Traductor: Erb
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Capítulo 3
Cinco años de preparación
Parte 2
Satoru Suzuki y Keno avanzaron en su carromato.
Este no era el carromato que habían “comprado” en la tierra natal de Keno, sino algo que habían comprado hace aproximadamente un año. Por cierto, este era el cuarto carruaje de este tipo; el primero había sido destruido, el segundo había sido quemado en un ataque, y el tercero había sido abandonado.
Las dos personas en el asiento del conductor —Satoru Suzuki con riendas en la mano, y Keno a su lado con un libro mágico en su regazo— charlaban sobre nada en particular mientras se abrían paso por las tranquilas llanuras.
El cabello de Keno, que descendía hasta su delgado cuello de porcelana, se balanceaba con el viento.
Si bien le había pedido a Satoru Suzuki que se lo cortara, él sintió que sería mejor para ella usar una capucha. Eso se debía a que no estaba seguro de si el olor a tierra y polvo en el aire se infiltraría en su cabello.
Sin embargo, en realidad no diría eso en voz alta.
Keno estaba en una edad difícil ahora.
Si Satoru Suzuki lo hubiera mencionado, ella diría “Hmph~” e inflaría las mejillas. El estado de ánimo de Keno mejoraba cuando no la trataba como una niña, por lo que Satoru también había tratado de no hablar así.
Ella había estado sola durante 40 años y los dos habían estado juntos durante cinco más. Su mentalidad debería haber crecido más durante la última parte de eso. Sin embargo, ella no parecía haber crecido en absoluto.
Accionó las riendas, que chocaron contra la grupa del caballo.
Esa acción no tenía sentido. El caballo que tiraba del carruaje era el mismo Golem que había tirado de su carruaje en ese entonces. Pero todo era parte del acto. Los dos habían actuado mucho durante su viaje.
Era cierto que ambos eran nomuertos y tenían un Caballo Golem. Ninguno de ellos necesitaba dormir y todos podían ver en la oscuridad. Sin embargo, todavía montaban tiendas en la noche para evitar sospechas. Por supuesto, no necesitaban dormir, por lo que normalmente los dos hablaban en sus tiendas hasta el amanecer.
Si bien la edad real de Keno excedía a la de Satoru Suzuki, no tenía mucha experiencia en la vida ya que nunca había abandonado la ciudad. Era una heredera de diez años que nunca había abandonado su ciudad natal. Esto significaba que rápidamente se quedó sin cosas de qué hablar y solo podía apoyarse en el conocimiento de lo que había aprendido antes.
Por otro lado, las historias de Satoru Suzuki fueron muy bien recibidas por Keno. No sus historias del mundo real donde vivía Satoru Suzuki —un mundo envuelto en una gruesa capa de nubes— sino historias de Yggdrasil.
Para una chica que vivía en un mundo de espadas y hechicería, las aventuras de Satoru Suzuki en Yggdrasil eran lo que hacía que sus ojos brillaran de emoción.
Al principio. Hubo bastantes cosas que hicieron que Keno frunciera el ceño. Parecían demasiado inverosímiles y ridículas para ella. Pero Satoru Suzuki tenía pruebas. Si bien no eran un registro completo, los álbumes de fotos de Satoru Suzuki contenían imágenes de las cosas de las que hablaba.
Keno, que no sabía lo que eran las fotos, parecía considerarlas como retratos exquisitos. Pero luego de ver una foto —de Satoru y ella misma— aceptó que eran representaciones fieles del paisaje.
Las cosas fueron simples después de eso.
Las fotos demostraban que las aventuras que llenaban a Keno de pavor eran eventos que Satoru Suzuki había experimentado. En otras palabras, las aventuras del gran lanzador de magia Satoru Suzuki eran ciertas.
La admiración en los ojos de Keno pronto se convirtió en un brillante respeto, que Satoru Suzuki vio. Esto mejoró mucho su estado de ánimo y empezó a hablar con efusividad. En poco tiempo, Keno conocía las aventuras de Ainz Ooal Gown como la palma de su mano.
Así habían pasado sus cinco años.
Y hoy, la misma historia terminó mientras el carro se balanceaba.
—Y así, todos en Ainz Ooal Gown dieron lugar a otra leyenda. Eres increíble, Satoru.
—Fufu, no es nada tan bueno, Keno. Con miembros como esos, lograr tanto era tarea de niños. Aquí hay una foto de esa época.
Satoru Suzuki soltó las riendas y dio órdenes verbales al Caballo Golem.
Usó sus manos vacías para sacar su álbum de fotos y lo hojeó, murmurando “¿Dónde está?” mientras lo hacía. Encontró una foto de ellos luego de haber derrotado al Señor Gigante de Fuego Surtr y se la mostró a ella.
—¡Guau! —Keno exclamó con deleite—. Eres increíble… No puedo creer que hayas logrado derrotar un gigante tan poderoso… Mm, no. Fue posible gracias a todos en Ainz Ooal Gown. Después de todo, ¿quién más podría derrotar a un Señor Gigante que manejaba un bastón en llamas tan poderoso?
—Sí… puede que sea cierto.
Después de retirar y guardar la foto, recordó las muchas veces que habían derrotado a Surtr.
No había sido terriblemente difícil ya que sus resistencias elementales estaban supremamente monofocalizadas, pero Satoru Suzuki no quería decir eso y romper los sueños de la niña, decepcionándola así. Por lo tanto, Satoru Suzuki simplemente sonrió.
—¡Precisamente! ¡Tú y tus amigos eran increíbles, Satoru! —con el ánimo en alto, Satoru Suzuki se dejó llevar por la emoción de Keno.
—¡En serio! ¡Supongo que sí! La forma en que todos lograron evitar la muerte y aguantar después de que tiró su espada y sacó a Laevatein fue muy bien hecha.
—¡Sip! ¡Todos estuvieron increíbles! ¡Ganaron gracias a ti, Satoru!
—¿Eso crees? ¡Jajaja!
Satoru Suzuki se rió, de muy buen humor.
—¿Tú y tus amigos realmente repitieron todas esas increíbles aventuras, Satoru?
—De hecho lo hicimos. Y mira nosotros también vamos en una gran aventura, ¿no es así? —Keno sonrió amargamente.
—¿De verdad? Pero no se siente como una aventura elegante ni nada por el estilo.
—¿No depende todo de cómo se mire? Han pasado cinco años desde que partimos de tu país. ¿No hemos estado en muchos países y hemos visto muchos misterios? Pelear no lo es todo, sabes.
Disfrutando de lo desconocido.
Salir de viaje y usar tus propios ojos para ver el mundo, ¿no era esa la verdadera aventura que buscaba Yggdrasil? Ahora, podía entender más o menos cómo se sentían los Buscadores del Mundo.
Por supuesto, no había nada de malo en luchar al lado de tus amigos y jugar al juego. Pero Satoru Suzuki tenía la confianza para decir que su viaje con Keno era el viaje que los dos deberían haber hecho.
—Yo… supongo que sí. La Llanura de los Siete Ardientes y el Lago Claro fueron bastante sorprendentes.
—Personalmente, la Llanura de los Siete Ardientes fue algo asquerosa para mí, pero el Lago Claro era muy hermoso. Parecía cristal.
—Sip. ¡Es asombroso!
Los dos continuaron recordando esa hermosa vista mientras continuaban adelante.
—Si tan solo pudiera ver esos lugares de nuevo.
—Podemos ir de nuevo si no tenemos nada que hacer. Después de todo, nuestra esperanza de vida es ilimitada.
—Es verdad —respondió Keno.
—Y también… te has vuelto más fuerte que antes, Keno. ¿Quieres intentar enfrentarte a un enemigo poderoso?
Los viajes y la batalla estaban íntimamente ligados. No era una cuestión de seguridad; cuando uno iba a regiones menos pobladas, aparecían monstruos que consideraban a uno como presa. y existía la posibilidad de encontrar enemigos poderosos al visitar lugares escénicos. Dicho esto, Satoru Suzuki solo se había encontrado con un oponente que consideraría fuerte. Sin embargo, hubo innumerables enemigos que habrían matado a Keno instantáneamente si ella hubiera estado sola.
Satoru Suzuki estaba a cargo de la violencia mientras que Keno se encargaría del trabajo mental, pero seguía siendo importante que Keno fuera lo suficientemente fuerte como para recibir un golpe de un ser poderoso.
—No, no cuentes conmigo… ¡ah! ¡Sé que estás pensando en mí, Satoru, y me alegro! ¡Y también me has prestado objetos increíbles! Pero el, ¿cómo lo llamas? ah, “grinding*”, no parece funcionar ¿o sí? Quiero decir, no me gusta tomar un palo y golpear a un Dragón moribundo, con todas sus extremidades cortadas, una y otra vez… No estoy hablando de tu plan, sino más bien de cómo seguías ignorando sus súplicas de piedad, eh, sí, es un poco desgarrador… No, no es eso. Por supuesto, sé que tampoco te gustan ese tipo de cosas, y solo lo estás haciendo por mí. Y no quiero ensuciar la bonita ropa que me prestaste. Solo estoy pensando que tal vez podría haber otra forma la próxima vez.
(*https://es.wikipedia.org/wiki/Grind_(videojuegos))
Keno logró exprimir todas esas palabras con una prisa innecesaria.
«Parece que no le gustó el incidente en el que estaba entrenando con el Dragón. Bueno que una chica hiciera ese tipo de cosas era un poco inhumano», se lamentó Satoru Suzuki. «Tal vez la próxima vez debería encontrar un oponente del que no le importe abusar». Los ladrones y otros probablemente deberían dejarse para una fecha posterior porque podían hablar. «Tal vez sea mejor alguna criatura que no pueda hablar o un objeto». Satoru Suzuki luego comenzó a considerar varios monstruos. Hablando personalmente, los insectos gigantes y similares parecían buenos candidatos.
—Lo tengo, Keno. La próxima vez lo planificaré mejor cuando vayamos a hacer grinding.
Sonrió y le dio un pulgar hacia arriba. Keno respondió con una expresión que era difícil de describir con palabras. Era una mirada preciosa que solo podía ver una vez al año. No, cuando partieron por primera vez, sintió que lo había visto con más frecuencia que eso, pero no estaba tan seguro de los eventos de hace cinco años.
—Umu. Dicho esto, no sé cómo ha cambiado tu valor de karma. Sin embargo, dado que el mío es negativo, espero que el tuyo se vuelva positivo para compensar. Siendo ése el caso, sería mejor masacrar a oponentes con valores de karma negativos.
—Ah, ¿eh? No, eso, eh… Satoru hablemos de eso más tarde. Mira, ya puedes ver la ciudad, realmente llama la atención.
—Ahhh, así es.
Satoru Suzuki podía ver una ciudad delante de él. Había oído de ella a través de rumores, pero era una ciudad bastante grande. “Grande”. En este caso no se refería a su escala, sino en un sentido literal; los edificios físicos y las murallas de la ciudad eran muy grandes. De particular interés eran las rocas masivas a ambos lados de las puertas. Tenían aproximadamente 150 metros de altura aproximadamente. Las rocas que se colocaron a cada lado de ella se habían convertido en parte de la muralla de la ciudad.
Las murallas de la ciudad no se habían construido porque estaban ubicadas junto a esas rocas. Más bien, los gigantes que vivían cerca las habían llevado desde sus hogares como señal de amistad. Después de eso, gracias a las relaciones amistosas con esos gigantes, cada parte de la ciudad —como digamos, los edificios, el trazado urbano, y demás— se dimensionó para que los gigantes no tuvieran que sufrir molestias, o al menos eso era lo que Satoru Suzuki había escuchado.
¿Cuántos gigantes se habían necesitado para enviarlas y cómo lo habían hecho?
Mientras Satoru Suzuki consideraba el asunto con creciente interés, le indicó a la encapuchada Keno que debería cambiar los anillos que llevaba.
Como Vampiro, Keno sufría una penalización a todas sus acciones bajo la luz solar. Sin embargo, ella se las había arreglado para negar eso al usar un anillo anti luz solar. La indicación era que ella se lo cambiara por algo más. Incluso usar una capucha no anularía la penalidad y ella se sentiría cansada, pero las cosas serían problemáticas si no pudiera soportarlo solo un poco.
Le había prestado cuatro anillos a Keno: un “anillo para reducir las penalizaciones por exposición a la luz solar”, un “anillo de resistencia contra control el nomuerto y destierro” para que ni siquiera Satoru Suzuki pudiera dominarla, un “anillo de resistencia contra magia de adivinación”, y un “anillo de inmunidad a las ataduras y otros impedimentos de movimiento”. Le daría otros dependiendo de las circunstancias.
Esta vez, ella se pondría el “anillo de resistencia contra el control nomuerto y destierro”, y el “anillo de resistencia contra magia de adivinación”, los cuales eran muy importantes al entrar en ciudades.
Por el contrario, Satoru Suzuki no intentó ocultar su rostro huesudo. Después de todo, se podría decir que se había estado entrenando para entrar en las ciudades con su rostro expuesto durante sus cinco años de viaje. Además, le habían dicho que sería mejor mostrar su verdadero rostro al intentar entrar en las ciudades. Si era franco y no trataba de esconderse, sería más fácil abrirse camino con un farol.
Había intentado usar ilusiones para camuflarse antes, pero después de un lamentable accidente ya no confiaba en ellas.
—Hablando de eso, Satoru.
—¿Hm?
— ¿Por qué volvemos por aquí?
La tierra natal de Keno estaba solo un poco más allá de este lugar. Satoru no la había traído aquí durante los últimos cinco años.
—¿Hm? Hemos estado por todo el mundo, pero no hemos venido aquí, ¿verdad? ¿No sería bueno escalar esas montañas que apenas podemos distinguir en la distancia?
—Ya veo.
Parecería que Keno no creía del todo en esa explicación, dado su tono. Satoru Suzuki podía saberlo teniendo en cuenta que habían pasado cinco años viajando juntos. Sin embargo, no tenía intención de decirle a Keno la razón por la que había venido a esta ciudad.
El carro tirado por un Caballo Golem los llevó a los dos hasta la puerta principal sin reducir la velocidad. Tal vez llegaron en buen momento, pero no había nadie excepto Satoru Suzuki y compañía
Los guardias de la puerta estaban reunidos y había peligro en el aire. Todos tenían sus lanzas listas. Miró hacia las paredes y vio a los arqueros reunidos allí. No hace falta decir que todos desconfiaban de Satoru Suzuki.
—¡Deténganse!
Una voz severa los llamó. Parecía pertenecer a una especie de capitán de la guardia. Satoru Suzuki lo ignoró con indiferencia y respondió en un tono alegre y brillante.
—Hola, bonito clima el que tenemos.
La confusión se extendió de inmediato entre los guardias, pero pronto reanudaron su comportamiento severo.
—¡Qué estás haciendo aquí, nomuerto!
—¿Nomuertos? ¿Dónde?
Satoru Suzuki miró a su alrededor, como a propósito.
—¿Qué tontería estás…?
—¡¿Podría ser que me hayan confundido por un nomuerto?! —Interrumpió los gritos de los soldados y les gritó—. ¡No soy nomuerto! ¡Soy Satoru el Huesoviejo!
—¿Hueso… viejo?
Los soldados se miraron entre sí y luego negaron con la cabeza. Podía oírlos preguntándose unos a otros: “¿Has oído hablar de ellos antes?” “Por supuesto que no, esta es la primera vez que escucho esto”.
—¿No creen que es muy grosero confundir a uno de los gloriosos Huesoviejos por una criatura nomuerta? ¡Es un grave insulto a nuestra nación!
Los guardias de la puerta se miraron de nuevo. El Capitán —ese sería su nombre por ahora— respondió en un tono muy confuso. Sin embargo no mostró signos de bajar el arma. Aún así, eso era de esperar.
—¿Quieres decir que no eres un nomuerto?
—Ya te lo dije, ¿no? Soy Satoru, de los gloriosos Huesoviejos.
—No, ah, mis disculpas. Perdona mi ignorancia, pero nunca antes había oído hablar del nombre Huesoviejo.
—¡¿Qué?! ¿Ni siquiera conoces a los grandes y poderosos Huesoviejos? De todos modos, ¿qué tipo de pueblo es este...?
Los orgullosos guardias de la puerta, naturalmente, se sintieron ofendidos al ser despedidos como unos pueblerinos. Si bien no estaban contentos con esto, parece que se habían relajado mucho en su cautela.
Había muchas razas en este mundo. Aparte de los humanoides, también había muchos semihumanos y heteromorfos con apariencias extrañas. Discriminar a los miembros de esas razas podría provocar la ira de sus naciones. Si eso conducía a una guerra, podría resultar en la extinción de una de las partes. De hecho, varios países fueron destruidos de esa manera.
Por esa razón, se había pedido a los guardias de la puerta que respondieran adecuadamente a la situación. Cuantas más especies contactara una nación, más intensamente serían entrenados los guardias de esa nación.
En otras palabras, no actuarían precipitadamente si pensaban que no era un nomuerto sino parte de la raza Huesoviejo.
Después de eso, aprovechar su confusión y tomar el control de la situación sería clave.
—Pueblerinos ignorantes, al parecer tengo que informarles de la grandeza de nosotros los Huesoviejos. Como dije antes, soy Satoru, oriundo de Grantokio, la gran capital de los Huesoviejos. Vine aquí para… encontrar algo de valor, aunque no creo que haya nada bueno aquí que me llame la atención.
—…¿Eres un comerciante?
—De hecho yo soy. Dicho esto, no compraré nada si nada me llama la atención.
—Necesitaremos registrar su equipaje primero, pero antes de eso, realmente necesitamos, eh… qué era… ah… chequearte. ¿Lo entiendes verdad? Si es así, entonces… por favor espera allí. Iré a buscar al sacerdote.
El tono del Capitán se transformó gradualmente en uno que se rindió ante Satoru Suzuki.
—Lo entiendo. Aunque me preguntaba exactamente qué primitivos eran para confundir a los Huesoviejos con nomuertos, somos muy magnánimos.
—¿Y esa chica de allí?
—Ella es mi compañera, y también es una Huesoviejo.
—¿Hah?
El Capitán miró a Keno en estado de shock, y luego comenzó a compararla con Satoru. Se le podía escuchar murmurar preguntas como: "¿Dice que es una Huesoviejo?" y "Son completamente diferentes, ¿verdad?"
—Muy similar, ¿no?
—…Ah, um.
El Capitán miraba hacia abajo en lo que parecía ser vergüenza.
Pronto, Satoru Suzuki pudo ver a un soldado trayendo a un sacerdote. Era un hombre gordo que parecía que correr un poco lo dejaría sin aliento.
Después de su llegada, el sacerdote se secó el sudor con un pañuelo y jadeó pesadamente, como si estuviera luchando por respirar.
El capitán dijo: "Disculpe", y se acercó al sacerdote.
—Sacerdote-dono, gracias por tomarse la molestia de venir hasta acá.
—¿Qué está diciendo, Capitán-dono? Éste es nuestro deber. Dicho esto, espero que no me apresure tanto la próxima vez. No quiero que me arrastren ante el trono de los dioses antes de llegar aquí.
Las respiraciones del sacerdote eran como sollozos cuando respondió.
Los dos habían hecho todo lo posible por tranquilizarse y estaban a cierta distancia, pero Satoru Suzuki aún podía escucharlos.
—Aún así, ¿no hay caballos en el templo?
—¿Qué dice, Capitán-dono? ¿No sentiría pena por cualquier caballo que monte?
—Sacerdote-dono… ¿quizás sería mejor para usted si aprende a cabalgar?
—¡Me dolería el trasero y los muslos, así que yo paso, si no le importa! —dijo el sacerdote mientras ignoraba la respuesta del Capitán de “Pero tiene magia curativa”, y miró a Satoru Suzuki— Muy bien, haré lo que fui llamado a hacer aquí. Ahuyentar nomuer…
—No, esa gente dice ser Huesoviejos. No parecen ser nomuertos.
—¿Hah? ¿Huesoviejos? …Pero a mí me parecen nomuertos.
—¿Lo son? Sin embargo, las cosas se pondrán realmente problemáticas si realmente no son nomuertos…
—Hm… está bien. Después de todo sería malo si ahuyentara a gente que podría donar a nuestro templo, y quien sabe cómo me censurarán los superiores. Si terminara como sacerdote de una aldea… ¡ejem!
—No, ése no es el problema, Sacerdote-dono.
—No, ése es el problema, Capitán-dono. Este lugar está dentro del dominio del Marqués. Incluso si nos ha otorgado cierto grado de autonomía, todavía sufriremos si actuamos por nuestra cuenta, sin tener en cuenta los intereses de la nación. Además, el incidente explotará si ofendemos a alguien que resulta ser un miembro de rango de otra raza. Capitán-dono confío en que no quiere que su nombre pase a la historia como el tonto que inició una guerra que llevó a la nación a la destrucción, ¿verdad? Yo, por supuesto, paso de eso. ¡Además, si algo así ocurriera, también causaría todo tipo de problemas para todos los demás!
—…Así que sí lo entiende. Por lo tanto, ¿podría molestarlo para que compruebe si en realidad son nomuertos o no?
—Es muy problemático, ¿así que no puede dejarlos ir? ¿Asignando a algún soldado para que los vigile mientras pretende ser su escolta o algo así? —Los dos intercambiaron miradas, y al final, el sacerdote dejó caer los hombros derrotado—. Bien, bien, lo entiendo.
Mientras el sacerdote se quejaba de tener que lanzar un hechizo gratis, caminó hacia Satoru Suzuki y luego lo saludó con una alegre sonrisa.
—Saludos, honorables invitados Huesoviejos. Soy un sirviente del templo en esta ciudad. Aunque creo en sus palabras, necesito lanzar un hechizo para disipar las dudas de los demás. Les ruego que no lo resistan.
El hecho de que ni siquiera hubiera dicho su nombre mostraba exactamente lo desesperado que estaba por evitar problemas. Se podría decir que fue exactamente como lo había planeado Satoru Suzuki.
—Entendido. Por favor, proceda, sacerdote-dono.
—「Detectar Nomuerto」. Ya veo. De hecho, no es nomuerto, Capitán-dono, ya que no hubo reacción a ello. Además ¡Hiyaaa!
El sacerdote levantó la mano. Satoru Suzuki sintió una fuerza extraña empujándolo. Probablemente fue algún tipo de habilidad de destrucción de nomuertos. Sin embargo, fue completamente ineficaz en Satoru Suzuki y Keno. Aunque la diferencia en niveles era parte de ello, la razón principal era gracias a sus objetos mágicos.
—Como pensaba, no hubo reacción. Este hombre no es un nomuerto.
—¿De verdad?
—Se los dije ¿no? Soy Satoru de los Huesoviejos. Es bastante frustrante que me traten como nomuerto.
Vio a los guardias a su alrededor bajar sus lanzas. Todavía lo rodeaban, pero ya no había tensión en el aire.
—Esto significa que he cumplido con mi deber, ¿verdad? Ahh, ¿en dónde encontrarían un ser nomuerto tan tranquilo y amigable? Ya pensaba yo que no podía ser un nomuerto antes de venir aquí, —dijo el sacerdote mientras miraba a todos los guardias—. Y aún así me llamaron aquí. ¡Lo único que se me ocurre es que intentan abusar de mí!
El cura terminó en tono de broma. El Capitán miró a sus hombres y respondió de una manera igualmente desenfadada.
—¡Bien hecho al hacer que el Sacerdote-dono corriera hacia aquí! Siempre he sentido que había un problema con su tamaño. ¡Continúen aprovechando la oportunidad para hacerlo correr así en el futuro!!
El capitán y el sacerdote se rieron mucho. Era el tipo de risa que sonaba como si estuvieran rechinando los dientes, como si realmente estuvieran pensando en otra cosa.
Los dos se detuvieron, como si ambos se hubieran cansado de reír. El sacerdote le dio la espalda a Satoru Suzuki y se dirigió a la ciudad, mientras que el Capitán se paró ante Satoru Suzuki una vez más.
—Perdóneme, Satoru-dono, comerciante Huesoviejo. Ahora bien, por favor permítanos inspeccionar su equipaje.
—Adelante. Sin embargo, casi no tengo ya que vine a hacer compras.
Satoru Suzuki y Keno desmontaron y, a su vez, un grupo de personas que se veían ligeramente diferentes de los guardias de la puerta, pero que eran todo negocios, subieron al vagón. Eran asesores, encargados de controlar el equipaje y cobrar peajes.
El 90% del contenido del vagón era grano y aunque constituía el 90% en volumen, era sólo una décima parte del peso cargado en el vagón. Incluso si se guiaban por el volumen, el impuesto sobre esta cantidad de grano sería muy suave.
Satoru Suzuki y Keno se sometieron a un breve registro corporal, para asegurarse de que no llevaban contrabando. En ese momento regresaron los empleados que estaban registrando el vagón. Uno de ellos sostenía un pequeño cofre.
—¿Podría abrir la cerradura de este cofre de tesoros?
—Ciertamente.
Satoru Suzuki lo abrió y el brillo del oro se derramó. La caja contenía 500 monedas de oro. También había una bolsa de cuero en el interior con bastantes piedras preciosas. Se trataba de una gran suma de dinero, pero era una cantidad insignificante para algo que estaba en posesión de un comerciante de lejos.
El empleado se arremangó y metió el brazo para comprobar el interior del cofre.
—No hay nada adentro. Y no hay compartimentos ocultos en el vagón. La única cosa es que el caballo no es una criatura viviente.
—Es un Caballo Golem.
—…¿Los Huesoviejos realmente pueden controlar esas cosas?
—Por supuesto. Son Caballos Golem que no necesitan comer, beber ni excretar. No se acobardaran ante espantosos monstruos. ¿Eso no los hace perfectos para el transporte? …El hecho de que ustedes no los tengan es la razón por la que son pueblerinos.
Satoru Suzuki continuó haciendo comentarios sobre ellos, como si quisiera que la gente le dijera que los dejara en paz. Esto también fue parte del acto, y se disculpó internamente con ellos.
Después de que los empleados escucharon esto, se reunieron para una discusión. Probablemente estaban hablando de cuánto impuesto cobrar por el Caballo Golem, ya que no había precedentes para ello. Después de una breve charla, decidieron gravarlo igual que cualquier otro caballo y discutir el resto con el marqués más tarde.
Después de pagar el peaje por Satoru Suzuki, Keno, un caballo y el grano, recibieron un permiso para entrar a la ciudad.
El Capitán se dirigió a Satoru Suzuki mientras éste tomaba las riendas y se preparaba para hacer andar a su caballo.
—Eh, sí. Tengo que decir esto. Comerciante de los Huesoviejos… Iré al grano. Sería mejor que no revelaras tu cara en esta ciudad.
—¿Y por qué sería eso…? ¿Ahh, es porque piensa que la gente me confundirá con un nomuerto? Que me confundirán con los…
—Ahhh, entiendo, entiendo. —El Capitán calló a Satoru Suzuki mientras éste último comenzaba a levantar la voz, de en un tono extremadamente molesto.
—…Un caso de identidad equivocada sería muy malo. Dicho esto… aunque es muy natural que odiemos a los nomuertos, parece que sus reacciones son un poco excesivas, ¿pasó algo?
—Ahhh, de hecho lo hizo. Sin embargo, eso fue hace más de 20 años. Una gran cantidad de nomuertos una vez invadieron esta nación, y fue conocido como el Desastre Nomuerto. Ese incidente causó un gran daño y si bien esta ciudad no se vio directamente afectada por ello, tenemos a personas que perdieron familiares y amigos. ¿Lo entiende?
—El Desastre Nomuerto, ¿dice?
Parecía estar relacionado con el incidente en el país de Keno que había convertido a su gente en Zombis.
Ese incidente no había tenido lugar únicamente en el país de Keno. La Zombificación afectó a todo dentro de un radio de 250 kilómetros. La conclusión a la que llegó Satoru Suzuki durante años de investigación fue que había provocado la caída de cuatro naciones.
Sin embargo, este país estaba lejos de allí, y había otro país entre ellos. Además, los zombis de esa ciudad simplemente deambulaban. ¿Por qué se habían desbordado hacia este país?
Quizás era demasiado pronto para sacar conclusiones precipitadas.
—Y eso no es todo. Si se dirige al noreste de aquí y al siguiente país, podrá ver los mismos o más nomuertos. Parece que había demasiados con los que lidiar.
Era en la dirección opuesta de donde habían venido Satoru Suzuki y Keno, en la dirección del país de Keno.
—Hm… —Satoru Suzuki hizo una pregunta indirecta—. Siento que debe haber alguna razón por la que aparecieron todos esos seres nomuertos. ¿Hubo algún tipo de gran guerra? Es común que los cadáveres que quedan en el campo de batalla comiencen a moverse.
El Capitán negó con la cabeza.
— No estoy seguro de eso. Todo lo que sé es que los nomuertos aparecieron de repente. Hay rumores que dicen que fue causado por algún hechizo que se salió de control... aunque son solo rumores. Escuché que los países vecinos han desplegado sus tropas a lo largo de la frontera para defenderse de los ataques de nomuertos.
Satoru Suzuki no lo pensó mientras respondía. Los líderes d este país seguían siendo bastante inteligentes, ya que no habían aprovechado esta oportunidad para invadir a sus vecinos que estaban reteniendo a los nomuertos por ellos. No, los nomuertos eran su enemigo común, por lo que era probable que hubieran enviado sus propias fuerzas para respaldarlos.
—En cualquier caso, es por eso que somos tan cautelosos con los nomuertos. Así que espero que no haga nada para que otros lo malinterpreten.
—Muy bien… ah, mis disculpas, —Satoru Suzuki tosió levemente—. Entiendo lo que quiere decir. Entonces, cubriré mi rostro con una máscara… pero, ¿podría hacerme un favor?
—¿Qué cosa?
—Si hay una posada de lujo que recomendaría, ¿podría molestarlo para que envíe a uno de sus hombres para que me ayude a hacer un recado? Díganle que un comerciante de los Huesoviejos vendrá para alojarse con ellos. Eso evitará muchos problemas. Después de todo, la mayoría de posadas no aceptan a huéspedes sospechosos con máscaras.
El rostro del capitán se arrugó brevemente. Probablemente no quería que los guardias de la puerta sirvieran de corredores para un simple comerciante.
—Si me ayuda, eso mejorará la opinión que tenemos los Huesoviejos de esta ciudad, ¿sabe?
—…Ah, muy bien entonces. No hay remedio. Lo daré como disculpa por confundirlo con un nomuerto. ¡Oye! —Le gritó a un guardia cercano—. Tú, ve a la Posada del Dosel.
Al recibir sus órdenes, el soldado salió corriendo.
Después de escuchar al Capitán decirle cómo ir a la posada, Satoru Suzuki sacó una bolsa de cuero y le entregó una moneda de oro al Capitán.
—Estoy muy agradecido. Vaya a comprar bebidas para sus chicos.
—Ya veo. Ustedes los Huesoviejos si que son diferentes a los nomuertos. Cuídese señori… quiero decir Madame.
—Gracias.
Keno, que había estado en silencio todo este tiempo, asintió con la cabeza y la carreta pasó por las puertas de la ciudad.
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