es muy probable que sus intenciones sean destruir la ciudad desde dentro!"

"Hm," Olasird'arc pensó. Parecía un poco exagerado, pero no podía descartarlo por completo.

Este lugar era absolutamente necesario para la creación de un Imperio Dracónico.

Después de hacerse del control del Palacio Real de los Enanos, les había ordenado a sus esposas que pusieran sus huevos allí, y que luego criaran a sus hijos mientras crecían.

En el pasado, encontraban un lugar al azar y abandonaban los huevos una vez depositados allí, o los echaban del nido luego de uno o dos años de haber nacido. Eso no haría más fuerte a la raza Dracónica.

(Debo incrementar el número de mis vástagos, y luego subyugar a los Gigantes de Hielo. Entonces, podré dominar por completo esta cordillera de montañas), fue lo que Olasird'arc había pensado.

Los Gigantes de Hielo y los Dragones de Escarcha eran los depredadores máximos de esta cordillera de montañas. Por lo tanto, habían luchado por mucho tiempo para determinar quién era el más poderoso.

Los Gigantes de Hielo eran inmunes al frío, lo que significaba que la carta del triunfo de los Dragones de Escarcha, el aliento congelante de Dragón, no podía dañarlos. El poder de las gigantescas armas que portaban los Gigantes de Hielo no podía ser ignorado, ni siquiera por los Dragones. Si todo se reducía a los números, los Dragones bien podrían ser derrotados. En efecto, había Dragones de Escarcha que habían sido vencidos por los Gigantes de Hielo, y que eran usados como sabuesos por ellos.

Naturalmente, los Dragones de Escarcha también sabían eso. Si Olasird'arc fuera uno de ellos, no dejaría pasar la oportunidad de destruir a un poderoso oponente antes de dejar que se incrementaran sus números. Si él tuviera que abandonar este territorio, entonces las tribus de Gigantes de Hielo seguramente se unirían para atacarlos antes de que pudieran hacerse de una nueva sede de poder.

Olasird'arc observó a sus concubinas, tendidas ociosamente en el cuarto.

Eran tres Dragones hembra.

Estaba la más joven de ellas, con un único cuerno de alabastro, Mianatalon Fuviness.

La que muchas veces había luchado por territorio con Olasird'arc, Munuinia Ilyslym.

Y luego estaba el único Dragón residente aquí que podía usar magia divina (aunque sólo del 1er nivel), Kilystran Denshushua.

"¿Qué les parece?"

"...¿Por qué no ayudarlos? Después de todo, los pequeños Enanos miserables difícilmente son enemigos temibles."

"También estoy de acuerdo. Francamente, no me importa lo que digan. Pero si los Enanos atacan, sabiendo que estamos aquí, sería equivalente a menospreciarnos. Deberíamos inculcar miedo en los corazones de esas pequeñas criaturas arrogantes."

Él dirigió la mirada de Munuinia —que estaba arañando el suelo con una filosa garra— hacia Kilystran.

"¿Y qué piensas tú?"

Después de dirigirse a ella, Kilystran inclinó la cabeza a un lado.

"Me opongo y estoy de acuerdo. Me opongo porque no podemos estar seguros de que estos atacantes sean realmente Enanos. Además, si están atacando y están al tanto de nuestra presencia, seguramente deben de haber tomado en cuenta nuestro poder. Sin embargo, aunque la idea misma de destruir esta ciudad es absurda, un mecanismo capaz de algo así no está fuera del alcance de la tecnología de los Enanos. Sería absurdo no responder a eso."

Olasird'arc sonrió con amargura. Ella tenía una personalidad tan retorcida. Era por eso que le gustaba.

"Entonces, ha ganado el sí. —Bueno. Aceptaré tu pedido, Quagoa inferior."

"¡Sí! ¡Tiene mi más profunda gratitud!"

Mientras Olasird'arc observaba fríamente al Quagoa humillándose ante él, hizo un pronunciamiento.

"Sin embargo, debes ofrecer un tributo de diez veces la cantidad del anterior."

"¡Diez! ¡Diez veces!"

Olasird'arc resopló ante el Señor Quagoa, que había levantado la cabeza.

"Ni siquiera saben quién está atacando. Por lo menos eso cabría esperar. ...Entonces, ¿qué harán? Si no pueden obtener la cantidad requerida, entonces pueden encargarse ustedes mismos."

"¡Por, por favor espere! ¡Le ofreceremos el tributo! ¡Por favor permítanos ofrecerle el tributo!"

De pronto, algo se le ocurrió a Olasird'arc.

¿Los Quagoa realmente podían pagar tal cantidad de oro? ¿O se debía a que los Enanos eran oponentes inimaginablemente poderosos, y era por eso que estaban esforzándose tanto por hacer que él se comprometiera sin importar cuánto tuvieran que pagar?

(Bueno, no tiene importancia. Si no pueden pagar, entonces justo como dijo Munuinia, inculcaré un terror imborrable en los corazones de esos debiluchos (Quagoa).)

"Entonces, desaparece."

"¡Sí! Pero... ¿cuándo podemos esperar que venga?"

"Pronto. Hasta entonces, esperen."

"¡Sí!"

Mientras Olasird'arc observaba marcharse a los Quagoa, Mianatalon preguntó:

"¿Irás tú en persona?"

"Sí, claro. Por supuesto que no."

Olasird'arc era el Dragón más poderoso aquí. Siendo así, sería tonto que fuera él quien luchara en nombre de sus esclavos incluso si le habían pagado. Por lo tanto—

"A quién debería enviar... ¿Cuál de sus hijos sería mejor?"

Todos eran sus hijos. Cada uno de los Dragones aquí a excepción de sus concubinas estaban unidos por sangre a Olasird'arc.

"En ese caso, envía a mi hijo."

"¿Al tuyo? ¿A cuál?"

Kilystran había parido a cuatro hijos para Olasird'arc, y cada uno de ellos era un Dragón de más de un siglo de edad. Ellos eran mucho más poderosos que los Quagoa.

"Al mayor, por supuesto."

"¿Hejinmal, entonces?"

Olasird'arc frunció el ceño.

"Ese chico podrá tener ese aspecto, pero tiene una buena cabeza sobre los hombros y podrá ver a los oponentes por lo que realmente son. Si resultan ser Enanos, ¿no crees que llevará a cabo una negociación sin objeciones? Te debes estar comenzando a cansar de los esclavos Quagoa, ¿verdad?"

"¿Realmente podrá hacer todo eso? ¿No podrían hacerlo los otros niños?"

Olasird'arc estaba de acuerdo con lo que dijo Munuinia.

"Mejor que Toranjelit, por lo menos."

"...Kilystran. Lo más importante para los Dragones es el poder de sus cuerpos. Uno no puede derrotar al poder y a la velocidad con la cabeza. Olasird'arc me derrotó porque su cuerpo era más fuerte que el mío. Recuerda eso. ¡El cuerpo superior de Toranjelit es mucho mejor que el de Hejinmal!"

Toranjelit era uno de los hijos de Olasird'arc y de Munuinia. En términos de fuerza bruta, era el mejor entre su prole.

"Pero las cosas saldrán mal si no piensas. Si envías a tu hijo —que podría matar a los Quagoa sin razón— ¿quién sabe qué terminarán haciendo?"

"Es suficiente."

Olasird'arc detuvo a Munuinia, que estaba por decir algo, y luego miró a la cara a Mianatalon. Ella parecía encontrar terriblemente aburrida toda esta pelea.

"Sigamos la idea de Kilystran y llamemos a Hejinmal."

"No tiene caso. No vendrá."

Olasird'arc sintió que su plan comenzaba a desbaratarse desde el principio.

Munuinia rió, un sonido descontento y leve. Sería molesto si comenzaban a discutir de nuevo, y Olasird'arc levantó la voz.

"Sólo derriba la puerta o algo y sácalo."

"Vaya, no destruí tu fortaleza porque me lo pediste. ¿Eso significa que me estás dando permiso? Aunque, podría ser que no sea sólo la puerta la que termine destruida.

Efectivamente, él recordaba haber dicho esas palabras. Aunque los Dragones eran muy hábiles, no podían reconstruir una puerta una vez destruida, y no sabían magia que pudiera hacer eso. Por lo tanto, si destruían algo, lo dejarían donde estaba.

Siendo el Lord Dragón Blanco, sería una vergüenza vivir en un castillo lleno de agujeros. Por lo tanto había demandado que sus concubinas y sus vástagos siguieran esa regla.

Aunque sus concubinas probablemente irían si él lo ordenaba—

"No hay remedio. Iré yo, entonces."

"Por favor."

Olasird'arc miró a Kilystran con una expresión indescriptible en el rostro.

El hecho de tener que ir en persona a pesar de ser un Lord no le sentaba bien. En respuesta a eso, ¿debería permitir que algunos Quagoa vivan aquí y dejar que trabajen para él?

Sin embargo, Olasird'arc abandonó las muchas posibilidades que aparecieron en su mente.

No podía soportar la idea de tener a formas de vida inferiores como los Quagoa deambulando por su fortaleza. Algún día, cuando derrotara a los Gigantes, haría que ellos trabajen para él como esclavos.

Hasta entonces, tendría que aguantarlo.

***

Cuando uno tenía en cuenta la altura de los Enanos, su Palacio Real era de un tamaño impresionante. Era debido a que era tan grande que los Dragones podían vivir aquí, y había una gran distancia de un extremo al otro.

Olasird'arc subió y subió, hasta llegar a la puerta en el nivel más alto.

A continuación, gritó:

"Soy yo, abre."

Esperó un momento, pero no hubo movimiento al otro lado de la puerta.

Era imposible que no estuviera dentro. El hijo que vivía aquí era un hikikomori. Él no recordaba haberlo visto salir nunca de su habitación. Incluso sus alimentos le eran traídos por sus hermanos.

Era profundamente irritante que estuviera fingiendo no estar dentro, frente a su propio padre, un Lord Dragón.

"Lo diré una vez más. Abre."

Los Dragones tenían sentidos muy agudos. Por la forma en que gritaba, cualquiera al interior debía haberlo oído, y se habría despertado incluso si estuviera durmiendo.

Sin embargo — la puerta no se abrió.

La cólera que ardió intensamente se tradujo en movimiento.

Arremetió contra la puerta con su cola.

Golpeada por una cola tan grande como un tronco y recubierta de escamas más duras que el acero, la puerta crujió al mismo tiempo que se retorcía. Los Enanos que habían construido esta puerta probablemente no habían esperado que un Dragón le diera un coletazo.

Hubo señales de movimiento al interior, pero esto no fue suficiente para aplacar la ira de Olasird'arc.

Golpeó la puerta de nuevo, destruyéndola parcialmente. La roca destruida y esparcida voló al interior como perdigones.

Un "Hieeeeee" de mal gusto vino del interior.

"¡Sal de ahí en este momento!"

En respuesta al enfurecido grito, un Dragón emergió de inmediato.

Los Dragones de Escarcha tenían cuerpos delgados, pero no éste. En pocas palabras, se veía obseso.

Tenía un par de gafas diminutas sobre la nariz, y observaba a Olasird'arc de la cabeza a los pies con una mirada nerviosa en los ojos.

Éste era su hijo, pero su vergonzoso comportamiento hizo suspirar a Olasird'arc.

Bueno, ya que estaba frente a un gobernante como lo era él, encogerse y temblar nerviosamente como lo estaba haciendo era inevitable. Aun así, él había tenido la esperanza de ver algo de fuerza en los ojos de su hijo.

Y luego estaba ese desagradable cuerpo obeso que tenía. Era más parecido a un cerdo que a un Dragón.

En verdad, tener que enviar a un hijo como éste a luchar en su nombre podría dañar su reputación.

Mientras Olasird'arc contemplaba esto, su hijo —que parecía temer la forma en que su padre lo miraba— aventuró una pregunta.

"P-padre, qué, ¿qué deseas de mí?"

Dicho esto, podría no ser demasiado Dragón, pero seguía siendo uno. Los Dragones se hacían más fuertes con la edad. Con eso en mente, tal vez incluso ese cuerpo flácido que tenía podía ser de utilidad.

"Tengo un trabajo para ti, Hejinmal."

"¿Un, un trabajo?"

"Ahh. Los Quagoa parecen haber sido invadidos por los Enanos o algo. Repélelos."

"Hieeee."

"¿Hieeee?"

"N-nada. No es nada, Padre. E-es sólo que, yo, yo no, eh, cómo decir esto, yo eh, no tengo mucha confianza en mi fuerza..."

"¿Entonces en qué confías? ¿Sientes que puedes derrotar al enemigo con magia?"

Los Dragones obtenían lentamente la habilidad para usar magia arcana durante su maduración, pero eso era poco más que habilidades innatas. No podían compararse en absoluto con lanzadores de magia. Sin embargo, había algunos Dragones que habían aprendido a usar magia real.

Por ejemplo, estaba una de las concubinas de Olasird'arc, Kilystran Denshushua. También estaba uno de los Concejales de la República, el "Lord Dragón del Cielo Azul" Suveria Myronsilk, que poseía los poderes de un druida y que podía usar magia divina. También se decía que al este, había un Dragón que había obtenido la clase de Paladín y que podía usar magia de otros sistemas.

"...Bueno, eso es aparte. Tuve que estudiar por mi cuenta porque no tuve a nadie que me enseñara..."

"¿Entonces, qué demonios has estado haciendo aquí todo este tiempo?"

Hubo un destello enérgico en los ojos de Hejinmal.

"Aprendiendo. He estado reuniendo conocimientos."

"...¿Qué? ¿Conocimientos? ¿No estabas aprendiendo cómo usar magia arcana?"

"No, no es así, Padre. El conocimiento que buscaba no era el uso de la magia, sino profundizar mis estudios, aprender cómo fue construida esta ciudad, qué tipo de razas viven en este mundo y cosas así. Estaba aprendiendo sobre ése tipo de cosas."

"...No lo entiendo en absoluto. ¿Aprender esas cosas te hace más fuerte? Nada de eso importa si no te vuelves poderoso."

En este mundo no había nada más importante que volverse más fuerte. Ya que era un mundo en el que sólo los fuertes sobrevivían, uno necesitaba hacerse más fuerte para vivir. En cambio, se podría decir que no querer volverse fuerte esencialmente equivalía a rechazar la vida.

En ese momento, pudo darse cuenta. Hejinmal había tratado de ocultarlo, pero él vio que su hijo había hecho algo, como un gesto sin palabras.

"¿Qué pasa? Escúpelo."

Su hijo permaneció en silencio. Esa vergonzosa actitud hizo que Olasird'arc estallara de nuevo.

Justo cuando estaba a punto de gritarle otra vez, pensó en la razón por la que había venido aquí.

Aunque no le importaba lo que ocurriese a los Quagoa, las deudas debían pagarse.

"No importa si te encierras en tu habitación hasta que pierdas tu agilidad, pero no tiene sentido que te pierdas en libros. Si quieres obtener conocimientos, márchate de este lugar y viaja por el mundo."

Olasird'arc ya había comenzado a perder el interés en Hejinmal. Él había dejado su cuerpo al abandono a cambio de algo por completo inútil. No había nada más que Olasird'arc pudiera decir sobre esto, y ya había perdido cualquier asomo de interés por su propio hijo.

"Me, me estaba preparando para eso. Si no sé qué tipo de gente hay en el mundo, podría morir antes de logar verlo."

"¿Entonces por qué no mueres? — Estás siendo demasiado tonto. ¿Por qué no buscar la fuerza desde el principio? Una vez que seas fuerte, serás temido incluso cuando dejes este lugar, ¿no? Como yo."

"Pero, Padre. También es muy importante conocer qué tipo de seres poderosos hay en el mundo. Es igual para ti, ¿no es así, Padre? ¿No son fuertes los Gigantes de Hielo? Si te enfrentaras a ellos sin saber nada—"

"—No les temo a esos Gigantes de Hielo."

"P-perdóname, Padre."

Mientras miraba ferozmente a Hejinmal, que tenía la cabeza pegada al suelo, Olasird'arc hundió los hombros sin fuerza.

"Es suficiente. Te ordeno que completes tu tarea. Luego, te echaré al cabo de un mes. Puedes vivir como desees a partir de entonces."


Parte 3

"Aah~"

Hejinmal se encontraba actualmente en un túnel que conducía hacia la Capital Real. Suspiró, de la forma que había hecho su padre.

"No soy bueno luchando..."

"No ser bueno" no abarcaba la totalidad de la historia. Con toda honestidad, era tan débil que si se enfrentaba con sus hermanos menores, podría terminar perdiendo ante ellos. Por lo tanto, estaba nervioso, lo que a su vez resultaba en que murmurara consigo mismo.

"El enemigo... con suerte se asustarán por mi apariencia y huirán."

Hejinmal inhaló con fuerza, succionando su protuberante estómago. Luego extendió las garras y abrió sus fauces. De esa forma, se vería más como un verdadero Dragón.

"Oh, casi lo olvido."

Hejinmal removió delicadamente las gafas sobre su nariz. No eran un objeto mágico, pero si se rompían, no habría forma de reemplazarlas. Por lo tanto, tenía que tratarlas con cuidado.

"Haaa... las Escamas de Dragón son una armadura muy fuerte... pero todo lo que puedo hacer es rogar por que los Enanos no sean salvajes..."

¿Pero y si lo eran?

No, lo más probable era que ése fuera el caso. Eso se debía a que las librerías Enanas eran la fuente de mucha información sobre materiales Dracónicos.

Hejinmal se obligó a dejar de temblar.

Él sabía que todos los Quagoa en la Capital Real estaban mirándolo. Si fuera posible, habría preferido luchar en un túnel más profundo, en el que no hubiera tenido una audiencia. Sin embargo, si fuera así, los Quagoa no sería capaces de verlo luchar, así que su padre lo había prohibido.

Su padre le había dicho que estudiara al enemigo lo mejor que pudiera, y que los tomara como sirvientes si fuera posible. Pero ésta no era una señal de amistad. Por el contrario, siendo uno de los fuertes, tenía el objetivo de demostrar su fuerza y dominar a los débiles.

Por lo tanto, la derrota significaba la muerte. Él moriría si era derrotado en batalla. Incluso si sobrevivía a una derrota, los Quagoa perderían el respeto que sentían por su padre. Eso lo disgustaría, y luego Hejinmal sería asesinado por su padre de todos modos.

Entonces, ¿qué tal si escapaba de inmediato? Después de todo, sería exiliado en un mes, sin importar lo que hiciera.

Era buena idea, pero necesitaba un mes para prepararse para ello.

Hejinmal expulsó el aliento.

El suspiro extremadamente frío congeló toda una pared en una extensión de blanco sólido.

"¡Bien! Mi aliento es normal, y su poder es consistente con mi edad."

Ésta era una de las cartas del triunfo de los Dragones — el liento de Dragón. Los Dragones de Escarcha poseían un aliento congelante, y era más confiable que su propia fuerza física.

"...Aun así."

El aliento de Dragón era una cosa aterradora. Cualquier que supiera incluso un poco sobre los Dragones estaba al tanto de ello. Después de todo, ésta era una habilidad fundamental de todos los Dragones.

De hecho, las librerías Enanas habían dicho precisamente eso. Era imposible que los Enanos que estaban viniendo para acá no estuvieran preparados para ello.

Hejinmal se hundió más en la desesperación.

Aunque su padre ya había dicho lo mismo, si realmente pudiera usar magia o algo, las cosas seguramente serían diferentes—

"Solamente soy un peón de sacrificio."

Sus hermanos obedecían fielmente a su padre de una manera muy Dracónica. El hecho de que no le hubiera encargado esta tarea a ellos, sino a Hejinmal, era una señal de que a su padre no le importaba si moría el hikikomori de la familia.

A él no le molestaba su destino.

Si no hubiera encontrado los libros, si no hubiera conocido la satisfacción de buscar el conocimiento, no sería lo que era hoy. No tenía sentido arrepentirse de eso ahora.

De pronto, la nariz de Hejinmal tembló.

Volvió el oído para escuchar, y captó múltiples pasos acercándose desde el interior del túnel.

Estos no eran los sonidos de pies Quagoa, porque claramente estaban usando zapatos.

(¡¿Se trata de los Enanos?! Sólo hay un puñado de ellos, lo que significa que... ¿Están confiados de ganar sólo con esos números? ¿O es un grupo de exploradores de avanzada? ¿Así que, si los derroto el trabajo estará completo y no habrá problemas si regreso?)

Estrictamente hablando, el habría cumplido sus órdenes incluso si únicamente derrotaba a ese grupo de exploradores. La pregunta era si una excusa como ésta sería aceptada.

Iluminadas por las piedras resplandecientes, cuatro siluetas —aunque él no podía estar seguro ya que seguían estando demasiado lejos— emergieron de la caverna.

(¿Los tres más pequeños son Enanos? ¿Entonces qué es el más grande? Ni siquiera las sub-razas Enanas deberían ser tan grandes. En ése caso, ¿los Enanos le había suplicado ayuda a esa figura más grande, al igual que los Quagoa hicieron con Padre?)

Ya fuera o no que los Enanos le hubieran solicitado ayuda, él tenía que tener cuidado de la figura más grande.

Sin embargo, aunque era una silueta grande, seguía siendo mucho más pequeña que un Dragón.

(¿Debería ser el primero en atacar con mi aliento?) Hejinmal abandonó de inmediato esa idea.

(No. Debo preguntarles qué es lo que quieren e intentar concluir esta tarea mediante la negociación.)

Los Dragones regulares habrían lanzado un ataque de inmediato. Sin embargo, Hejinmal no tenía confianza en sí mismo y no quería que este encuentro terminara en tragedia. Por lo tanto, buscó una manera segura de resolver la situación.

Finalmente, su aguda visión Dracónica —aunque la de Hejinmal era inferior a la de su especie— verificó finalmente que el que caminaba al frente del grupo no era un Enano.

(¿No he leído sobre ellos anteriormente en un libro? ¿No es ése uno de los Elfos Oscuros, que viven en las profundidades del bosque?)

Era imposible que hubiera uno aquí.

(Sin embargo, ése es demasiado corto, a comparación a los Elfos Oscuros de los libros. ¿Podría ser que es un niño de la unión entre un Elfo Oscuro y un Enano? ¿O es sólo un niño Elfo Oscuro?)

Mientras Hejinmal meditaba estas y muchas otras cosas, su mirada se movió hacia la sombra enorme detrás del Elfo Oscuro, y sus ojos se abrieron sorprendidos.

(¡¿Ahhhh?! ¡¿Ése no es un Lich Ancestral?! ¿Qué está haciendo aquí? Esto es malo. Son inmunes al aliento congelante, y pueden lazar [Bolas de Fuego].)

El fuego era la debilidad de los Dragones de Escarcha. En otras palabras, su ataque más poderoso era inútil contra este Lich Ancestral, y su oponente podía herirlo gravemente.

(Y... ¿Qué es eso? Parece ser una túnica realmente costosa...)

Los Dragones tenían un olfato agudo para los tesoros. Ellos podían olfatear el valor aproximado de cualquier objeto, sin importar qué tan valioso fuera. En este momento, su nariz le estaba diciendo que el Lich Ancestral frente a él estaba usando un juego inimaginablemente costoso de túnicas de hechicero.

(...No, mirándolo más de cerca, es igual en el caso de la ropa del Elfo Oscuro que camina frente a ellos. Nunca antes había visto algo tan valioso como eso...)

Hejinmal era un hikikomori, así que lo único que podía valorar eran las librerías Enanas. En consecuencia, su olfato para los tesoros valiosos podría haber perdido su agudeza. Podría haberse tratado de una habilidad natural, pero seguía siendo posible que se atrofiara si no se usaba. Sin embargo, él no pensaba que ése era el caso.

(Y luego, la sombra más atrás parece de una mujer... ¿No es un Enano también? No es un Elfo Oscuro, y tampoco es un Lich Ancestral. Entonces... ¿un Elfo? ¿O un humano? No lo entiendo. Aun así, también parece estar usando unas ropas muy costosas. ...Hm, ¿es que mi nariz ha perdido la sensibilidad? Pero si ése no es el caso...)

Finalmente, vio al Enano al final del grupo, y Hejinmal se sintió aliviado.

(Sólo un Enano regular, y no está usando nada valioso.)

Entonces, Hejinmal agitó la cabeza.

(Eso es ser demasiado ingenuo, ¿cierto? Las tres personas frente a él son todo menos normales. Tal vez este Enano sea alguien especial también. La falta de cuidado es peligrosa.)

Después de eso, el Elfo Oscuro apuntó hacia él, como diciéndoles a los demás que él estaba allí.

Aunque pensó que podría ser atacado de pronto —por una [Bola de Fuego], en particular— sus oponentes simplemente hicieron una pausa para discutirlo, y pronto estaban dirigiéndose de nuevo hacia Hejinmal.

(...¿Debería prepararme para lo peor?)

Si lo hubieran atacado de inmediato, él se habría puesto en guardia. Pero no fue así. ¿Qué era lo que debía hacer ahora?

(Nggg — me duele el estómago. ¡Espero que sólo se trate de un ser no-muerto de buen corazón que viene a negociar!)

Podría morir. Para Hejinmal —que había vivido a salvo toda su vida— el tiempo que transcurrió hasta que el grupo se detuvo fue un tormento interminable.

El grupo finalmente llegó cerca a Hejinmal.

Hejinmal respiró hondo, y luego —con cuidado para no parecer demasiado imponente— habló.

Se trataba de un grupo que se había acercado a Hejinmal, un Dragón, sin ninguna vacilación. Por lo tanto, Hejinmal sentía que intentar aparentar ser amenazante sería muy peligroso.

"El área a partir de este lugar le pertenece a los Quagoa y a nosotros los Dragones. Por qué —ejem— ¿podría preguntarles, buenas personas, qué razones tienen para venir aquí?"

El Elfo Oscuro al frente del grupo cambió de lugar con el Lich Ancestral. En ése momento, Hejinmal se percató de quién era el líder del grupo.

"¿Hm? ¿Estamos por lanzar un ataque y sólo hay un Dragón aquí? Los Dragones que conozco se vuelven más fuertes con la edad — en otras palabras, sus cuerpos crecen y se hacen más poderosos. Teniendo en cuenta tu tamaño, no pareces particularmente fuerte... ¿Qué significa esto?"

¿Qué quería decir con "qué significa esto"? Hejinmal no tenía idea. Sin embargo, parecía que a este Lich Ancestral no le preocupaban los Dragones como él.

(Ah, esto... es realmente malo. Es tan malo que casi no puedo comenzar a describirlo.)

"En cualquier caso, dudo que hayan enviado sólo a un Dragón para obtener información sobre nosotros... ¿Es ésta una estrategia por parte del enemigo, o estoy siendo paranoico? Por la información que obtuvimos de los Quagoa que capturamos, probablemente es esto último."

Desde el comienzo él no tenía idea de qué estaba hablando el Lich Ancestral. Tampoco parecía que el Lich Ancestral quisiera aclararle las cosas. En otras palabras, probablemente estaba hablando consigo mismo, pero entonces, ¿por qué estaba sintiendo tanto miedo?

"...Es molesto pensar demasiado sobre esto. Veamos qué tipo de Dragón eres."

Una súbita oleada de terror recorrió el cuerpo de Hejinmal.

El Lich estaba demasiado relajado. Hablaba como si hubiera recogido una piedra del suelo. Era un tono de voz que demostraba la confianza que sentía de poder hacer lo que decía.

Y entonces, en el momento en el que vio al Lich Ancestral levantar la mano—

"[Tomar—"

"¡¡UN MOMENTO!!"

Después de su ensordecedor rugido, Hejinmal presionó su cabeza contra el suelo.

Éste era el grado más alto de respeto que un Dragón podía mostrar — una postura servil.

"—Corazón], espera, ¿qué?"

Hejinmal le imploró desesperadamente al Lich Ancestral, cuya mano había dejado de moverse.

"¡Por favor espere! ¡Me llamo Hejinmal! Por favor, ¿Podría preguntar sobre su poderoso nombre?"

Mirando alrededor, pudo ver al Enano quedarse boquiabierto por la conmoción. Sin embargo, el Elfo Oscuro y la persona que parecía una Elfa no parecieron sorprenderse. En otras palabras, para ellos éste era un suceso ordinario.

Hejinmal estaba seguro de que estaba en lo correcto.

"...Me llamo Ainz Ooal Gown... ¿qué significa esa postura tuya?"

"¡¡Sí!! ¡Creo que ésta es la forma correcta que tienen los humanos de dirigirse a alguien al intercambiar nombres, Gown-sama! ¡Esta postura es el mayor signo de respeto que los Dragones podemos mostrar!"

"Eh... Entonces, ¿por qué estás haciendo esto?"

"Naturalmente, es porque me percaté de inmediato que usted es una persona extraordinaria, Gown-sama. ¿Sería posible que pudiera asumir cualquier otra postura frente a un poderoso ser como lo es usted? ¡No, sería imposible!"

Ésta era una apuesta enorme. Lo había apostado todo a ella.

Los Enanos usaban la palabra "acero caliente" para describir la sensación ardiente al momento de apostar, pero lo que Hejinmal sentía ahora era un escalofrío que lo congelaba hasta la médula.

El tiempo pareció detenerse por varios segundos, pero finalmente, el Lich Ancestral dijo, "Umu. ...¿Así que pretendes someterte a mí?"

"¡Sí! ¡Si usted lo permite, Gown-sama!"

Volvió a mirar furtivamente, y como esperaba, el Elfo Oscuro y la Elfa parecían pensar que todo esto era normal.

"...Hay muchos usos para la carne de Dragón, para su piel, dientes, escamas y similares. ¿Hm? Tú... levanta la cabeza."

La actitud del Lich Ancestral era la de alguien acostumbrado a dar órdenes, así que debía encontrar natural que incluso alguien como Hejinmal se hubiera rendido tan fácilmente ante él. Claramente, el Lich Ancestral no consideraba que Hejinmal fuera digno de mención.

Los Dragones eran la especie más poderosa, pero no eran una especie invencible. Muchos seres podían matar a un Dragón. Los Gigantes de Hielo eran un buen ejemplo de ello.

Sin embargo, si se comparaba a ambas especies, al final, probablemente los Dragones seguían siendo los más fuertes.

Eso se debía a su crecimiento. Los Dragones continuaban creciendo con el pasar del tiempo, y algún día llegarían a ser las entidades más poderosas de todas. Eran una especie muy longeva, y el hecho de que podían seguir creciendo durante toda su vida era un tipo de fuerza en sí mismo.

Desde ésa perspectiva, los no-muertos podrían ser incluso más fuertes que los Dragones. Los no-muertos de alto rango no desarrollaban la fortaleza de sus cuerpos, pero podían acumular conocimientos y experiencia.

Además, Hejinmal había leído en sus libros acerca de los no-muertos legendarios.

Los Devoradores de Almas, que se comían las almas de los vivos. Pestilencias Serpenteantes, que esparcían enfermedades. Sectas de hechiceros que reunían a muchos no-muertos alrededor de un núcleo de Liches Ancestrales. Guphandera Argoros, el Dragón no muerto que aguardaba al interior de una montaña de los muertos y que usaba magia de tipo psíquica. Asesinos Astrales, masas de oscuridad que acechaban en el Valle de las Sombras, y cosas así.

Este Lich Ancestral seguramente debía ser una criatura no-muerta legendaria cuyo nombre había pasado a formar parte de los libros de historia. Sin embargo, al parecer las librerías de los Enanos no tenían registros sobre él.

Hejinmal se incorporó lentamente.

Sintiendo que el Lich Ancestral estaba valorizando su cuerpo. Se sintió avergonzado porque era decididamente anti-Dracónico.

"Ya veo. Así que los Dragones que viven en estos ambientes gélidos almacenan grasa debajo de la piel. Aunque, pensé que los Dragones de Escarcha eran inmunes al frío... ¿O podría ser que estabas almacenando nutrientes en caso de no poder obtener alimentos?"

"No, no se trata de eso. Soy el único que es así..."

"Oooh... Es decir que, ¿eres un espécimen poco común, entonces? ¿Es eso lo que quieres decir?"

Hejinmal no estaba seguro si tenía algún valor por ser poco común, pero no había nadie más como él en su familia. Por lo tanto, era una afirmación correcta.

"Quizás sea así, Gown-sama."

"Ya veo," dijo el Lich Ancestral. Luego continuó en un tono de voz más bajo.

"Matarte sería un desperdicio, entonces."

Los agudos sentidos de Hejinmal oyeron esas palabras.

Se esforzó desesperadamente para mantener su respiración bajo control. Al parecer había tomado otra decisión acertada, que le había permitido continuar con vida.

"¿Hay algún otro Dragón?"

"Sí, los hay. Hay cuatro Dragones mayores que yo, seis de la misma edad, y nueve más jóvenes."

"¡Ooh!"

El Lich Ancestral parecía muy contento, pero Hejinmal estaba seguro de que tenía algún tipo de plan malvado en mente.

"¿Cuántos de ellos son más fuertes que tú?"

"Los cuatro mayores que yo son todos más fuertes. Los Dragones de mi misma edad también son más fuertes."

(Incluso mis hermanos menores podrían vencerme) Hejinmal no podía decir esto. Después de todo, si su valor se reducía ante los ojos del Lich Ancestral, podría ser asesinado en el acto.

"Ya veo. Entonces, ¿qué nivel de magia pueden usar estos Dragones mayores? ¿Sólo son capaces de usar hechizos arcanos?"

"El más fuerte de ellos puede usar magia hasta del 3er nivel. Como usted dijo, es magia arcana."

A medida que un Dragón crecía, adquiría naturalmente la habilidad de usar hechizos arcanos, incluso sin esforzarse por aprenderlos. Sin embargo, sólo podían lanzar unos cuantos hechizos. Incluso el padre de Hejinmal sólo era capaz de usar hechizos del 3er nivel.

"¿Qué? ¿Sólo tienen hechizos del 3er nivel?"

El Lich Ancestral parecía indiferente, pero luego se animó como si se hubiera dado cuenta de algo.

"No, probablemente debería preguntar. ¿Y si esto es sólo una estratagema? Se dice que un agila poderosa oculta sus garras. ¿Es posible que el Dragón más fuerte pueda usar hechizos del 8vo nivel?"

"No, es imposible. O más bien—"

Era imposible que existieran hechizos del 8vo nivel. ¿Sería mejor si le decía eso?

No, no podía. La verdad muchas veces hacía más daño que las mentiras. Si él ofendía a este hechicero no-muerto, no había forma de que pudiera prosperar con ello.

"—No. Es imposible que él pueda usar hechizos de tan alto nivel. Una vez oí que había aprendido un hechizo del 3er nivel de resistencia al fuego."

Probablemente debía decir eso, ¿verdad? Su padre no era un oponente que pudiera ser subestimado.

"Umu — ya veo. Bueno, es natural tratar de cubrir las debilidades que uno tiene."

Ese tono indiferente hizo que Hejinmal se inquietara.

"Aura."

"Sí, Ainz-sama."

Al parecer el Elfo Oscuro se llamaba Aura. A juzgar por su olor, probablemente era mujer.

La otra que parecía Elfa, no olía como una mujer. De hecho, no tenía ningún olor, justo como el Lich Ancestral.

"Te entrego a este Dragón. ¿Recuerdo que dijiste que querías uno?"

"Muchísimas gracias. ¿Pero este amigo puede volar?"

Dos pares de ojos lo miraron, unos llenos de dudas, los otros aparentemente diciendo, "Ésa es una buena pregunta."

"Pro-probablemente puedo volar."

Podría ser un hikikomori, pero debería ser capaz de volar. Volar era lo mismo que caminar para los Dragones. No había forma de que pudiera olvidarse de cómo hacerlo. Hejinmal respondió así al mismo tiempo que lamentaba no haber volado hasta aquí.

"En ese caso, lo acepto, Ainz-sama. Hm, entonces, necesito mostrarle quién es el jefe aquí, y hacer que me obedezca por completo."

Antes de que Hejinmal pudiera preguntarse qué era exactamente lo que ella iba a hacer, sintió que miles de cuchillas gélidas se clavaban en él.

Estaba muerto. No había ninguna duda de que había muerto. El miedo que le informó de esto a sus instintos se transformó en cuchillas invisibles que atravesaron todo su cuerpo.

En un instante, su mente se puso en blanco. En su estado disminuido de consciencia, pudo sentir con claridad que su corazón había dejado de latir.

"¡Uwaaaaah—!"

Mientras gritaba, se desvaneció el gélido escalofrío negro que trituraba todo su cuerpo.

Su corazón comenzó lentamente a latir de nuevo. Sus extremidades temblaron, y sus pulmones se esforzaron por hacer ingresar oxígeno.

Hejinmal recordó algo como esto de un libro en alguna parte. Se llamaba "sed de sangre". En otras palabras, la Elfa Oscura que sería su Señora era un ser capaz de emitir una sed de sangre lo suficientemente poderosa como para poner al instante a un Dragón de Escarcha en un estado casi fatal de conmoción.

¿En ese caso, qué tipo de ser era el Lich Ancestral al que ella llamaba "Amo"?

No había ninguna duda al respecto. Él estaba más allá de la imaginación de Hejinmal.

Era un ser de un poder absoluto — un Overlord.

Había hecho la elección correcta.

Para cuando Hejinmal recobró los sentidos, encontró que el grupo se había alejado, con miradas de sorpresa en sus rostros.

Justo cuando se preguntaba qué estaba pasando, se dio cuenta de la desagradable sensación debajo de su cintura. Al mirar hacia abajo, a sus pies, Hejinmal se horrorizó.

Al parecer había perdido el control de su vejiga y se había orinado encima. Un charco se esparcía debajo de él como un lago.

"Uuu..."

¿Qué debería decir ahora? Era posible que los hubiera disgustado y que ahora le darían muerte.

"¡E-estuve tan contento que me oriné un poco!"

Había abandonado toda ilusión de estar en control. Aunque presentía que no le creerían, era mejor que decir que se había orinado por miedo.

"¡De hoy en adelante, serviré y atenderé a mi Señora, Aura-sama, y le ofreceré mi máxima devoción y lealtad!"

"Ehhhh..."

La expresión en el rostro de la Elfa Oscura era de repugnancia absoluta.

Esto era malo. Si ella sentía que él no tenía valor, podría ser desechado como un pedazo de basura. Los poderosos podían hacer eso. De hecho, ¿su padre no había hecho lo mismo? Sin embargo, la ayuda llegó de una esquina poco probable.

"Ya veo... Bueno, no hay remedio."

"¿Eh? ¿En serio, Ainz-sama?"

"Mm. Una vez oí sobre algo como esto de uno de mis amigos — Ankoromochimochi-san. Ella me contó cierta vez sobre lo molesta que se ponía cuando su perro se orinaba de la alegría. Parece ser que este tipo de cosas suceden cuando se emocionan demasiado."

"¿Quiere decir, Ankoromochimochi-sama? ¿De veras? ¿Así que es algo parecido a la forma en la que Fen y algunas otras bestias mágicas marcan su territorio?"

"Es posible. Por supuesto, no tengo del todo clara la biología Dracónica. Sin embargo, es probable que ésa sea la razón del comportamiento de este amigo."

El ser que podría haber sido o no un Elfo había estado escuchando en silencio todo este tiempo. Ella inclinó la cabeza a un lado y le preguntó al Lich Ancestral:

"Ainz-sama, ¿sería mejor si nosotras lo hiciéramos también?"

"Shalltear. ¿Es realmente apropiado que digas eso?"

"Mm. Como dijo Aura, si hicieran eso, tendría un colapso por la conmoción. Este tipo de cosas sólo son adorables en los animales pequeños. ...Bueno, Ankoromochimochi-san estaba preocupada porque su perro estaba envejeciendo. Dijo algo acerca de no hacer que se emocione demasiado... ah, aquellos eran buenos tiempos."

La atmósfera cambió alrededor de ellos, a algo completamente opuesto a la sed de sangre de hace un momento.

En cualquier caso, Hejinmal se movió para limpiarse la porción mojada del cuerpo en una pared y se apartó de la mancha.

"Dígame. ¿Qué será lo siguiente que haremos?"

El Enano —que hasta ahora había estado observando lo que sucedía en silencio— habló finalmente. Hejinmal sintió que este Enano era diferente a sus tres compañeros, en cuanto a que no era poderoso.

¿Es que los Enanos los habían contratado como mercenarios y habían enviado a este Enano para mantenerlos vigilados? Si ése fuera el caso, Hejinmal también tendría que mostrarle respeto a este Enano. Aun así, ¿en dónde encajaba él como su subordinado? ¿Qué tipo de órdenes recibiría de ahora en adelante? Estas preguntas incómodas pasaron por su mente.

"Buen punto. Les dejaremos los Quagoa a Aura y a Shalltear. Yo iré con este Dragón y eliminaré a todos los Dragones que se opongan a nosotros."

El cuerpo de Hejinmal volvió a estremecerse.

Había hablado en un tono casual. Él era capaz de tomarse a la ligera a los Dragones. Ésta era la actitud de los poderosos.

Hejinmal dudó sobre lo que debía hacer. Probablemente sería prudente suplicar clemencia por la vida de los otros Dragones. Después de tranquilizarse, habló:

"...Gown-sama, Aura-sama, ¡¿podría tener permitido hablar?!"

"Muy bien. Habla."

"¡Entendido! Se me ha ocurrido algo. Las personas de este lugar no conocen la grandeza de Gown-sama. ¿Estaría dispuesto a mostrar piedad por esos insensatos? ¡En otras palabras, los otros Dragones deberían conocer la gloria de Gown-sama!"

"Umu... ¿qué les parece a ustedes dos?"

"Todo depende de su voluntad, Ainz-sama."

"Así es. No tendremos objeciones frente a ninguna de las decisiones que tome, Ainz-sama."

"En cualquier caso, todo lo que tenemos que hacer es echarlos del Palacio Real, ¿correcto? Dragón, ¿podría hacerte una pregunta?"

El que hablaba era el Enano.

Hejinmal echó un vistazo a los rostros de sus amos. Con toda honestidad, no tenía idea de qué tipo de actitud debía mostrar hacia este Enano. Dicho esto, sería muy peligroso actuar con arrogancia. Sin embargo, un sirviente que era solícito y servil ante los demás devaluaría a su amo.

"Por favor, hazlo."

Después de dudarlo, Hejinmal escogió una respuesta corta para evitar ofender a ninguna de las partes.

"Umu... Sin embargo, no esperaba que pudiera dominar por completo a un Dragón... No, después de ver el poder que posee, debería ser algo natural. Oh, lo siento. ¿Hay otros Dragones alrededor aparte de los que están en este lugar?"

"Es posible."

"Así que es posible, eh. Entonces, si los hubiera, ¿podrías darles órdenes también?"

"No podría. Ellos pertenecen una tribu diferente."

"Umu — Entonces lo primero es completar el pedido de ahuyentar a los Dragones. Después de eso, le diremos al Consejo que hay otras tribus de Dragones alrededor. De esa forma, tendrán que contar con la fuerza de Su Majestad para proteger la Capital Real que recuperaron. Con seguridad no entregarán con facilidad esta tierra que tanto tiempo les tomó recuperar. ¿No sería ésa la ruta más lucrativa?"

Allí había una palabra que Hejinmal no podía ignorar.

Al parecer este Lich Ancestral era una especie de rey, y sus súbditos eran la Elfa Oscura y la Elfa, tal vez.

"¿No tienes problemas con que exprimamos a tu raza hasta la última gota?"

De qué estás hablando, parecía decir la manera en la que el Enano se encogió de hombros.

"Su Majestad me escogió a mí — a nosotros. ¿No es natural que me ponga de su lado en cualquier disputa?"

"Gracias por tus reflexiones, Gondo."

"Por favor ni lo mencione. Soy yo el que debería darle las gracias. El dolor que me ha atormentado durante todo este tiempo se ha desvanecido en los pocos días que he pasado con Su Majestad. En verdad, usted es mi salvador."

"Me complace que hayamos forjado una relación mutuamente beneficiosa."

"Aunque no siento que Su Majestad podrá beneficiarse de esto, con seguridad le pagaré de vuelta toda la bondad que me ha mostrado."

Incluso el recién llegado Hejinmal podía entender su relación.

El Enano estaba profundamente endeudado con el Lich Ancestral. Era una deuda que no podría pagar incluso si tenía que traicionar a su raza.

"...Si eso es lo que sientes, entonces no me molesta..."

El Lich Ancestral se encogió de hombros y se volvió hacia Hejinmal.

"Muy bien. Entonces, llévame con los otros Dragones que dices que son más fuertes que tú. Además, ¿dónde está la tesorería de la antigua Capital Real Enana?"

Hejinmal sabía dónde estaba la tesorería, y asintió con confianza.

"Siento que su pregunta es bastante afortunada, ya que ambos están en el mismo lugar."

***

Con su Amo y el Enano en la espalda, Hejinmal se dirigió hacia donde estaba su padre. Su cuerpo podría no estar acostumbrado al ejercicio, pero seguía siendo el cuerpo de un Dragón, y cargar a dos personas no le representaba ningún problema en absoluto.

Mientras caminaba escuchaba hablar a Su Majestad, y mientras lo hacía, estaba seguro de que sus conocimientos e instintos eran lo más valioso en este mundo.

Si hubiera mostrado la arrogancia típica de un Dragón en el momento en que se habían conocido, habría sido asesinado. No, si no hubiera proclamado su lealtad en voz alta y no hubiera obtenido su interés, habría muerto sin enterarse siquiera de qué era lo que le había pasado.

Realmente había escapado por los pelos.

Hejinmal contrajo su relajada vejiga.

Si se orinaba de nuevo, la opinión que tenían de él no sólo tocaría fondo, sino que se haría de una pala y continuaría cavando bajo tierra.

Afortunadamente, no habían encontrado a ningún otro Dragón en el camino. Por lo tanto, procedieron directamente hacia la habitación de su padre — o mejor dicho, al trono y a la vez tesorería.

Hejinmal respiró hondo.

"Su sirviente desea informarle a Su Excelsa Majestad que aparte de mi padre, hay tres Dragonas que le sirven de concubinas. ¿Tiene la intención de llevar al Enano con usted?"

Si eran atacados por los alientos congelantes de cuatro Dragones de Escarcha a la vez, él temía que el Enano pudiera ser asesinado.

"¿Hay algún problema?"

"No, en absoluto. Si Su Excelsa Majestad siente que todo está bien, entonces naturalmente, su sirviente no tendrá objeciones."

"Le he concedido inmunidad al frío congelante, así que debería estar bien. Sin embargo, podría ser un poco molesto si somos sometidos a hechizos de área de efecto de otros elementos."

"Su sirviente siente que eso no será un problema, Su Excelsa Majestad. Usar el aliento como arma es el ataque predilecto de los Dragones, y es natural para ellos iniciar el combate con sus alientos. No pensarán en usar sus hechizos arcanos, que son mucho más débiles."

"Entonces no hay ningún problema."

"Ah, Su Majestad. ¿Podría decir algo? Efectivamente, no hay forma de que cuatro simples Dragones puedan presentar siquiera la menor de las dificultades a Su Majestad. Sin embargo, parece ser que mi madre está en ese lugar. ¿Podría pedirle que le perdone la vida?"

"Hm..."

Hejinmal inclinó el cuello y esperó la decisión de su Amo.

Él no había pretendido ir tan lejos como para pedir que su madre fuera perdonada. Sería bueno si ella pudiera ser salvada como él, pero no quería apostar su vida en ello. No es que la odiara, sino que sencillamente, los lazos del parentesco familiar no eran muy fuertes entre los Dragones.

Luego de dejar su nido, incluso sus propios hermanos se convertirían en rivales por el espacio habitable. Además, era común que los Dragones amantes de los tesoros lucharan cuando veían lo que los otros poseían.

Era muy raro que muchos Dragones —particularmente aquellos que habían dejado el nido— vivan juntos en un solo lugar. Nunca llegaría a suceder sin un Dragón abrumadoramente poderoso para reunirlos.

En ese sentido, su padre, Olasird'arc —que había unido a todos como una familia contra los enemigos del exterior— era una anomalía. Incluso se le podría llamar sabio.

"No hay remedio. Intentaré dejar que tu madre sobreviva."

"Muchas gracias, Su Excelsa Majestad."

Las palabras de elogio le salieron de inmediato de la boca porque no quería disgustar a la persona que le mostraba tal generosidad. Además, pensó que si su madre sobrevivía, la carga sobre él podría disminuir en el futuro. Por el contrario, si hubiera más Dragones su propia rareza disminuiría. Si no quería que pensaran que no lo echarían de menos si moría, tendría que hacer todo lo que pudiera para complacerlos.

"Sin embargo, me parece que 'Su Excelsa Majestad' es demasiado... eh. De ahora en adelante, puedes usar 'Rey Hechicero' o 'Ainz' también."

¿Ésta era una trampa, o una prueba? Sin dudarlo, Hejinmal pronunció las palabras que sintió era las correctas:

"¡Entendido, Su Majestad, el Rey Hechicero!"

¿Cómo podía omitir los términos respetuosos que se le debían a alguien como Ainz?

"Mm, vamos."

"¡Entendido!"

Suspiró aliviado al mismo tiempo que lo ocultaba cuidadosamente.

Era una prueba, después de todo. Si hubiera sido descuidado y no le mostraba el debido respeto, seguramente habría recibido el castigo adecuado. Por lo que sabía, incluso podría haber sido asesinado y luego diseccionado.

Si había una cosa que Hejinmal había grabado en su corazón, era que nunca debía ser arrogante.

Al poco tiempo, llegaron a las puertas que conducían a su destino.

Eran un par de puertas dobles que parecía que necesitaban la fuerza de un Dragón para abrirse. Al parecer, los Enanos usaban el par de puertas más pequeñas de al lado para entrar o salir. Las enormes puertas sólo eran usadas para ceremonias y cosas parecidas.

Hejinmal presionó el hombro contra las puertas, aplicó fuerza —con cuidado de no hacer caer a su Amo de su espalda— y las abrió.

Pudo ver a su padre —Olasird'arc— enrollado en su Trono Dorado. Su madre Kilystran y las otras dos concubinas —Munuinia y Mianatalon— también estaban presentes.

Tres pares de ojos perplejos apuntaron hacia Hejinmal. Un par más miró en otra dirección — hacia las personas montadas en su espalda. Este último par le pertenecía a su madre, Kilystran.

Antes de que nadie pudiera hablar, Hejinmal gritó:

"¡El que se está sentado en mi espalda es el Rey Hechicero Ainz Ooal Gown! ¡Él es el soberano que gobernará esta tierra y a nosotros los Dragones!"

Estrictamente hablando, él era sirviente de Aura, la Elfa Oscura. Sin embargo, de esta forma sería más fácil de entender para ellos, y en cualquier caso, había hecho esta declaración después de pedir y recibir permiso para hacerla.

El silencio inundó el cuarto cuando las palabras se desvanecieron. A los otros Dragones les tomó algo de tiempo comprender lo que Hejinmal acababa de decir.

"¡¿Te has vuelto loco, mocoso?!"

La ira de su padre estalló en un instante.

Era natural. Su padre era el Señor de esta tierra. —No, era el "antiguo" Señor. Por lo tanto, era una reacción natural para él.

Su padre se levantó de su posición enrollada y asumió una postura de combate que le permitiría atacar de inmediato.

(¡Hiiieeee!)

En verdad, era muy aterrador.

Entre él y Olasird'arc, no había duda de que su padre era más fuerte. No se trataba sólo de un asunto de poderío y fortaleza, sino que había una gran diferencia en términos de experiencia de batalla. Además, el cuerpo de Olasird'arc era más delgado y convencional en comparación con el de Hejinmal.

Decir que Hejinmal no tenía ninguna posibilidad de obtener la victoria sería afirmar lo obvio.

Sin embargo, él no había tenido más remedio que hacer esa declaración. De acuerdo a los libros de Hejinmal, ningún seguidor haría que su amo declarara su identidad él mismo.

Por lo tanto, miró secretamente a su padre con una expresión que le decía, "no fue idea mía". Sin embargo, fue ignorada por completo. Hejinmal era el único blanco de su furiosa mirada. A los ojos de su padre, que creía que los Dragones eran la raza más fuerte de todas, las personas como su Amo y los Enanos no merecían ser considerados.

"—Rey de los Dragones. ¿Te someterás a mí a cambio de tu vida?"

"¡¿Qué demonios dices, maldito Esqueleto?!"

(¡Cómo podría ser un Esqueleto!) Gimió Hejinmal en su interior.

Al mismo tiempo, se sintió algo indignado, ante el hecho de que su padre no hubiera visto los tesoros que vestía su Amo. Tal vez estaba tan furioso que ni siquiera se había dado cuenta.

(¿Si no lo hubiera hecho enfadar, tal vez no habría terminado de esta manera?...)

No, era imposible. Por lo que sabía, podría haber sido incluso peor. Mientras la mente de Hejinmal daba vueltas desvariando, una expresión de sorpresa surgió en el rostro de su padre.

"...No, espera. ¿Qué son esas ropas que llevas puestas?"

Tal vez después de calmarse, se había activado su olfato Dracónico por los tesoros.

Hejinmal sentía que esto era muy malo, y miró alrededor buscando ayuda. Sin embargo, todas las concubinas tenían la misma mirada de emoción en la cara; un hambre bestial por los tesoros que tenían frente a los ojos. Sólo su madre estaba intentando abandonar el lugar disimuladamente, pero no tenía ninguna intención de ayudar a su hijo.

"Es la primera vez que veo tesoros como esos. Si quieres que perdone tu insensatez, entonces ofréceme tu vestimenta, Esqueleto."

"Umu... tratar con los tontos es realmente agotador."

Resonó una fría voz.

¿Por qué los instintos de su padre, como parte de los vivos, no le advertían que lo que le esperaba era la Muerte? Debía de haber sido obra de su avaricia Dracónica.

"¡Idiota! ¡Acabas de desperdiciar la única oportunidad que tenías de salvarte! No, debo matarte—"

"[Tomar Corazón]."

Y con eso, el cuerpo de su padre cayó impotente al suelo.

Todos los ojos se dirigieron al cuerpo del Dragón más fuerte en este lugar.

Por la forma en la que permanecía completamente quieto parecería que estuviera durmiendo. Por supuesto, eso definitivamente no era así.

El aire en el cuarto se tornó frío, y el Ser Supremo habló.

"No tengo ningún interés en 'palabras finales'. Entonces, Hejinmal, ¿cuál de ellas es tu madre? Le mostraré clemencia y le perdonaré la vida. En cuanto a las otras, bueno, estoy seguro de que habrá muchos usos para ellas luego de desmenuzarlas."

"¡Soy yo!"

"¡Soy yo!"

"¡Soy yo!"

Tres voces resonaron a la vez. Por un instante, el mismo Hejinmal casi dice "¡Soy yo!" también.

"...¿Qué es esto? ¿No me digas que está la madre que te dio a luz, la madre que te educó, y la madre que cuidó de ti?"

Hejinmal miró a las dos Dragonas que no tenían parentesco de sangre con él.

Ambas eran presas del miedo.

Sus ojos estaban oscurecidos con terror. Eso también era natural; después de todo el más poderoso de los Dragones presentes había sido asesinado en un instante.

No pensaban en luchar o huir o lo que sea. Se habían aferrado a la única oportunidad de supervivencia que se les había presentado. Al igual que él mismo, habían tomado la decisión más correcta para seguir viviendo.

Sus temerosos ojos miraron a Hejinmal, intentando congraciarse con él. ¿Cómo reaccionarían si él decía, "No, sólo tengo una madre"? Su Amo absoluto seguramente mataría a las otras dos sin un momento de vacilación.

En este momento, el poder sobre la vida y la muerte de las otras dos Dragonas descansaba en las manos de Hejinmal. Sin embargo, él no podía deleitarse con esto. Todo lo que sentía era una enorme simpatía por las que se encontraban en la misma situación en la que él mismo había estado. Al mismo tiempo, planeó hacer que sus "madres" le deban favores durante mucho tiempo.

"Es como usted dice, Su Majestad. ¡Tengo tres madres!"

"¿Es así? Es una lástima. Aun así, una promesa es una promesa. Muy bien, las perdonaré... Sin embargo, ¿sólo hay un cadáver de Dragón? Los Dragones son demasiado útiles. Uno sólo no parece del todo suficiente... Qué lástima."

Luego de mirar furtivamente alrededor, las tres concubinas se inclinaron ante Ainz usando la postura de sumisión.

"Vayan y reúnan a todos los Dragones de este lugar. Luego, infórmenles que ahora están bajo mi dominio. ...Si alguno se niega a aceptar esto, entonces me encargaré personalmente de él. Ahora vayan."

Las concubinas se movieron de inmediato y echaron a correr a toda velocidad. Era una velocidad que o bien asombraría a los espectadores o bien los dejaría mudos del terror.

Hejinmal no pensó ni por un segundo que podrían intentar escapar. Frente a este poderoso lanzador de magia, las oportunidades que tenían de escapar eran casi nulas. Ellas también deberían de haberse dado cuenta. No, para Hejinmal, no había ninguna diferencia incluso si escapaban. Después de todo, si lo hacían, él sabía que el Rey Hechicero las encontraría y se encargaría de ellas.

Tok. Alguien golpeo suavemente la cabeza de Hejinmal. Al voltear, pudo ver los ojos de su Amo mirándolo.

"Tengo otra orden para ti. Es una orden muy importante. Reúne todos los libros Enanos que tengas, incluyendo los que no hayas terminado de leer, y también todos los que estén fuera de tu habitación, y tráemelos."

"¡Sí! ¡Entendido! ¡Lo haré de inmediato!"

Después de bajar con nerviosismo a los dos, Hejinmal corrió con todas sus fuerzas.

***

"Entonces, se han marchado."

Ainz observaba mientras Hejinmal se perdía en la distancia. Le había preguntado cuántos eran los Dragones que vivían aquí. Por lo tanto, si los números no coincidían, seguiría siendo beneficioso para él.

Sólo había un cadáver de Dragón. Después de pensar en los usos que tenía para él, seguía queriendo más. Sin embargo, castigar a las personas que acababa de someter y que no habían hecho nada malo con el propósito de generar cadáveres violaría sus ideales de una recompensa y castigo justos.

Kuku, rió Ainz.

Si huían, los cazaría, los mataría, y se llevaría los cuerpos de vuelta. Mientras se preguntaba cómo hacer uso de dichos cadáveres, Ainz volvió la mirada hacia la resplandeciente montaña de oro sobre la que había estado descansando el Dragón que tenía en frente.

"Ése es un Dragón para ti. Es una auténtica montaña de tesoros."

No era nada a comparación de la tesorería de Nazarick, pero seguía siendo la cantidad más grande de riquezas que había visto desde que llegó a este mundo.

Había monedas de oro, pero eran superadas en número por los minerales auríferos, y lo que parecía ser piedras preciosas en bruto.

Había una cadena de oro de más de cinco metros de largo, la piel de alguna bestia, guantes de oro incrustados con joyas, un bastón sencillo que parecía mágico... ¿de dónde había sacado todas estas cosas?

Tal vez sólo el Dragón convertido en cadáver lo sabía.

"Umu, casi nada de bronce ni oro de tontos. ¿Entonces la mayoría de esto es oro natural? ¿Es así como trabaja el sentido del olfato de un Dragón...?"

Gondo murmuraba todo eso para sí mismo mientras estudiaba los brillantes minerales. ¿Es que tienen alguna diferencia con el oro?, pensó Ainz, y decidió valorizarlos apropiadamente una vez que volviera a casa.

"¿Confío en que no habrá problemas en ejercer mis derechos de vencedor sobre el tesoro del Dragón?"

"Esos derechos son suyos, por supuesto. Sin embargo, ¿qué le parece si intenta abrir eso mientras no haya nadie cerca?"

"Juju. Eres un villano."

"Es puramente en nombre de la investigación, por supuesto. Entonces, por favor dígame si hay algo que desee, Su Majestad. De acuerdo a ese Dragón, no hay un registro del tesoro ni nada parecido, pero podría no estar bien tomar un tesoro Enano que sea demasiado famoso."

"¿Por qué no decir que lo tomó el Dragón?"

"Si eso sucede, podrían solicitar que Su Majestad devuelva el tesoro del Dragón, ¿no es así? Aunque no creo que el Concejo le diga nada a Su Majestad, sería mejor no sembrar las semillas de un conflicto futuro, ¿no le parece?"

"Es como dices. Entonces, cerraremos la puerta de la entrada. Mientras menos personas sepan sobre lo que va a ocurrir, mejor."

"Por favor, Su Majestad."

Ainz y Gondo procedieron a sus respectivas tareas.

En primer lugar, Ainz usó [Portal] para traer a los Asesinos de Ocho Filos.

"—Tengo una orden para ustedes. Investiguen este palacio, incluyendo cuartos secretos, y traigan aquí todos los libros que encuentren. Si encuentran Dragones, díganles que son mis subordinados. Si son atacados, pueden matarlos. Sin embargo, eviten dar el primer paso. Además... aunque dudo que haya alguno cerca, podría haber seres poderosos presentes, así que muévanse en grupos. Si encuentran alguna entidad así, denle prioridad a traerme esa información de vuelta."

Ya que los libros estaban escritos en el idioma de los Enanos, sólo Gondo podría entenderlos, así que Ainz no tenía otra opción más que permitirle leerlos.

Mientras veía a sus subordinados dispersándose por el Palacio Real, Ainz arrojó el cadáver del Dragón a través del [Portal].

(Mm, primero extraeré todos los materiales, y luego los procesaré. Y entonces, si el Dragón está dispuesto a aceptar la resurrección, tendré otro lote a la mano. Aunque dudo que sea probable...)

Ante la mirada de Yuri Alfa de las Pléyades, le ordenó almacenar el cadáver en el 5to Piso, y con el fin de no dejar que se pudriera, le ordenó ponerlo en hielo.

"¡Su Majestad! No hay señales de que haya sido abierta. Parece que los tesoros siguen estando en su lugar."

"Ya veo. Entonces la abriré."

Se despidió de Yuri, y después de que se cerraran las grandes puertas, Ainz se paró frente a la entrada de la Tesorería.

Mientras recordaba sus días en Yggdrasil, el pecho de Ainz se llenó de júbilo. Siempre había sido una experiencia emocionante encontrar una recompensa con forma de cofre. Incluso si sólo había un cristal de datos en su interior, uno no lo sabría hasta abrirlo. En este momento sentía ese mismo tipo de emoción.

Sin embargo — le fue negada a la fuerza.

Cada vez que sus alegres emociones eran canceladas, daba lugar a cierto grado de descontento. Aun así, todavía estaba algo animado.

Ainz sacó un objeto mágico que parecía una tabla.

Era un artefacto: Epigoni*.
(*El nombre en japonés es "Destructor de las Siete Puertas" y las letras encima dicen "Epigoni".)

Era un objeto mágico que sólo podía ser usado siete veces, pero que poseía las habilidades para abrir cerraduras de un ladrón de nivel 90.

Era muy valioso, y no quería usarlo si fuera posible, pero no había invocado a ningún vasallo con un alto nivel para abrir cerraduras. Los Asesinos de Ocho Filos estaban especializados en el combate sigiloso, y sus habilidades para abrir cerraduras eran muy pobres.

"No hay remedio."

Ainz —que muy raramente usaba los objetos poco comunes que había obtenido— decidió usarlo después de dudarlo un poco. Al parecer tenía ganas de ver los tesoros en el interior.

Acercó el artefacto a la puerta de la Tesorería, y activó su poder.

Mientras observaban a través de la abertura de la puerta al abrirse, Ainz y Gondo apretaron los puños.

Ninguno de los dos dijo nada, pero sus expresiones lo decían todo.

El brillo del oro era poco más que un efecto de la luz. No brillaría sin luz. Sin embargo, lo que vieron fue una enorme montaña de tesoros que parecía brillar desde el interior. Desafortunadamente, la palabra "ordenado" no podía aplicársele.

"... Asombroso."

De igual manera que con el tesoro del Dragón, el tesoro Enano no podía compararse al de Nazarick, pero para Ainz, seguía siendo una suma digna de elogio.

Ainz recogió una moneda. Nunca antes había visto monedas como estas, y no se parecía a las monedas usadas para el comercio de hoy en día. Sin embargo, no se sentía como si hubiera sido hecha por los Enanos, sencillamente porque tenía el perfil de un humano grabado en su superficie.

"Se dice que en el pasado, los Enanos comerciaron con la gran nación humana que gobernaba el área circundante a esta cordillera de montañas. Éste debe ser el retrato del gobernante de esa nación. Los herreros rúnicos florecieron en ese entonces; fue su época dorada."

"Umu."

Ainz hizo girar la moneda entre sus dedos, arrojándola sobre una pila de tesoros. El oro tintineó contra el oro, produciendo un sonido agudo que satisfacía los oídos.

"Entonces, por favor discúlpeme por un momento mientras busco los manuales técnicos y cualquier otro objeto creado por los investigadores rúnicos, y todo eso."

"Hazlo. Yo echaré un vistazo alrededor por mí mismo."

Pandora's Actor probablemente estaría muy contento de ver esto.

Mientras recordaba la extraña actitud que tenía, le vino a la mente la imagen de él mismo asegurándose de que la puerta de la Tesorería estuviera debidamente cerrada.

Vio armaduras y armas aparentemente enterradas entre las monedas de oro. ¿Eso no las dañaría? ¿Por qué no les importaba el daño?

(Ya veo, si todo estuviera limpio y ordenado, entonces cualquier ladrón que ingresara podría encontrar rápidamente el tesoro que estuviera buscando. ¿Así que en lugar de eso han desordenado las cosas? Si ése fuese el caso, entonces también podrían haber usado ese antiguo truco...)

"Gondo, tengo algo que preguntarte. ¿Es posible que haya una puerta secreta debajo de esta montaña de tesoros?"

Gondo miró hacia atrás con sorpresa.

"¡Ya veo! ...No es imposible, pero incluso si la hubiera, sería muy difícil de encontrar. Después de todo, tendríamos que mover todo el tesoro que hay aquí."

Como mínimo, tendrían que mover las monedas de oro.

"Entonces, podemos estimar la distancia desde este nivel al nivel inferior, y si hay una discrepancia en la altura entonces ¿estaríamos en lo correcto, no?"

"Siento que incluso si uno quisiera colocar una cámara secreta en este lugar, no sería nada más que una puerta secreta corrediza para ocultar numerosas piezas del tesoro. Medir el grosor también sería bastante difícil. Además, ya que se trata de la tesorería, las paredes y el piso son naturalmente más gruesos."

La mirada de Gondo parecía estar preguntando qué era lo siguiente que debían intentar, pero Ainz agitó la cabeza. Francamente, tomar un objeto de este lugar se sentía como un regalo complementario. Parecía un desperdicio tomarse tantas molestias para obtenerlo.

"Ésa no es la razón por la que vinimos aquí, y no sabemos si realmente existe. Sería tonto perder demasiado tiempo en ello. En cualquier caso, una vez que los Enanos vengan a reclamar su ciudad, haremos que sirvan de testigos y compraremos esos objetos al precio apropiado."

"Entiendo. Entonces iré y veré si nuestro objetivo se encuentra aquí."

Gondo comenzó a buscar de nuevo, y Ainz tomó varios objetos que parecían ser más mágicos que los demás.

"¿Hm? ¿Esto es...?"

Entre aquellos objetos, Ainz descubrió una espada.

Bien podría ser el objeto más mágico de entre todo lo que había aquí.

"Umu... juzgando en base a niveles, ¿debería estar alrededor del nivel 50, entonces?"

Era lo suficientemente larga como para ser considerada una espada larga, y estaba complejamente decorada.

No estaba seguro si esto había sido hecho en Yggdrasil. Pero si era un objeto de este mundo, entonces su poder mágico sería totalmente inverosímil. Ainz tocó el cuerpo de la espada. Era suave y uniforme.

"Qué hermosa y exquisita espada. Pero no tiene runas grabadas en ella. ¿Cómo puede ser eso?"

Ainz la tomó de la empuñadura. En un instante, la espada vibró. Se sentía como si el mana estuviera fluyendo a través de ella.

"Esto es... ¿algo que incluso yo puedo usar?"

Ainz no podía usar espadas largas debido a las restricciones de su clase. Sin embargo, parecía que esta espada había sido imbuida con algún tipo de poder mágico que ignoraba esa restricción.

"Interesante."

Luego de blandirla varias veces, Ainz empujó su mano casualmente contra la espada.

No hubo dolor. Al parecer, la inmunidad de Ainz contra ataques por debajo del nivel 60 seguía estando en efecto. No tenía la magia especial imbuida en la espada de Gazef.

Habiendo perdido algo de interés, Ainz lanzó un hechizo.

"[Identificación Mayor de—]"

"¡Su Majestad! ¿Cómo va la búsqueda? ¿Encontró algo interesante?"

"—Varios artículos, pero decidiré luego cuál llevarme."

"¿Es así? ¡Lo dejaré con eso, entonces!"

Ahora que el grito de Gondo había interrumpido el hechizo, Ainz arrojó la espada de vuelta a la pila.

Aunque una espada que pudiera usar era muy interesante, dadas las presentes circunstancias, no era más que eso. Cualquier objeto que Ainz tomara de aquí tendría que ser más especial y beneficioso.

(¿Ése es el calibre de los objetos mágicos en este lugar? Qué lástima. Bueno, supongo que no debería haber esperado un Objeto de Clase Mundial o algo así.)

Ainz continuó buscando, y un objeto le llamó la atención.

"Gondo, he hecho mi elección. No estoy seguro de si éste es un tesoro nacional, pero ¿podrías venir y ayudarme a darle un vistazo?"


Parte 4

"Entonces, comencemos."

Después de decirle eso a Shalltear, que estaba parada a su lado, Aura desenrolló el pergamino —el Objeto de Clase Mundial que había traído consigo— y activó su poder.

[Imagen de Montañas y Ríos]

En pocas palabras, era un objeto que atrapaba a su objetivo en un espacio cerrado. Más concretamente, cambiaba un paisaje pintado con el mundo real, y luego convertiría al mundo real en un paisaje pintado.

La definición de "objetivo" en este caso era la misma que la del hechizo de súper nivel [Cambiar el Mundo], y se refería a un área específica. Nada al interior de esa área —ya sea animado o inanimado— podría resistirse a sus efectos.

En esta ocasión, ella iba a atrapar todo al interior de esta cueva en el mundo alterno creado por [Imagen de Montañas y Ríos].

Shalltear y Ainz estaban protegidos por sus Objetos de Clase Mundial, así que no se verían atrapados en el mundo alterno creado por el pergamino. En lugar de eso aparecerían en el mundo pintado que sustituiría la región de la realidad que sería devorada. Sin embargo, siendo la usuaria del objeto, Aura sería automáticamente absorbida al mundo alterno.

El mundo pintado era casi idéntico al mundo real, con nada extraño o fuera de lo común en él. Sin embargo, era básicamente una ilusión. Sin el poder de [Imagen de Montañas y Ríos], una vez que se salía del área objetivo, todo se desvanecería. En otras palabras, los tesoros obtenidos en el mundo pintado también desaparecerían.

Por supuesto, ellos dos ingresarían por voluntad propia al segmento sellado de la realidad. Por lo general, los Objetos de Clase Mundial no podían afectar a otros portadores de Objetos de Clase Mundial, pero otra era la historia si esos portadores aceptaban su influencia. Todo esto gracias a un parche de los desarrolladores.

Había 100 mundos alternos entre los que se podía escoger para superponerlos a la porción sellada de la realidad.

Por ejemplo, había tierras mortales de lava que hacían daño de fuego constante, tierras boreales que hacían daño de hielo, llanuras de truenos que descargaban ataques eléctricos a intervalos regulares, regiones monzónicas en las que la visibilidad era prácticamente nula, o mundos envueltos en neblina, todas como alternativas básicas.

Lo extraño era que también había campos de batalla se podía superponer. En estos, luego un periodo determinado de tiempo, un número considerable de refuerzos aparecían para atacar al enemigo. Sin embargo, la fuerza de estas tropas sólo sería de alrededor del 60% de la de sus oponentes, así que generalmente estaban limitadas a agotar los recursos del enemigo.

Si en lugar de eso se deseara confrontaciones de uno contra uno, se podía enfrentar al enemigo contra un número igual de entidades más fuertes, cada una con 80% de la fuerza del usuario. Debido a que se podía contar con esta habilidad, era muy útil si el oponente de uno fuera a derrotar sus contrincantes.

El aspecto más aterrador de este objeto no era que atrapaba a las personas en un mundo alterno, sino que le permitía al usuario escoger a quienes sometería a sus efectos y qué efectos utilizaría. En otras palabras, incluso si el usuario creaba una región de lava fundida, era capaz de excluir a las personas que quisiera de los efectos de daño por fuego.

Sin embargo, tenía sus debilidades.

A menos que se usara mundos alternos específicos, una de las 40 rutas de escape sería escogida al azar, y si el enemigo lograba escapar por ella, la propiedad del objeto le sería transferida a él. Por supuesto, ninguna de estas rutas de escape era sencilla, pero el hecho de poder obtenerlo sin tener que derrotar a su portador significaba que era más fácil de conseguir que la mayoría de los otros Objetos de Clase Mundial.

Esta vez, Aura escogió uno de esos mundos alternos específicos; una región sencilla de espacio sellado.

Además de quedar atrapado, el enemigo no sufriría ninguna consecuencia perjudicial. Sin embargo, sólo había una ruta específica para escapar de este lugar.

"Bien, Hanzo, quiero que bloquees la ruta de escape de este mundo. Sería molesto si alguno lograra escapar. Acércate un poco."

El Hanzo se inclinó desde donde estaba oculto en las sombras, y prestó mucha atención a la explicación de Aura sobre la ruta de escape.

Aunque Aura no había detectado a nadie oculto planeando un ataque en las cercanías, valía la pena ser cuidadoso.

"Entonces, Aura. ¿Cuánta personas más han ingresado a este mundo después de los otros?"

"¿Hm? Sólo dos personas."

Esa respuesta significaba que el enemigo no poseía Objetos de Clase Mundial. Ambas suspiraron aliviadas.

Shalltear miró alrededor de las residencias de la antigua Capital Real. Era una ciudad grande, pero estaba en silencio, como si todos sus ciudadanos hubieran huido.

Ellas tenían que capturar con rapidez al Jefe de los Clanes, el gobernante de los Quagoa, y transmitirle las palabras del Ser Supremo. Sin embargo, las casas bloqueaban sus miradas y no podían encontrar el lugar en el que se alojaba.

"¿Puedes desaparecer esas casas quemándolas?"

"¿Hm? No puedo. Sin embargo, puedo crear un ambiente peligroso que las dañe con el tiempo. Por ejemplo, si hubiera una serie de casas de madera, podríamos crear una región de lava y convertirlas en cenizas."

"Eso podría matarlos a todos, así que no puedes hacerlo."

"Claro. Sin embargo, podríamos activarlo unos instantes y luego encargarnos de todos los sobrevivientes... pero sería una pena si sus minerales terminan fundiéndose."

Los Quagoa alimentaban a sus niños con metal y cosas similares, así que debía haber grandes cantidades de metal o minerales en bruto por ahí. Destruirlos sería un desperdicio, y Shalltear estaba de acuerdo.

"Además, la orden de Ainz-sama fue ver si estaban dispuestos a colocarse bajo nuestro estandarte."

"Y luego añadió que si se negaban, debíamos reducir sus filas hasta una cantidad específica."

"...Shalltear."

Luego de ver los ojos entrecerrados de Aura, Shalltear se dio cuenta de lo que le quería decir.

"¡Todo estará bien! ¡Esta vez no estropearé las cosas! ¡No me equivocaré, en ab-so-lu-to!"

"Eso espero."

"Creo que ya lo entiendo. Se tiene que usar la cabeza. ¿Vamos?"

"Mm, vamos. Entonces, ¿puedo dejarte la reducción de sus números?"

"Creo que soy la más adecuada para esa tarea. ¿Te parece bien?"

La fuerza de Aura estaba ligada a sus bestias mágicas, así que no era buena para este tipo de cosas.

"Sí... Si Mare estuviera aquí, podríamos provocar un terremoto y deshacernos de una gran cantidad de ellos."

"Ese chico tiene los ataques de área más poderosos en Nazarick. Tengo mucha confianza en ese campo, pero mi poder es limitado en un lugar como éste."

Y hablando de ello, usar un terremoto para aniquilarlos incumpliría la orden de su amo de "seleccionarlos". Si tuviera permitido hacer eso, simplemente podría invocar a sus familiares para llevar a cabo una matanza indiscriminada.

"¿Así que ya has recibido órdenes parecidas? Todas estas tareas son para que aprendas, Shalltear."

Aura repitió varias veces las órdenes que su amo les había dado.

"Es verdad," respondió Shalltear, y luego mencionó algo sobre lo que había estado pensando desde hacía tiempo.

"A juzgar por la fuerza de los enemigos que hemos encontrado hasta ahora, no parece que haya nadie en este lugar capaz de derrotar a un Caballero de la Muerte. Entonces, ¿es realmente posible que los hayan derrotado por casualidad? Es mucho más probable que usaran un objeto o que los derrotaran con una invocación que luego disiparon... Es bastante extraño que las predicciones de Ainz-sama sean erróneas."

Shalltear se dio cuenta de que Aura se había quedado mirándola, pero no quería preguntarle por qué lo hacía.

"¿Qué? ¿Se me escapó algo?"

"No se trata de eso... hm... ahhhh. Qué tonta~"

Una expresión de desagrado cruzó el rostro de Shalltear.

Si se le había escapado algo, ¿entonces por qué no se lo decía directamente? Pasó algo de tiempo antes de que Aura le diera la respuesta.

"Dime — ¿cómo podría Ainz-sama haber cometido ese tipo de error?"

"¿La derrota de los Caballeros de la Muerte era parte del plan de Ainz-sama? Es verdad que los Caballeros de la Muerte creados por Ainz-sama tienen habilidades muy altas. Ninguno de los que hemos encontrado hasta ahora debería ser capaz de derrotarlos..."

Aura golpeó su puño contra su mano. "¿Eso también es posible?" se preguntó. Y continuó:

"Ya veo. Así que es posible que la intensión de Ainz-sama fuera dejar que los enemigos mataran a los Caballeros de la Muerte. No pensé tan a futuro, pero lo que quería decir era que sus predicciones no estaban equivocadas. Los Caballeros de la Muerte cayeron con el puente, pero creo que murieron por la caída. Sus huellas estaban allí cuando pasamos por la fortaleza, pero no estaban del otro lado. En otras palabras, fueron derrotados a mitad de camino. Eso significa, que sólo existe una razón por la cual pudieron morir."

"Si es así, ¿eso significa que esto ha sobrepasado las predicciones de Ainz-sama?"

"Ya te lo dije, no se trata de eso. Si Ainz-sama te hubiera estado hablando en serio, entonces podría ser posible que fuera como dices, Shalltear."

"¿Qué significa eso?"

Shalltear frunció las cejas, sin poder entenderlo. Y Aura dio un pisotón al suelo con un "¡Ahhhhh!".

"¿Qué quieres decir con 'qué significa eso'? Ya te lo dije, ¿no? Ainz-sama ya sabía que los Caballeros de la Muerte murieron al caer a la Gran Grieta."

"¡¿Ehhh?!"

"Aaah... ¿Por qué no piensas en lo que pasó en ese momento? Mira, cuando Ainz-sama te estaba explicando las cosas, yo quise preguntarle si los Caballeros de la Muerte habían muerto al ser empujados, pero Ainz-sama me miró y me ordenó no decir nada. ¿No te diste cuenta? Fue cuando te estaba dando sus instrucciones."

Shalltear parpadeó por la sorpresa. Ella en realidad sí había visto a su amo haciendo ese gesto. Al principio, había pensado que se debía a que quería que Aura guardara silencio ya que él estaba diciendo algo. Sin embargo, ese Ser Supremo era un genio estratega, así que la explicación de Aura era más plausible que la lectura potencialmente errónea de la situación que ella había hecho.

Aun así, si ése era el caso, ¿por qué le había explicado todo eso a ella?

"¿Qué cara estás poniendo? Piensa un poco y lo entenderás."

Las palabras distraídas de Aura encogieron el corazón de Shalltear como si estuviera siendo sacudido en medio de un remolino.

"¿Podría ser que... fue por mí? ¿Hizo eso a propósito para entrenarme? ¿Eso quieres decir?"

"¿...Qué otra cosa podría ser? En el camino, dijiste que podría haber un enemigo poderoso y le preguntaste muchas cosas a Ainz-sama. Si hubieras sabido que habían caído a la Gran Grieta, ¿habrías preguntado tanto? Ah, ¿podrías mantener esto en secreto de Ainz-sama? Todo porque dudaste de Ainz-sama..."

"¿Dices que dudé de las habilidades de Ainz-sama? ¿Cómo podría hacer algo así?"

Shalltear esperaba que Aura pudiera guardar en secreto la manera en la que ella había revelado que no confiaba en la capacidad de un Ser Supremo.

"Bueno, simplemente lo mantendremos en secreto. Como Ainz-sama quería que lo mantenga en secreto de ti, tienes que tener cuidado con lo que digas."

"Por supuesto."

Si lo reflexionaba con calma, Aura había cometido un pecado mortal; había ignorado las órdenes de un Ser Supremo. Sin embargo, eso lo hizo porque Shalltear le había faltado el respeto al Supremo...

(¿Entonces quién fue grosera con los Seres Supremos, yo o Aura? ¿O ninguna de las dos? Hm—)

A Shalltear le dolió la cabeza, y decidió dejarse de sutilezas y dejar de atormentarse sobre el asunto de guardar secretos.

"...Aun así, ¿eso en sí mismo no es una muestra de falta de respeto? Hm..."

"...Hm — hablando de ello, si no se rinden a Ainz-sama, él mencionó algo sobre reducir sus números hasta alrededor de 10'000 personas. Aunque sí dijo que perdonáramos a algunas de las mujeres, ¿qué hay de los niños?"

"¿Especificó que dejáramos vivos a cierta cantidad de ellos?"

"Aunque, ¿no se hacen más fuertes al comer metales de niños? Y si vamos a gobernarlos, ¿no sería más fácil lavarles el cerebro a los niños? Shalltear—"

Una sonrisa maligna surgió en la cara de Aura.

"—Si Ainz-sama no dejó instrucciones específicas, eso significa... esto es un prueba, ¿no? Aunque podríamos enviar a los Hanzos para pedir indicaciones, Ainz-sama dijo que te lo encargaba a ti, ¿cierto? Así que creo que Ainz-sama quería ver cómo lidiarías con esto... ¿Puede nuestra Guardiana Número Uno encargarse muy bien de esta tarea?"

Shalltear sonrió ligeramente como respuesta. Había estado pensando sobre esto desde que había recibido sus órdenes.

"4'000 hombres y mujeres y 2'000 niños debería ser suficiente."

"¿Hm? Hm — supongo. Pareces estar manejando esto con mucha facilidad — ¿hm?"

Aura se calló y acercó la mano a su oreja. Shalltear sabía qué estaba haciendo e hizo el menor ruido posible. Al final, Aura era toda sonrisas.

"Ah, he oído lo que parece ser un gran grupo de Quagoas moviéndose."

"¿Están escapando, o están desplegando sus fuerzas?"

"No puedo estar completamente segura porque me guió por el sonido, pero no parece que estuvieran huyendo. Es más como si se estuvieran dispersando a las afueras de la ciudad."

Aparentemente, había 80'000 Quagoas en este lugar. Los semihumanos se volvían más fuertes con la edad. En otras palabras, todos eran soldados. Si movilizaban a más de 10'000 personas pero las desplegaban al interior de la ciudad, la ventaja de sus números se reduciría a la mitad.

Aunque los intrusos eran tan pocos que no calificaban como un ejército, poseían un poder de pelea increíble. El asunto del Dragón debía de haberse difundido entre los Quagoa. Si eso era así, los más listos llevarían a los otros a las afueras de la ciudad para evacuarla, al mismo tiempo que establecerían una formación para atraer al enemigo al interior de la ciudad para luchar. Si un pequeño número de enemigos ingresaba a la ciudad, los Quagoa podrían rodearla y lanzar oleadas de ataques para cansarlos antes de asestarles el golpe final con un equipo de guerreros de élite. Ésa parecía la estrategia de batalla más apropiada.

En cualquier caso, se necesitaba un espacio amplio y abierto para desplegar una gran fuerza.

Y eso era justo lo que Shalltear estaba esperando.

"Están por allá. Entonces, ahora deberíamos comenzar las negociaciones."

"Por supuesto. Necesitamos trabajar duro para no dejar esperando a Ainz-sama."

***

Más de 60'000 Quagoa en condiciones de luchar estaban formados y esperando al enemigo.

Las hembras Quagoa que no estaban embarazadas o con hijos eran tan buenas luchando como los machos, y era por esto que habían logrado movilizar a tales números. Sin embargo, a pesar de haber reunido a la fuerza más grande jamás registrada en la historia, el Jefe de los Clanes, Pe Riyuro, no estaba nada contento.

Esto era demasiado extraño. La cueva que contenía a la Capital Real de pronto había sido envuelta en la neblina.

¿Qué demonios estaba sucediendo?

Las tropas listas para la batalla comenzaron a formarse frente a la Capital Real. Si el enemigo temía a sus números y no salía, ése sería el mejor de los escenarios. Por lo tanto, habían llevado las provisiones mínimas y habían dejado sus tesoros Enanos atrás. Siempre y cuando el enemigo no fuera estúpido, se darían cuenta de que luchar no serviría de nada.

Sin embargo, alguien emergió de la Capital Real.

Uno de ellos vestía una armadura roja, y el otro era un corto de piel oscura que no era un Enano.

De acuerdo a los que habían presenciado el encuentro contra el Dragón a las afueras de la Capital Real, debería haber dos más, pero no podían verlos. Debían de estar tomando el tesoro, mientras que estos dos ganaban tiempo para ellos.

"De cualquier manera, sólo para confirmarlo, ¿ése no es un Golem, cierto?"

"Así es, no es un Golem."

De acuerdo a Yozu, los Golems eran altos de estatura y vestían armaduras negras. Así que esa armadura roja era otra cosa. Sin embargo—

(Es posible que sea algún tipo de Golem. Tal vez sería mejor creer eso.  Sin embargo, ¿por qué han venido a enfrentar a un ejército de decenas de miles por sí solos? ¿Es debido a que tienen la confianza de poder matarnos a todos? — De ninguna manera, no puede ser. Eso es imposible.)

Riyuro agitó la cabeza para dispersar la horrible imagen que había aparecido en su mente.

Podía adivinar que sus enemigos poseían un poder inimaginable, ya que habían creado esta extraña dimensión. El hecho de que pudieran hacer que un Dragón se postrara ante ellos sin luchar, sugería que eran muy fuertes.

Aun así, su bando contaba con más de 60'000. Era completamente incomparable a tener sólo cientos o miles de personas. Era imposible que pudieran luchar contra tantos oponentes.

Sin embargo, resultaría comprensible si se trataba de Golems.

Los Golems no se cansaban como los seres vivos. Podían luchar por siempre, y si eran lo suficientemente fuertes como para derrotar a Riyuro, entonces en teoría, podrían matar a todos aquí.

Aun así, eso era puramente teórico.

Incluso si sólo uno entre muchos Quagoa lograba asestarles daños con un golpe de suerte, en el transcurso de miles de rondas de combate, los daños acumulados de los rasguños resultarían en heridas que podrían dejar fuera de combate al enemigo.

La fuerza estaba en los números. Con su ejército de 60'000, siempre y cuando lucharan en tierra, incluso deberían ser capaces de matar a un Lord Dragón.

"—Iré a hablar con esas personas. Ustedes esperen aquí. Si muero... Bueno, hagan lo que les plazca."

"Es demasiado arriesgado," dijo uno de sus consejeros, expresando lo obvio.

"...No podemos hablar con los Golems, así que hablaré con el que está a su lado. Podría ser perjudicial si por lo menos no supiéramos lo que pretenden."

De cualquier manera, Riyuro estaba decidido a intentar dialogar.

El enemigo debía ser fuerte. Siendo así, él les preguntaría cuál era su objetivo. Si era posible razonar con ellos, entonces no le importaría pagar un precio determinado. Si podían hacer huir al Lord Dragón, entonces también estaría bien reconocerlos como sus nuevos amos. Aun si eso era imposible, les podría pagar más de lo que los Enanos habían hecho para que se cambiaran de bando.

"Nadie debe seguirme. Si vamos muchos al mismo tiempo, podría dar lugar a hostilidades."

Sin decirles nada más a sus asistentes, Riyuro dio avanzó al frente.

Sus tropas se apartaron a ambos lados de su camino, y sus enemigos parecieron haberse dado cuenta de que alguien se acercaba. Podía ver que el enemigo se había detenido a observar sus movimientos.

"Perdón por la demora."

Riyuro fue el primero en hablar, y su voz hizo que el enemigo se mirara el uno al otro.

Miró alrededor. Como esperaba, no encontró a nadie más. Había dos personas más en el encuentro contra el Dragón —el Enano y el tipo del yelmo con forma de cráneo— ninguno de los cuales estaban aquí.

"¿Hm? ¿Quién eres tú?" respondió el corto de piel oscura.

Parecía que el que usaba armadura roja era un Golem. Se veía más pálido y alto que el humanoide a su lado. Aun así, a simple vista, no había forma de saber si era un ser artificial — se veía muy realista.

"Soy Pe Riyuro, el Jefe de los Clanes Quagoa que viven en este lugar. Y tú — ¿quién podrías ser?"

"Estamos bajo las órdenes del Overlord Supremo que ha venido a estas tierras a gobernarlos."

(¡Habló!)

El que llevaba armadura roja había hablado. Ya que él había oído que los Golems no podían hablar, era obvio que no era un Golem.

Tratando de ocultar su consternación, Riyuro respondió:

"¿A gobernarnos?"

"Correcto. Nuestro Señor ha venido a someterlos. Arrodíllense e inclínense ante él."

(Entonces, ¿qué debería hacer?) Riyuro pensó rápido.

No le importaba arrodillarse y darle a bienvenida a un nuevo gobernante. Todo lo que tenían que hacer era volverse más fuertes bajo su dominio y luego derrocarlo.

El problema era que no podían someterse a sus enemigos sin antes conocer su poder. Podrían haber hecho que un Dragón se arrodillara ante ellos, pero ese Dragón no era el Lord Dragón. Por lo que él sabía, después de someterse a ellos, podrían ser obligados a luchar contra el Lord Dragón.

"...Debería haber dos más de ustedes. ¿Qué les sucedió a ellos?"

"No es necesario que lo sepas. Lo único que tienes permitido es responder si aceptas o no nuestro dominio."

No le iban a revelar nada. Eso significaba que investigar las intenciones del enemigo —si verdaderamente pretendían luchar— era muy importante.

"...Dicen que quieren gobernarnos. Sin embargo, para nosotros es muy difícil aceptar su propuesta sin antes conocer su fuerza. ¿Pueden entender eso?"

En otras palabras, lo que insinuaba era que "si me dicen qué tan fuertes son, no me importaría ser gobernado por ustedes." Sin embargo, los dos simplemente se miraron entre ellos y se encogieron de hombros.

"Ya veo. Nuestras órdenes indican que si no aceptan nuestro dominio, tendremos que reducir sus números hasta que se vean forzados a arrodillarse. Después de eso, ustedes tendrán que matarse hasta que sólo queden 4'000 machos, 4'000 hembras y 2'000 niños. Tú deberías ser capaz de diferenciar quiénes son los más valiosos, ¿estoy en lo correcto?"

"Luego, una vez que sólo queden 10'000 de ustedes, los llevaremos a nuestro país, al Reino Hechicero, en donde serán puestos a trabajar."

Por un instante el Jefe de los Clanes sintió ser atravesado por el miedo.

No se debió al cruel contenido del mensaje. Se debió al tono de voz tranquilo y desprovisto de arrogancia con el que se lo habían dicho.

Riyuro sintió que estas dos personas realmente creían poder hacerlo.

Sí.

Estas dos personas daban por sentado que podrían destruir a un ejército de más de 60'000.

¿Es que estaban locos? ¿Era exceso de confianza? O—

Esa increíble actitud hacía que Riyuro fuera incapaz de saber qué debía hacer a continuación.

No había forma de que ellos pudieran obedecer unas órdenes así de absurdas sin dar pelea siquiera.

Tal vez sintieron las intenciones hostiles de su parte, pero los dos se miraron el uno al otro, y sus caras se retorcieron en grandes sonrisas.

Los Enanos eran peludos, así que él podía entenderlos. Estas dos personas no tenían pelo excepto en la parte superior de sus cabezas, así que él no podía leer sus expresiones. Tal era la brecha entre dos especies diferentes.

"E-Espe—"

No pudo terminar de pedirles que esperen.

"—Entonces, ahora comenzaré a reducir sus números a un nivel aceptable. Siendo así, no le des tu ropa a nadie más."

Normalmente, los Quagoa no usaban ropa. Después de todo, estaban cubiertos de pelos desde la cabeza a los pies.

Sin embargo, un rey tenía que demostrar su autoridad, y por lo tanto necesitaba algo para diferenciarse con facilidad de los otros. Era por eso que él usaba ropa y una corona hecha por los Enanos, con el emblema del Jefe de los Clanes. Al mismo tiempo, podía dejar que otros las usaran para que le sirvieran de dobles, con el fin de engañar a sus enemigos de otras razas.

¿Es que habían logrado entrever ese plan y por lo tanto intentaban detenerlo a mitad de camino?

Acabar con el líder enemigo para paralizar a su ejército era una de las condiciones más obvias para obtener la victoria. Sin embargo, ¿por qué no lo habían hecho?

(No, no se trata de eso. Debe haber otra razón... Podría ser que... Eso debe ser. ¡No están tratando de matarme, están tratando de evitar matarme por accidente!)

Las diferencias entre las especies eran muy profundas. Sin embargo, siempre y cuando usara su ropa, ellos podrían saber quién era el Jefe de los Clanes y por ende podrían dejarlo con vida. Ése era el significado de su arrogante declaración.

"Entonces, ¿no es momento ya de que regreses? Nosotras comenzaremos una vez que tu grupo avance hacia acá. Estaría complacida si antes de eso pudieras escoger a los que quieras que sobrevivan."

"Apresúrate y regresa."

Se despidieron de él, indicándole que debía regresar. En otras palabras, no era necesario seguir negociando más.

Esto era completamente diferente a lo que había esperado.

(Les dije que estaba dispuesto a arrodillarme, pero ¿por qué no pudieron hacer ni una pequeña concesión? Si ni siquiera están dispuestos a hacer eso... ¿significa entonces que piensan que nuestras vidas no valen nada?...)

Frente a este tipo de arrogancia, el Jefe de los Clanes se esforzó por suprimir el terror que se desbordaba de su corazón.

(En todo caso... es imposible que puedan reducir a 10'000 a las 60'000 personas aquí... Sí. Eso debe ser. ¡Deben de haber perdido la razón después de ver nuestras fuerzas!)

Bajo circunstancias normales, ese tipo de razonamiento sería correcto. Ni siquiera los Dragones podrían reducir sus números en cantidades tan grandes.

En ese momento, el Jefe de los Clanes tuvo un momento de inspiración.

(¿Podría ser que planean llevar a cabo ataques relámpago desde el aire?)

Si luchaban como Dragones, entonces las cosas se pondrían difíciles. Y al contrario, haberse desplegado en un área abierta como ésta sería desfavorable.

Entonces, ¿debería hacer retroceder a sus fuerzas hacia el distrito residencial?

Sin embargo, hacer eso sería muy peligroso. Si el enemigo podía destruir edificios, entonces causaría grandes daños a sus hogares. Al final, éste era el único lugar en el que podían luchar.

Después de regresar con sus tropas, el Jefe de los Clanes reunió a sus asistentes.

"¿Se trataba de un Golem? ...¿Qué sucedió? Se ve bastante incómodo."

Su expresión debía haber asustado a los otros dos. El Jefe de los Clanes se dio unas palmaditas en la cara y dio a conocer sus órdenes.

"Ahh... En cualquier caso, reúnan a los Quagoa Azules y Rojos."

"¿Servirán de guardia personal?"

"No sólo eso. Reúnan a todos los individuos excepcionales de cada Clan."

***

Riyuro dio voz a un poderoso rugido. Era un grito imbuido con la habilidad que había obtenido al ascender a la posición de Jefe de los Clanes. Mientras veía a su ejército de más de 10'000 dirigiéndose hacia el enemigo en respuesta a su grito, incluso se sintió un poco complacido. Sin embargo, los resultados de su ataque fueron horribles de presenciar. Como agua chocando contra un muro, el ataque de los soldados golpeó contra una barrera invisible y salieron volando.

Lo que salpicaba por todos lados no era agua espumosa, sino Quagoas — o lo que solían ser Quagoas. Una visión como esta tal vez fuera digna de Dragones o Gigantes, pero sus oponentes era criaturas incluso más pequeñas que los Quagoa.

"Están volando..." murmuró estúpidamente uno de sus asistentes para sí mismo.

No se trataba de una metáfora. Los Quagoa atacantes literalmente volaban por los aires. Y tampoco lo hacían uno a uno. Varias docenas de ellos eran enviados a volar a la vez.

Sus cuerpos pulverizados se convertían en una lluvia de pedazos de carne que caían sobre sus camaradas. Las tropas cubiertas de restos continuaban su ataque, tras lo cual ellas mismas se convertían en trozos de carne que caían sobre sus demás compañeros. Era una escena sacada directamente de una pesadilla.


Y por alguna razón, el hecho de no ver brotar nada de sangre hacía que la visión fuera incluso más irreal.

"¿Qué, qué de-, qué demonios es eso?"

Riyuro ni siquiera tenía las fuerzas suficientes como para responder a los sollozos lúgubres de sus asistentes. Sus pensamientos simplemente se le escapaban de la boca en forma de palabras.

"Tales cantidades..."

"¡Jefe de los Clanes! ¿¡Qué es eso!? ¡Es completamente diferente a los Golems que vimos antes!"

Hacían pedazos de un solo golpe a cada uno de los Quagoa que iban a atacarlos. Esto ya no era una batalla. Ni siquiera era una masacre. Simplemente se deshacían de la basura. Los camaradas que él había reunido para incrementar su influencia ahora estaban siendo mutilados en grandes cantidades como si fueran basura.

¡Te-tenemos que escapar!

"¡¿A dónde escaparán?!"

Les gritó a sus aterrados asistentes.

"¡¿A dónde pueden huir en esta extraña dimensión?! ¡Estas personas dijeron que iban a matarnos hasta que sólo quedaran 10'000 de nosotros!"

Sus asistentes no tenían nada que decir.

Después de ver esta fuerza sobrecogedora — esta fuerza monstruosa, entendían que sus amenazas no eran bromas. Aunque era difícil de creer, no tenían otra opción más que hacerlo. De entre sus 80'000 ciudadanos, sólo 10'000 tendrían permitido sobrevivir.

Pese a que quería implorarles perdón en este instante, no había calidez en los ojos de esos dos. Incluso los ojos de ese Lord Dragón mostraban más compasión.

(No tienen intenciones de cambiar su declaración de reducirnos hasta 10'000 personas.)

"¡Eso es imposible! ¡Jefe del Clan! ¿Qué demonios son esas cosas?¿Qué es lo que los Enanos han traído a este lugar?"

"Por qué una gente así de pequeña es tan poderosa..."

Mientras oía a sus consejeros, otro destello de inspiración golpeó a Riyuro.

"¿Podría ser que el tipo de la armadura roja es también alguna clase de arma Enana? ¿Enviaron algo más fuerte porque sabían que los Golems fueron destruidos?"

"...Así que, si lo derrotamos, ¿ellos enviarán algo incluso más fuerte?"

Los gritos de sus hombres hacían eco por todos lados. La región alrededor de Riyuro era la única silenciosa.

"Retiremos a los hombres—"

"¡Detente! ¡Tienen que luchar! ¡No nos queda otra salida! ¡Sin importar lo fuerte que sea, eventualmente se cansará! ¡Cuando eso suceda, esperaremos hasta que ya no pueda blandir su arma, y entonces los forzaremos a negociar y les exigiremos concesiones!"

"Ya, ya veo... Pero... ¿Realmente se cansarán?"

Esto que le mencionaban era algo que Riyuro había pensado en un rincón de su mente. Sin embargo—

"De cualquier manera, siempre que esté vivo, debería de cansarse. Podrá tener más resistencia que nosotros, pero definitivamente se cansará. ¡Hasta entonces, sigan haciendo que blanda su arma! ...Aun si no se cansa, una vez que se aburra de matar podríamos ser capaces de discutir algo."

El Jefe de los Clanes estaba reticente a decir las palabras que vinieron a continuación, pero tenían que ser pronunciadas.

"¡Además, no podremos ganar incluso si luchamos! No contra un monstruo como ése."

Sus tropas no se desmoralizarían hasta el punto de huir. El grito que Riyuro había usado para iniciar el ataque había transformado a sus hombres en guerreros que no conocían el miedo. Al igual que el estado Enloquecido de los Berserkers, incrementaba su fuerza de ataque pero reducía sus defensas. Y lo más importante, los hacía inmunes a todos los efectos relacionados al miedo. Sin embargo, el hecho de que no se negarían a ninguna de las órdenes del Jefe de los Clanes sin importar lo peligrosa que fuera, se podría decir que era una espada de dos filos.

La gran masa de soldados continuó atacando sin mirar atrás, y fueron reducidos hasta la mitad de sus antiguos números con tal rapidez que casi nadie podía creerlo.

En este punto, nadie tenía la fuerza para hablar.

El hecho de que esta tragedia se estuviera desarrollando frente a ellos y de que era obra de una sola persona, traumatizaba sus corazones.

Para todos, a excepción de alguien.

Esa persona —Riyuro— reunió lo último de su coraje.

"¡Héroes escogidos!"

No podía levantar la voz.

Riyuro vio a los Quagoa Rojos y Azules que tenía ante él, así también como a los otros Quagoa con habilidades especiales, todos los cuales habían sido reunidos en las unidades de combate más fuertes de los clanes.

El motivo por el que ninguno de ellos había respondido al grito de Riyuro se debía a que todos estaban mirando a la armadura roja con desesperación en los ojos.

Ellos también debían de haber sentido que no tenían esperanza alguna de victoria. Cuando se habían reunido, al comienzo, sus ojos brillaban, pero ahora no había luz en ellos, como si estuvieran muertos.

Él había escogido no hacerlos enloquecer para preservar su fuerza defensiva, pero había sido la decisión equivocada.

El Jefe de los Clanes levantó la voz e intentó prepararlos mentalmente.

"¡Ustedes son nuestro as en la manga! ¡El enemigo ha matado a muchos de nuestros camaradas, así que debe haberse cansado! ¡Ustedes serán capaces de hacerlo sufrir!"

Debería estar cansado — él había dicho eso, pero no había ninguna señal de que fuera así. La armadura roja no daba ningún indicio de que fuera a detenerse al mismo tiempo que cortaba en pedazos a cada uno de los Quagoa que la atacaban y mandaba volando sus restos por el aire, blandiendo y golpeando sin cesar con esa extraña arma parecida a una lanza.

"¡Así es! ¡Sin importar qué, es un ser vivo, así que se cansará! ¡Ustedes pueden hacerlo! ¡Vayan! ¡Héroes nuestros!"

Con una plegaria en su corazón, Riyuro envió a estos héroes.

Ordenó a sus hombres que despejaran el camino hacia la armadura roja. A continuación, los héroes la atacarían—

—Riyuro cerró los ojos.

"Mi, mi Señor... Poderoso Jefe de todos nuestros Clanes..."

Luego de oír las temblorosas voces de sus ayudantes, abrió lentamente los ojos.

"No... no es necesario que digas nada. Ya lo sé. También, también los veo..."

Nada había cambiado. Correcto. Había dado lo mismo.

Exactamente igual que los soldados regulares, los héroes elegidos habían sido hechos picadillo y arrojados por los aires como trozos de carne. Y todo había ocurrido en un instante. Había tenido el mismo final que las tropas regulares.

"...Así... así que..."

Riyuro no era capaz de decir nada más. Aunque no sabía qué era esa armadura roja, indudablemente era algo más poderoso que un Dragón.

Ya no podía sentir nada. Si sencillamente se pusiera a esperar a que pasara el tiempo, el resultado sería como lo deseaba el enemigo.

"...dijeron que quería 2'000 niños. Reúnan esa cantidad."

"Mi Señor..."

"...No podemos hacer nada más. Incluso si sólo quedamos 10'000, siempre y cuando podamos sobrevivir, algún día... algún día, podremos volver a hacer grandes a los Quagoa..."

Nadie pudo decir nada frente a las palabras de Riyuro. Eso se debió a que todos lo entendieron claramente en sus corazones.

Entendieron que no había nada más que pudieran hacer.

La cabeza de Riyuro colgó sin fuerzas. Era como si hubiera estado caminando por un lugar seguro, y de pronto hubiera sido emboscado por un monstruo...

"Hablando de ello, ¿qué es el Reino Hechicero, de todas formas? ¿Tiene algo que ver con los Enanos? Alguien dígamelo por favor... "

Sus susurros provenían directamente de su corazón.

Sin importar cuánto intentaba negarlo, la matanza ante sus ojos le hacía sentir que una tragedia aún mayor sucedería pronto.

De pronto, vio a sus sirvientes Quagoa sosteniendo jaulas. Eran las jaulas usadas para almacenar lagartos para comer. Riyuro sabía que ahora no era el momento para esto, pero la tensión sobre él le hizo estirar la mano hacia la jaula. Tomó a uno de los lagartos, pero cuando estaba por arrancarle la cabeza de un mordisco, un dolor intenso atravesó su estómago, doblando su cuerpo en forma de ㄑ.

No había forma de que pudiera derrotar al gobernante absoluto que pronto subyugaría su raza. La idea de volver a florecer era tan descabellada que ni siquiera él podía decir nada en su defensa. Sin importar cuántas generaciones pasaran, ellos nunca lograrían alzarse en armas. Los Quagoa de la Cordillera de Montañas Azellisia usarían por siempre collares al servicio de su temible amo.

El lagarto que se agitaba salvajemente se le resbaló por entre los dedos y desapareció por entre las piernas de sus hombres. Riyuro dejó escapar un "ahh", que fue más un suspiro que un grito, y luego se desplomó en un silencioso llanto de miseria absoluta.

"¡Si eran así de fuertes, debieron haberlo dicho desde un principio! ¡Por qué, por qué no me lo dijeron!"

Los gemidos del Señor de los Quagoa, aclamado por su gente como el más grande de los gobernantes en su historia, se mezclaron con los gritos de los niños mientras sus propios soldados los mataban.


Parte 5

Ainz y Gondo salieron juntos de la tesorería. Un escuadrón de Dragones agachaba las cabezas ante ellos. Había 19 en total, incluyendo a Hejinmal.

En otras palabras, todos los Dragones que Hejinmal había mencionado se encontraban aquí. Ahora no habría necesidad de cazarlos.

(...Es bueno que sean obedientes, pero es una pena no tener más cadáveres de Dragón... ¿Debería buscar una excusa para matar a algunos más? No, eso sería malvado. Entonces por qué no hacer que se reproduzcan y luego cosecharlos más tarde... ¿hm? ¿Eso no sería lo mismo? )

"—Su Excelsa Majestad, Rey Hechicero. Sus leales sirvientes se han reunido ante usted."

Hejinmal habló mientras Ainz pensaba. Dejando a un lado sus reflexiones por el momento, Ainz respondió:

"Levanten la cabeza."

Los Dragones arrodillados levantaron la cabeza como si fueran uno.

Debido al tamaño enorme de sus cuerpos, una vez que se incorporaron eran mucho más altos que Ainz, pero no se sentía como si ninguno lo estuviera menospreciando.

Sin embargo, entre ellos hubo algunas miradas de sorpresa.

Habían oído hablar de ello, pero seguía siendo difícil de creer que Ainz había matado al Lord Dragón, a su padre. O mejor dicho, incluso Ainz pensaría lo mismo si estuviera en sus zapatos. Había muchas cosas que tenían que ser vistas para creerse.

Justo cuando Ainz estaba pensando eso, uno de los Dragones rugió.

"¡No aceptaré esto! Y pensar que la persona que mató a Padre es en realidad — ¿qué?"

Ainz caminó en frente del Dragón rugiente. Luego sonrió, y le hizo un gesto con la mano, como si dijera "dame tu mejor golpe".

El Dragón atacó a Ainz con sus garras.

Era rápido, pero no tanto como el Troll contra el que había luchado hace poco.

Ainz no lo esquivó. Recibió el ataque de frente. El Dragón —que pensó que Ainz no había podido esquivarlo a tiempo— sonrió ampliamente, pero cuando se dio cuenta de que Ainz no necesitaba esquivarlo, la sonrisa se congeló en su cara. Después de asegurarse de que el Dragón lo había entendido, Ainz lanzó un hechizo.

"[Tomar Corazón]."

La mirada de Ainz pasó del Dragón que se había desplomado al igual que su padre, y se volvió hacia los otros.

"¿No hay nadie más?"

Luego de esa pregunta en voz baja, los Dragones se postraron incluso más bajo que antes, como si intentaran acostarse en el suelo. Nadie más seguía dudando del poder de Ainz.

Ainz abrió un [Portal] y arrojó al cadáver del Dragón a través de él. A continuación llamó a Gondo y subieron a la espalda de Hejinmal.

La espalda de su madre era más grande, así que montarse en ella en lugar de usar a Hejinmal sería más adecuado para un gobernante.

Sin embargo, Ainz ya había montado a Hejinmal hasta aquí, así que bien podría montarlo el resto del camino.

"Sal de la ciudad. Mis subordinados deberían estar esperando allá."

El escuadrón de Dragones montó vuelo al unísono, y los Hanzos los guiaron a un lugar en el que numerosos Quagoa estaban arrodillados.

La imagen de incontables Quagoa postrados en silencio era bastante extraña, y cuando Gondo vio esto, graznó con voz ronca.

Ainz estaba por hacer él mismo ese sonido, pero no podía hacer tal cosa frente a sus Guardianes, cuyas miradas brillantes parecían decirle, "¡Trabajamos muy duro!"

"¡Ainz-sama! Como ordenó, terminamos la selección de los Quagoa. Hay 4'000 machos, 4'000 hembras y 2'000 niños. El resto son cadáveres. Además, les permitimos recuperar los cuerpos intactos y llevarlos a otro lugar."

"Ya veo. Así que rechazaron mi compasión, pero ahora se aferran desesperadamente a su última oportunidad de supervivencia. Qué montón de tontos."

El Quagoa vestido y arrodillado frente a todos los demás se estremeció visiblemente.

"Entonces, ¿dónde está su rey?"

"Allá," señaló Shalltear. Como esperaba, era el Quagoa tembloroso. Antes de convocarlo, Ainz activó su halo de resplandor de obsidiana. De acuerdo a su investigación, ése era el efecto más adecuado para un gobernante.

Mientras escuchaba los murmullos y susurros del escuadrón de Dragones, Ainz llamó al Señor Quagoa.

"Rey de los Quagoa, levanta la cabeza."

"¡Sí!"

El cuerpo del Señor de los Quagoa se estremeció violentamente cuando levantó la cabeza. Luego, sus ojos se abrieron de par en par, y se quedó inmóvil, como si se hubiera congelado.

Ainz pudo oírlo emitir claramente un "Hiiiiiieeee..."

"...Se me conoce como un rey compasivo. El pecado de no haber aceptado mi propuesta de inmediato será absuelto con la sangre de tu gente. Sin embargo, si me entregan sus vidas y su lealtad, les garantizo la prosperidad."

"¡¡Entendido!! ¡¡¡Somos sus sirvientes, y todos nuestros hijos y los hijos de nuestro hijos trabajarán hasta hacerse polvo al servicio de Su Majestad!!!"

"Una buena respuesta. Me complace."

"¡¡¡¡Sí!!!! ¡¡¡¡¡Muchísimas gracias!!!!!"

Como para terminar la conversación, Ainz agitó la mano, como indicando que el Señor Quagoa podía volver a asumir su postura de sumisión.

(¡Excelente! Parece que toda mi práctica valió la pena.)

La incesante repetición de diálogos y gestos frente el espejo, finalmente había dado sus frutos. Luego de adoptar una pose de victoria en su corazón, Ainz se volvió nuevamente hacia sus dos Guardianas, que habían desempeñado sus tareas a la perfección.

"Lo han hecho muy bien. Estoy orgulloso de ustedes dos."

"¡Muchas gracias!"

"Sus palabras han limpiado mi corazón de la vergüenza de mi anterior fracaso, y se lo agradezco desde lo profundo de su interior."

"Hm, hm..."

Luego de ver la dicha de Shalltear, Ainz estaba seguro de que había usado las palabras correctas.

"Entonces, ¿esta cantidad está bien? Si son demasiados, podemos sacrificar más hasta que sus números sean de su agrado, Ainz-sama."

"No, no hay necesidad de eso... ésta debería ser una buena cantidad. Ahora que lo pienso, ¿Podría alguno de ellos convertirse en un adversario poderoso? No para nuestros estándares, por supuesto, pero para el de la gente de este mundo."

"Mis más sinceras disculpas. Esas personas fueron—"

"No, no es así. El Jefe de los Clanes con el que usted habló era considerado bastante fuerte, aunque nunca vimos su fuerza."

"Ya veo..."

Aunque no estaba seguro de cómo habían sido derrotados los Caballeros de la Muerte, lo más seguro era que se trataba de una coincidencia. Por lo que él sabía...

(Podrían haber caído a la Gran Grieta...)

Mientras pesaba en eso, Ainz se sintió profundamente avergonzado. Darse cuenta de que se había equivocado después de darle un discurso tan apasionado a Shalltear hizo que su cara se sintiera como si estuviera a punto de estallar en llamas — y entonces, la vergüenza había desaparecido. En su lugar quedaban las cenizas humeantes de una depresión. En ése momento, mientras pensaba sobre la forma en que Shalltear había estado tomando notas, se hizo más profunda — y luego estaba de vuelta a la normalidad.

¿Debería intentar fanfarronear para librarse de esto?

Sin embargo, si lo estropeaba, ellas le podrían decir a los otros, "Ainz-sama dijo esto, pero en realidad~" y cosas así.

(¡Esto es malo! ¡Esto es realmente malo! ¡No debí haberme dejado llevar por la alegría y haberlas sermoneado de esa manera! Ahora siento que quiero llorar.)

Ainz suspiró profundamente.

(Bueno, ahora que lo pienso, ¿no es ésta una buena oportunidad para decirles a los Guardianes que yo también puedo cometer errores? Desde allí, podría pasar de la posición de un gobernante increíblemente sabio a la de un gobernante ordinario, y podría ser libre de mi tormento emocional. Y si hago eso, los Guardianes podrían percatarse de mis errores y advertirme sobre ellos.)

Le ordenó marcharse a los Dragones, porque sabía que tenían sentidos muy agudos. Luego, hizo que los Quagoa se alejaran a cierta distancia. Gondo se veía muy solitario al estar él solo, pero simplemente tendría que soportarlo.

Una vez que los tres estuvieron solos, Ainz tragó saliva.

Lo que haría a continuación bien podría mandar por el drenaje todo su arduo trabajo. Ainz se sintió nervioso sobre la forma en que cambiaría la situación y sobre lo que podría pasar en el futuro. Su cuerpo —que no conocía el miedo— comenzó a sentir temor. A pesar de eso, reunió todo su valor para hablar.

"Ah, ustedes dos, escúchenme. ... ¿Recuerdan cuando les hablé sobre la posible existencia de un ser en este lugar que podría derrotar con facilidad a los Caballeros de la Muerte?"

Ambas se miraron la una a la otra, y sus caras sugirieron que se habían dado cuenta de algo.

"Sí, es eso. Parece que estaba equivocado. Tal vez al Dragón que maté le fuera posible destruir a los Caballeros de la Muerte, pero no parece que nadie más pudiera hacerlo."

"Lo entiendo, Ainz-sama. Sus palabras tenían la intención de ayudarme a aprender. Y pensar que tuvo que deshonrarse a sí mismo a causa de mi inexperiencia... ¡Yo, Shalltear Bloodfallen, le ofrezco mi más profunda gratitud a su excelso ser por sus misericordiosas consideraciones!"

"... ¿Eh?"

Para gran sorpresa de Ainz, ellas lo miraban con respeto en los ojos. En particular, la cara de Shalltear estaba enrojecida, sus ojos húmedos, sus labios presionados con fuerza y sus boca temblando como si estuviera al borde de las lágrimas.

(¿Qué parte de lo que dije merecía respeto?) Ainz estaba desconcertado. ¿Había tocado sus corazones de alguna forma?

(Además, debería negar lo que dijo Shalltear, ¿cierto? No, Shalltear ha aprendido mucho en este viaje.  ¡Entonces confiaré en ti, Shalltear!)

"Parece que te diste cuenta, Shalltear."

"¡¡Sí!!"

Los ojos de ambas parecieron brillar incluso con mayor intensidad.

(¿Qué—?) Ainz pensó eso, pero seguía teniendo que aclarar lo que había dicho.

"Aun así, incluso yo puedo fallar, y puedo cometer errores.  Espero tengan ese hecho presente en sus corazones."

"¡Sí! ¡Aunque no creo que sea posible que nuestro gran gobernante cometa jamás un error, lo entiendo, Ainz-sama!"

Shalltear parecía haber llegado al límite de su resistencia. Se desplomó sobre sus rodillas y empezó a llorar. Mientras apretaba los dientes y lloraba en abundancia, Aura colocó una mano sobre el hombro de Shalltear, sus propios ojos rebosantes de lágrimas. Aunque era una escena conmovedora que demostraba su amistad, Ainz no tenía idea de qué era lo que estaba sucediendo, y todo en lo que podía pensar era de dónde era que Shalltear —una criatura no-muerta— estaba secretando sus lágrimas, saliva y otros fluidos corporales. Así pues, se refugió de la realidad pensando sobre biología.

Aunque Ainz no tenía idea de cómo las cosas habían llegado a esto, por el momento decidió dejarlas como estaban. Sí, había demasiadas cosas en este mundo que desafiaban el entendimiento, o más bien, había situaciones en las que tenía que fingir dicho entendimiento. Era así como se sentía cuando escuchaba a su Gerente General explicando casos importantes.

Ainz sentía que esto era simplemente dejar los problemas para después, pero al mismo tiempo, sentía que su yo futuro, que se enfrentaría nuevamente con el problema, sería una mejor persona. Por lo tanto, Ainz hizo la única cosa que su yo actual podía hacer.

Después de arrodillarse frente a Shalltear, le limpió las lágrimas como un padre haría por un hijo.

Y entonces, en ese instante, incluso más lágrimas recorrieron sus mejillas.

"Ainzsh-shama..."

"Está bien, está bien. Ya no llores, Shalltear. Te dije lo mismo en ese entonces, ¿recuerdas? no puedes echar a perder tu hermoso rostro con lágrimas."

"¿Le fui de utilidad?"

"Sí. Lo hiciste muy bien. Hiciste todo lo que esperaría de uno de mis Guardianes."

"Ainzsh-shama—~"

Shalltear se aferró al material de la túnica de Ainz.

"Eh, em. Muy bien, ya es momento de que dejes de llorar."

"E-está bien..."

Shalltear miró a Ainz al mismo tiempo que respiraba por la nariz e intentaba secarse las lágrimas.

"¡Muchas gracias por toda la amabilidad que me ha mostrado!"

"Mm, hm. Muy bien, entonces ahora tenemos que continuar. Hay mucho que debemos hacer todavía, ¿correcto?"

***

La Cámara del Consejo había estado muy ruidosa toda la mañana, pero después de recibir la última noticia — quedó en silencio.

Si no estaban sujetándose la cabeza, estaban rascándola. Ni uno solo de los Enanos en el cuarto podía permanecer tranquilo.

Y entonces, alguien habló.

"...Ha regresado."

"...Bueno, eso... eso fue rápido. ¿Realmente... realmente recuperó la Capital Real?"

"... ¿Estás intentando encontrarle algún defecto?"

"Qué hombre tan valiente eres, poniéndote en contra del monstruo —no, del poderoso ser— que regresó después de recuperar el control de ese nido de Dragones que era el Palacio Real. Diría que casi eres tan valiente como ese rey héroe de las leyendas. ...Por cierto, por favor dile que todos nosotros creímos en Su Majestad desde el comienzo."

De acuerdo al mensajero, parecía que había regresado en el lomo de un Dragón.

Los Dragones eran muy fuertes, y por lo tanto eran muy orgullosos. En consecuencia, todos estaban muy interesados en saber cómo alguien podría haber hecho para llevar a cabo la increíble hazaña de subyugar a tal ser.

La explicación obvia era que había usado magia para forzarlo a obedecer. Sin embargo, cuanto tomaban en cuenta el poder incomparable del Rey Hechicero, era igualmente posible que pudiera haber intimidado al Dragón hasta someterlo por medio únicamente de su fuerza.

No, lo último era lo más probable. No parecía que el Rey Hechicero necesitara de magia para dominar a los Dragones. Incluso les pasó por la mente la absurda imagen de un Dragón arrodillándose ante él en sumisión.

El Director de la Producción de Alimentos suspiró profundamente, y luego les regresó una rígida y severa mirada a todos los demás.

"Entonces, ¿qué deberíamos hacer? Se nos ha acabado el tiempo, ¿no es cierto? Su Majestad ha regresado. Si no nos reunimos con él enseguida, estaremos en problemas. Eso significa que tenemos que tomar una decisión en este instante, sobre eso — ¡sobre el Maestro Forjador!"

El Maestro Forjador había abandonado el país con el lingote de metal que el Rey Hechicero le había confiado.

Ni que decir, el acto de huir con un objeto que otro país les había entregado a ellos con el propósito de crear algo, era imperdonable.

Esta mancha negra sería evidente ante la mirada de todos cuando la nación Enana hiciera tratos con otras naciones.

Era un golpe mortal para un país que comerciaba con sus habilidades de herrería.

¿Quién encargaría cualquier tipo de trabajo a un país con tan mala reputación? Peor aún, el que había huido con el objeto no era un herrero cualquiera, sino un miembro de la cúpula dirigente de la nación. Bien podría interpretarse como si la nación estuviera moviendo los hilos tras bastidores.

Mientras imaginaban el futuro que podría resultar de esto, comenzaron buscar, al mismo tiempo que discutían qué deberían hacer si no pudieran encontrarla.

Sin embargo, ninguno de ellos pudo encontrar una respuesta que pudiera resultar en el perdón del Rey Hechicero.

"...Sigo sin poder creer que realmente haya huido con el lingote..." murmuró el Secretario del Gabinete, pero esas palabras no significaban nada aquí. Hace mucho que habían pasado el punto de sentir nada por ellas.

El Comandante en Jefe miró fríamente al Secretario del Gabinete.

"¿Entonces qué debemos hacer? No cabe ninguna duda de que huyó con el lingote. También recibimos reportes de testigos que lo vieron partir."

"... ¿Podría haber sido controlado por la magia del Rey Hechicero?"

El cuarto se sumió en el silencio en un instante.

Ninguno de los presentes expresaron estar de acuerdo con esa declaración, al contrario, el Comandante en Jefe se enfadaba cada vez más y más.

"Aun si no quieres reconocer este crimen cometido por otro Enano, por uno de nosotros, cualquiera que diga eso de que la persona que recuperó la Capital Real que nosotros no pudimos... en pocas palabras, esa persona es la escoria de los Enanos."

"—No seas así, Comandante en Jefe. Tú deberías saberlo bien; entre nosotros, él fue el que se esforzó más buscando, y es el más cansado. "

"No creo que el problema pueda ser explicado con solo decir que estaba fatigado..."

"Bueno, dejemos las charlas poco constructivas para más tarde, Comandante en Jefe. Ahora tenemos que tomar una decisión sobre asuntos más importantes. ¿Deberíamos informarle de inmediato a Su Majestad? Siento que podría ser mejor intentar retrasar las cosas y usar ese tiempo para continuar la búsqueda. ¿Qué les parece?"

El Maestro del Gremio de Mercaderes sacudió la cabeza.

"Es una mala jugada. Eso da lugar al problema de que estaríamos encubriendo las cosas. Sería mejor decir la verdad e implorar perdón. Además, ¿ya lo hemos encontraron? Por lo que sabemos, en este instante podría estar en la barriga de una bestia mágica. Si sólo pudiéramos recuperar el lingote... ese idiota."

Esto no era algo que deberían estar diciendo de un amigo, pero nadie se pronunciaría en contra de las personas que reprendían al Maestro Forjador por provocar un problema tan grande. Al contrario, el Comandante en Jefe incluso asintió con la cabeza dando su aprobación.

"Afortunadamente, no se llevó la espada también. Pero, ah, bueno, si nos disculpamos... ¿Seremos perdonados? ...Bueno, no es como si pudiéramos hacer alguna otra cosa que disculparnos."

"Las disculpas son importantes, pero más importante aún es decir la verdad. Y después de eso, todo lo que podemos hacer es aceptar cualquier tipo de términos que imponga."

Todos estuvieron de acuerdo en esto.

"Entonces, ¿qué es lo que demandará de nosotros?"

Los Enanos no sabían cuál era el metal del que estaba compuesto el lingote que había sido robado, así que no podían estimar su valor. Esto significaba que no podían sugerir un pago en términos de dinero. Si subestimaban el valor del objeto, podrían terminar enfureciendo al Rey Hechicero más allá de toda esperanza de poder recuperar algún día su relación.

Por lo tanto, tenían que dejar que el Rey Hechicero pusiera su precio. Aun así, ¿realmente pediría dinero? Suponían que exigiría otra cosa, pero ni siquiera ellos podían imaginar qué sería exactamente lo que pediría.

"No se me ocurre nada. Démosle la vuelta — ¿qué podemos aceptar? No... ¿Qué peticiones podemos negarle?"

"¿Es posible siquiera que podamos hacer eso? Sería difícil, ¿cierto? Esta ciudad podrá tener valor histórico, pero no poseemos ningún tesoro nacional de naturaleza física o mágica."

Cuando los Dioses Demonio habían asolado la Capital Real, sólo un miembro de la familia real Enana había sobrevivido. Él fue el último rey de los Enanos, conocido como el "Rey Herrero de Runas", y después de llevarse poderosos objetos mágicos consigo en su viaje, no había quedado nada que pudiera ser considerado un tesoro nacional.

"... ¡Oh! ¡Lo tengo! ¿Qué hay de la Tesorería al interior de la Capital Real?"

"Ya discutimos esto antes, ¿no? Decirle ese tipo de cosas a la persona que recuperó la Capital Real para nosotros es simplemente demasiado... Sin embargo, también es verdad que no hay nada más."

Mirando alrededor, todos asintieron en señal de estar de acuerdo.

"... Con algo de suerte, los Dragones no la destruyeron."

"No digas eso. ...Entonces, invitemos al Rey Hechicero a venir en persona esta vez."

***

¿Hm? Hay una persona menos. ¿Qué sucedió?

Había una extraña expresión en los rostros de todos los Enanos en el momento en que Ainz ingresó al cuarto.

El habló por ellos fue — bueno, todos se veía iguales para Ainz, así que no tenía idea de quién era. Todo lo que sabía era que ciertamente no era el Comandante en Jefe. El Enano comenzó con "Gracias por recuperar la Capital Real" y dio inicio a una larga cadena de agradecimientos, que hicieron sentir cansado a Ainz. Entonces, una vez que se había olvidado qué era lo que estaban diciendo en primer lugar, el estado de ánimo del Comandante en Jefe cambió.

"Hay otro asunto por el que debemos ofrecerle nuestras más sinceras disculpas, Su Majestad. El lingote que Su Majestad nos confió ha sido robado por el Maestro Forjador, que huyó del país con él. Actualmente estamos buscándolo, pero no hemos tenido suerte al encontrarlo. ...Su Majestad nos dio ese lingote junto a su confianza, y sin embargo ocurrió un incidente como éste de parte nuestra. No sabemos por dónde comenzar a disculparnos."

Los Enanos hicieron una reverencia como si fueran uno.

Francamente, Ainz no tenía idea de lo que estaba sucediendo. Por lo tanto, preguntó:

"¿Por qué haría algo como eso?"

¿Escapar con el lingote significaba que iba a venderlo en algún lado? ¿Era la codicia financiera la que había hecho que uno de los concejales de la nación Enana abandonara su puesto?

Por un momento, Ainz quiso decir que había un jugador involucrado, moviendo a sus peones ocultos al interior de la nación Enana. Sin embargo, un jugador no habría necesitado un lingote como ése. No era lo suficientemente valioso como para hacer que la gente abandonara sus puestos, incluso para jugadores de bajo nivel. Si ése fuera el caso, podría haber sido más ventajoso mantener ocultos a sus subordinados en una posición de poder.

"No lo sabemos. Con honestidad no lo sabemos. Ninguno de nosotros tiene idea de por qué llevaría a cabo un acto tan imprudente."

"... Entonces, mi siguiente pregunta: ¿qué hay de la armadura que solicité?"

Los Enanos intercambiaron miradas.

"... No nos es posible disculparnos lo suficiente a ese respecto. Aunque dejó la espada corta, se llevó el lingote, y somos incapaces de regresárselo. Ya hemos enviado equipos de búsqueda y se lo devolveremos una vez que lo encontremos. Así que, si usted lo consiente, por favor permítanos ofrecerle un substituto para la armadura. Aunque palidece a comparación del lingote que nos confió, es el mayor esfuerzo que podemos hacer."

"Planeamos preparar tres cotas de malla de adamantita y luego encantarlas lo mejor que podamos."

"Si — si desea un escudo, podemos hacer uno de orichalcum."

"Umu..."

Si él fuera un cliente malicioso con una queja, ahora sería el mejor momento para hacer un escándalo. Sin embargo, Ainz no quería ser ese tipo de cliente.

Aun así, la pérdida del lingote—

(—¿Me molesta? No era algo fuera de lo común; tengo muchos más como ése. ...Por lo que sé, ese metal no se puede encontrar aquí, pero podría ser obtenible en otras regiones. Siendo ése el caso, sería mejor obtener más armaduras, ¿correcto? Y dijeron que iban a encantarlas también... Además, incluso si encuentran el lingote, no es como si fueran a pedirme los otros objetos de vuelta, ¿correcto? Eso haría de éste un muy buen trato...)

"...Si no lo tienen, no hay remedio. Entonces, dejemos las cosas así. Luego discutan esto con Zenberu y preparen lo que necesite."

Los Enanos suspiraron aliviados.

¿Debería haberles puesto las cosas más difíciles? Sin embargo, sería malo si las personas dudaran de su majestuosidad debido a su mezquindad. En ese caso, haber aceptado su oferta tal vez haría que otros lo vieran como una persona generosa.

Aun así, ellos deberían estar de acuerdo en acceder a una o dos solicitudes.

"... ¿Entonces, podría añadir otra solicitud a ésa?"

"... ¿De qué se trata, Su Majestad?"

La rigidez en sus voces daba a entender que todos estaban en guardia contra él.

"No es necesario estar tan tensos. No es gran cosa, después de todo. Simplemente deseaba el apoyo de su país para el asunto del reclutamiento de herreros rúnicos."

"¿Qué, qué quiere decir con eso?"

"¿Podrían realizar una ceremonia en este país y hacer un anuncio público sobre los herreros que trabajarán en mi nación? Eso seguramente los hará felices."

Los Enanos se miraron entre ellos y asintieron al instante.

"Bueno. Entonces, por favor permitan que mi nación se encargue de la comida. Preparar esto requerirá cierto tiempo, así que espero que no les importe que me quede aquí por algún tiempo."

No hubo objeciones de parte de los Enanos.

Ainz sonrió en su corazón. Ahora no tendría que regresar a E-Rantel.

Al principio, pensó que todo esto le tomaría más tiempo, pero al final había recuperado la Capital Real en un santiamén. Eso era malo.

La primera de las razones era porque quería usar un [Mensaje] para informarle a Albedo sobre el pedido de vasallaje del Imperio, para que ella pudiera planearlo con Demiurgo. Las cosas se pondrían muy feas si él estaba presente. Por lo tanto, Ainz necesitaba una razón para no regresar.

Asimismo, quería mejorar sus relaciones de amistad con los Enanos, lo que también era un motivo muy razonable.

Ainz también deseaba enterarse de tres piezas de información de la ciudad Enana:

1: La presencia o ausencia de jugadores. Si ahora no había ninguno, seguía siendo posible que hubiera habido alguno en el pasado.

2: Seguir investigando sobre las runas y la información relacionada. Él no sabía lo suficiente sobre este tema. Ya había aprendido bastante de los herreros rúnicos; las runas habían existido desde hacía mucho tiempo, pero no estaba claro cuándo fue exactamente que habían aparecido ni quién las había introducido. Parte de eso se debía al caos ocasionado por el ataque de los Dioses Demonio, pero los libros de Hejinmal no contenían información alguna al respecto, ni tampoco los que había en la Tesorería.

3: Conocimientos sobre herrería y minerales. Ahora que había reclutado a los herreros rúnicos para su causa, todo lo que tenía que hacer era sacarles poco a poco esa información. Sin embargo, como esperaba, no parecía que hubiera ninguno de los minerales prismáticos en este lugar.

En relación al segundo punto, Ainz pretendía hacer que los Enanos averiguaran más después de que regresaran a la Capital Real en el futuro, que era la razón por la que tenía que forjar una firme amistad con ellos.

***

Las largas filas de mesas habían sido preparadas con muchos platos, cada uno de los cuales rebosaba con una suntuosa variedad de alimentos.

Los platos calientes de comida despedían un aroma hechizante, que se desplazó hasta donde estaba Ainz.

Siendo un no-muerto, Ainz no sentía deseos por la comida, pero los restos de Satoru Suzuki sí lo hacían. Su deseo de probar algunos y la curiosidad por su sabor le escocían.

(Este cuerpo tiene sus cosas buenas y malas...)

Podía doblegar el hambre, pero no su curiosidad. Después de todo, la curiosidad era parte de su mente, que no era afectada por su cuerpo no-muerto.

Tal vez los platos ante él no habrían despertaron su curiosidad si hubieran sido preparados por los chefs de E-Rantel o Nazarick, pero estos había sido hechos por los Enanos.

Ya que los herreros rúnicos querían llevar a sus familias enteras al Reino Hechicero, habían hecho que sus esposas, madres, hijas y otros parientes femeninos prepararan la comida para el evento. Por supuesto, la mayoría de las 2000 porciones de comida hoy aquí habían sido provistas por Ainz — por Nazarick.

Naturalmente, Ainz no era una persona que pudiera malgastar las cosas, así que en su mayoría se trataba esencialmente de la cocina de E-Rantel. La carne había sido recolectada por los Dragones en esta cordillera de montañas, mientras que el vino había sido obtenido del Reino y del Imperio por medio de los comerciantes que se habían quedado en E-Rantel.

Las mesas estaban repletas de platos de comida, pero incluso ahora las mujeres seguían sirviendo la comida que habían preparado.

Había muy poca diferencia en la apariencia externa de los hombres y mujeres Enanos. La más grande estaba en sus barbas. Las barbas masculinas eran muy largas, y típicamente las llevaban en tres trenzas, mientras que las barbas femeninas eran más escasas. Dicho esto, "escaso" seguía significando que sus barbas se parecían a las de los hombres humanos. Sin embargo, las mujeres parecían tener el hábito de recortar los bigotes debajo de sus narices.

(Realmente no me parece que sea un hábito... Bueno, así es la cultura. El Reino Hechicero ha reunido a todo tipo de humanoides. Inmiscuirse demasiado en este tipo de cosas podría causar problemas en el futuro.)

Ainz apartó la mirada de las mujeres que seguían sirviendo comida. Sus ojos se desplazaron por entre las incontables cabezas de los Enanos frente a él hasta llegar a la plataforma que tenía en frente.

Algunos de los herreros que irían al Reino Hechicero se encontraban de pie junto a los miembros del Consejo.

Y entonces, el Consejo les informó sobre la migración al Reino Hechicero.

"Ha comenzado."

"Así es."

La respuesta vino de Gondo, que se encontraba parado al lado de Ainz.

"...Tú eres su representante. ¿Está bien que no estés allá frente a ellos?"

"Deme un respiro, Su Majestad. Soy casi inútil como herrero rúnico. Sería una vergüenza permitir que alguien como yo los represente. ... ¿No sería usted una mejor opción, Su Majestad?"

Ainz y Gondo se miraron a los ojos por un momento, y luego se echaron a reír.

Naturalmente, Ainz simplemente no quería pararse en el estrado para conocer y saludar gente. Lo que había dicho antes era simplemente algo que se había obligado a decir.

"Sin embargo..." la cara de Gondo se tornó seria. "No puedo agradecerle lo suficiente, Su Majestad."

"¿A qué se debe eso?"

"Esta fiesta de despedida. Por favor mire a las personas en el estrado."

Ainz volvió a mirar al estrado. Todavía no habían terminado de hablar, y eso era lo único que le venía a la mente. Sin embargo, sería un poco insensible decir que no notaba nada después de que Gondo lo había mencionado.

"Umu... Ya veo..."

Al final, simplemente usó la respuesta apropiada como cortina de humo.

"Es como deduce Su Majestad. Las miradas de todos han cambiado."

"En efecto, lo han hecho," respondió Ainz sin pensarlo, aunque seguía sin tener idea de lo que estaba pasando. "Sin embargo, ¿a qué se debe?"

Gondo se rio, como si lo encontrara divertido.

"Es la alegría de sentir las miradas de admiración sobre ellos una vez más. La ceremonia de hoy —con platos preparados con ingredientes nunca antes vistos, y también con todo tipo de bebidas— fue hecha para permitirles a los herreros rúnicos darse cuenta de que no los estaban vendiendo, sino que estaban siendo contratados por el Reino Hechicero."

"Espero grandes cosas de ellos, ¿sabes?"

"Mm. Recuerdo que una vez dije que pagaría de devuelta toda la bondad de Su Majestad. Eso también es verdad para los otros. Muchas gracias. Vaya, parece que ya es hora, Su Majestad."

Después de recibir una gran jarra de cerveza de Gondo, la golpeó contra la mesa igual como los otros estaban haciendo. Entonces Ainz levantó una pequeña copa de licor en un brindis y luego se la devolvió a Gondo porque no podía beberla.

Los Enanos —que hasta ahora había estado conteniéndose— de pronto comenzaron a moverse. Muchos de ellos se dirigieron a la comida, atiborrándose sin cesar con los platos expuestos.

"¿Qué es esto? ¡Es asombroso! ¿Tu esposa realmente lo preparó?"

"Mm. Su Majestad proporcionó los ingredientes. Tuvieron muchas fallas mientras lo intentaban."

"Mhm. Es bueno, eso es un hecho. Pero para un viejo como yo, podría estar un poco insípido."

"Tienes que acompañarlo con vino."

"¿Qué? Déjame probarlo... ¡Ohoh! ¡Increíble! ¡El sabor es perfecto!"

"El vino también es bueno. Me pregunto si mi esposa podría preparar esto también."

"Parece que el Reino Hechicero nos enviará comida por algún tiempo. Por lo visto comeremos bien, entonces."

"Preferiría su vino. Esto proviene del Reino Hechicero, ¿cierto? ¡Mejor nos prepararnos para pagar!"

Hablaban a todo pulmón mientras comían. Y entonces—

"Envidio a esos herreros rúnicos. ¿Podrán comer este tipo de cosas cuando quieran?"

"No, esto debería ser bastante costoso, ¿verdad?"

"¿Parece que no? Mira, en los países humanos, los vegetales son baratos. Parece que es igual en el Reino Hechicero."

"Mm, realmente son muy afortunados. Y, sólo tomé un poco, ¿pero soy yo o el vino del Reino Hechicero es de primera clase?"

"Umu. Yo sólo probé un sorbo de eso. Ahhhh, fue delicioso. Sin embargo, el vino de uva también es muy bueno; aunque tal vez no es tan fuerte."

"¿No tenemos un motivo para visitar el Reino Hechicero?"

"He oído decir que planean dejar que los ciudadanos de ambos países transiten libremente entre ellos."

"Oye oye, todos aquí están muy bien posicionados, pero, ¿no deberías tener más cuidado con divulgar ese tipo de información?"

"No, parece que van a anunciarlo públicamente. En el futuro, este país estará muy activo en muchos lugares... y, aunque sólo es un rumor, dicen que hemos recuperado la Capital Real."

"... Se rumoreaba que la Capital Real era un nido de Dragones. El Reino Hechicero es realmente asombroso."

Naturalmente, Ainz oyó estas palabras también.

En lugar de elogiar directamente a Ainz, al parecer la opinión que tenían del Reino Hechicero se había elevado. Eso probablemente significaba que podrían continuar siendo amigos en el futuro.

Ainz sonrió satisfecho y se volvió nuevamente hacia Gondo.

"Ve a hablar con ellos, Gondo. Puede que no regrese por algún tiempo."

"Ya veo. ...Entonces iré a hablar con los muchachos de las minas." Gongo estaba observando a un Enano que tenía una mirada malvada en los ojos. "¿Y qué hará usted, Su Majestad?"

"...A llegado un mensajero de mi país. Tengo que reunirme con él. Entonces, nos vemos luego."

Ainz levantó la mano despidiéndose y se alejó.

Originalmente había estado parado en una de las esquinas de una habitación amplia y espaciosa. Abrió la puerta para marcharse y se dirigió a al lugar que servía al mismo tiempo de sala de recepción de invitados, sala de estar y locutorio.

Era una habitación lujosamente amoblada, con mesas, sillas, armarios y similares. Demiurgo estaba allí.

"Perdóname por hacerte venir hasta aquí."

"En absoluto. Donde usted se encuentre es a donde yo debo ir, Ainz-sama."

Ainz cruzó la habitación y se sentó en una silla. Luego le pidió a Demiurgo que se sentara también.

"...He visto los informes. Estoy trabajando aquí, así que debo disculparme por haberte hecho escribirlos en lugar de simplemente hablarme de ellos." Los informes en cuestión detallaban los preparativos y actividades de Demiurgo en el Reino Sagrado. Por supuesto, oírlos directamente de Demiurgo, podría dañar el disfraz de Ainz. Esto también lo había tomado en cuenta. "...Aun así, como esperaba lo has hecho bien, Demiurgo. Tus logros sólo pueden ser descritos como extraordinarios."

"Muchas gracias, Ainz-sama." Demiurgo hizo una reverencia. "Sin embargo, no podría igualar los suyos, Ainz-sama. ...Se ha hecho de un firme lugar en el corazón de los Enanos."

Ainz pensó que seguramente debía estar refiriéndose a cómo había recuperado la Capital Enana, o al reclutamiento de los herreros rúnicos. Pero, ¿realmente era eso?

"...Hm, así que ya te has dado cuenta, Demiurgo. ¿Crees que los Enanos lo hayan hecho también?"

"En lugar de darse cuenta, creo que no tienen otra alternativa."

¿Por qué no había nadie más aquí? Si sólo fuese así, él podría usar su táctica habitual. Mientras Ainz estudiaba en detalle a Demiurgo, se percató de una sonrisa en su rostro.

(... ¡¿Qué es tan gracioso?!)

La sonrisa de Demiurgo hacía que a Ainz le doliera su estómago inexistente. La sonrisa de Albedo era igualmente aterradora. La idea de que podrían haber descubierto su acto hacía que su corazón inexistente latiera más rápido.

"En... en caso de que los Enanos se hayan dado cuenta, ¿qué crees que debería hacer?"

"Dudo que sea un gran problema. Después de todo, usted proporcionó los alimentos para la fiesta de despedida de los herreros rúnicos. Con eso, podrá librarse de cualquier cosa que digan los Enanos."

(... ¿De qué está hablando?)

"Confió en que no tiene importancia, entonces."

Ahora que sus intentos de hacer hablar a Demiurgo habían fallado, Ainz decidió dejarlo así. Era muy peligroso hacerle muchas preguntas a una persona inteligente como él.

"Así que, ¿cómo va el vasallaje del Imperio?"

"Sí. Albedo y yo hemos discutido el asunto y redactamos un borrador. Esperamos que lo revise y que comparta sus opiniones con nosotros."

(Si Demiurgo y Albedo lo han terminado juntos, entonces no será necesario que intervenga.) Ainz pensó eso, pero no lo dijo.

"... ¿Le han dado suficientes beneficios al Imperio? Los suficientes como para que los otros países miren al Imperio y piensen, 'la vida será muy buena para nosotros una vez que nos convirtamos en vasallos del Reino Hechicero', ¿o algo por el estilo?"

"Todo estará bien."

Ainz murmuró "Sí" en su corazón. En ese caso podía dar su aprobación sin siquiera mirar el borrador.

"Aun así, sus logros en el Reino Enano y en el Imperio fueron realmente impresionantes. Imagino que el término 'sabiduría insondable' existe para describirlo a usted, Ainz-sama."

"Desde luego que no. Estoy seguro de que tú también podrías haberlo hecho con la misma facilidad, Demiurgo."

Demiurgo reveló una expresión extraña — una sonrisa amarga. Luego sacudió la cabeza.

"En efecto, si eso fuera todo. Sin embargo, ¿hasta qué punto en el futuro ha predicho el rumbo del Reino Hechicero?"

(Ni siquiera hasta mañana.) Pero por supuesto, no podía decir eso.

Ainz se preguntó qué tipo de respuesta podría ajustarse al estilo de un gobernante. Justo entonces, recordó el nombre de un gremio de Yggdrasil.

Se llamaba el Reino Milenario.

(Si tan solo el Reino Hechicero realmente pudiera existir por mil años.) Tal vez fue debido a que pensó eso, pero un recuerdo importante le vino a la mente.

No se explicaba por qué era que ese gremio usaba una grulla de emblema, así que Ainz se lo había preguntado a Yamaiko. Después de eso, ella le explicó que se debía a que en la mitología, se decía que las grullas vivían por mil años. Y del mismo modo, las tortugas podrían vivir por—

"—Diez mil años."

Ainz frunció el ceño al mismo tiempo que las palabras se le escaparon. Accidentalmente había exagerado la magnitud. Justo cuando Ainz miró apresuradamente a Demiurgo con la intención de corregirse, se dio cuenta de que ya era muy tarde.

"Y, y pensar que sus planes tenían un alcance tan grande..."

Los ojos de Demiurgo se abrieron de par en par, y esas pupilas como joyas que tenía, brillaron aún más.

(Ah, esto es malo.)

"Sólo estaba bro—"

"—En ese caso, las cosas como la diseminación de los no-muertos alrededor seguramente deben tener el objetivo de alentar a las otras naciones a confiar en usted en lugar de ver a sus tropas como a elementos peligrosos, Ainz-sama. Ésa debe ser la respuesta correcta para alguien con una perspectiva tan amplia del mundo. Aun así... qué aterrador es usted..."

Ainz no tenía idea de qué era lo que le estaba diciendo, pero sabía que sólo había una cosa que él podía hacer en este momento. "Bien hecho, Demiurgo, como esperaba, has anticipado mis planes por completo." Sin embargo, no podía usar esa táctica todo el tiempo. Por lo tanto, esta vez diría—

"Fufufu, mis planes no llegan tan lejos, Demiurgo."

"...Ya veo. Entendido. Grabaré este asunto en mi corazón."

Al ver la tranquila sonrisa de Demiurgo, el corazón de Ainz se cubrió de sudor frío.

(¿Eh? ¿Qué? ¿Qué está pasando? ...No estoy muy seguro, pero, ¿no significa esto que ahora mi situación es incluso más precaria?)

Sin embargo, a Ainz no se le ocurrieron otras soluciones. En ese caso, tendría que lidiar con ello con una sonrisa falsa.

"Fufufu... Te lo encargo entonces, Demiurgo."

"Fufufu... Entendido, Ainz-sama."

Al contrario, la sonrisa de Demiurgo brillaba incluso más que antes.

Aunque quería llorar, Ainz logró tranquilizarse lo suficiente como para hacer una pregunta con voz temblorosa.

"... Así que, Demiurgo. Sobre el informe que enviaste... ¿cuándo crees que tendrá lugar?"

"Comenzará en otoño, pero tendré que molestarlo en invierno, Ainz-sama. No debería haber problemas al comienzo, pero una vez que la oposición haga su jugada también, podría haber algunas discrepancias, incluso si logramos manipularlos."

"Bueno, tú planeaste esto después de todo, Demiurgo. Puedo estar tranquilo dejándolo en tus manos."

"Muchas gracias, Ainz-sama. En cuando al asunto del vasallaje del Imperio—"

"—Lo escucharé en detalle una vez que regrese. ¿Primero podrías darme una copia del plan?"

"Entendido."

"...Entonces, espero con interés ver cómo se desarrollará este proyecto tuyo, Demiurgo."



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